Coronavirus

La prudencia manda y las mascarillas predominan en las calles del Campo de Gibraltar

  • La primera jornada sin obligación en espacios abiertos deja pocos rostros al descubierto en los principales enclaves de la comarca

  • El recelo a la variante delta en Gibraltar y el ritmo de vacunación aún pesan como factores para mantener el cubrebocas

Una mujer camina por una céntrica calle de La Línea sin mascarilla.

Una mujer camina por una céntrica calle de La Línea sin mascarilla. / M. C. I. C.

Después de algo más de 400 días siendo obligatoria, no es que los habitantes del Campo de Gibraltar le hayan cogido cariño a la mascarilla. Más bien que la prudencia y en buena parte el recelo siguen instalados en la conciencia colectiva frente a la posibilidad de sentir el aire fresco en la cara.

La primera jornada sin la obligación de portar el cubrebocas en espacios abiertos ha dejado un panorama dispar en la comarca, aunque con uso aún mayoritario. Salvo en zonas como los accesos a las playas, donde el calor apretaba, o en calles muy amplias, la mayoría de los viandantes observados llevaban puesta la mascarilla aún cuando había espacio suficiente para no llevarla.   

Este sábado estaba llamado a ser otro de esos días que se iban a recordar como un hito en la pandemia. Como cuando se permitió la salida de los niños a la calle tras el confinamiento o los paseos por franjas horarias. Pero lejos de despertar la misma expectación que entonces, el cambio de normativa ha pasado desapercibido. 

En gran parte, porque la experiencia de otros países como Israel o Portugal no resultan especialmente halagüeñas. Y en gran medida porque la población, aún con el fuerte ritmo de vacunación, no se siente del todo confiada. 

Desde quien considera la medida prematura, pese a estar vacunado, a quien se encuentra en medio de las dos dosis y prefiere reservarse a quien ahora teme una irrupción de la variante delta (india) desde Gibraltar, donde ya es mayoritaria entre los nuevos casos. Ya pasó en Navidad, cuando la colonia comenzó a sufrir dos semanas antes de fin de año los estragos de la entonces llamada cepa británica que luego alcanzó de lleno a la comarca, con especial incidencia en La Línea.

"El virus no se ha ido", es uno de los comentarios recurrentes estos días en los que la población se debate entre ir a cara descubierta o mantener la barrera de celulosa y fibras para filtrar el aire. 

En espacios céntricos como las calles Real de La Línea o Ancha de Algeciras, el uso ha sido mayoritario ya que la anchura de ambos viales y la posiblidad de cruzarse es francamente elevada en las horas centrales del día. Y quien no la lleva puesta, la porta visible en la muñeca o el brazo para colocársela en caso de dudas. En los mercadillos, como en el de Los Barrios celebrado en esta jornada de la era post-mascarillas, el uso se mantiene como norma por la aglomeración de personas.

Es decir, para situaciones cotidianas de salir a las compras del día, a dar un paseo para mirar escaparates o curiosear entre los percheros de las inminentes rebajas, la mascarilla debe seguir siendo un complemento obligatorio. 

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