Estampas de la historia del Campo de Gibraltar

La pesca en la Carteia romana

  • La abundancia del Estrecho hizo prosperar un comercio marítimo que abarcó todo el Mediterráneo y llegó hasta Britania y Germania: salazón, salsas, alfarería, tintes... 

  • Estrabón y Plinio dejaron constancia de la riqueza de especies. El griego Posidonio ensalzó al atún rojo

Jabegueros tirando de la jábega en un mosaico romano del siglo II d.C. (Museo del Bardo, Túnez).

Jabegueros tirando de la jábega en un mosaico romano del siglo II d.C. (Museo del Bardo, Túnez).

La actividad pesquera (asociada a la industria salazonera, a la producción de ánforas y a la exportación de pescado en salmuera, sobre todo de túnidos) representaba la más pujante y lucrativa de cuantas se desarrollaban en la ciudad y su término, pues las factorías de salazón y las industrias alfareras regidas por los ciudadanos de Carteia, ricas y poderosas familias como los Numerii, los Vibii y los Minii, se localizaban en todo el litoral desde Villa Victoria (Puente Mayorga) hasta los entornos del río Palmones: alfar de Venta del Carmen (Los Barrios).

Las fuentes antiguas son pródigas en menciones sobre la riqueza pesquera y las industrias a ella asociadas establecidas en Carteia y en las demás ciudades del llamado "Círculo del Estrecho" en época romana. Los geógrafos y naturalistas y los testimonios numismáticos abundan en datos relativos a la variedad y exuberancia de los productos de la tierra, la generosidad de las aguas de la bahía en especies de peces y mariscos y la pujanza industrial en torno a la construcción de navíos, la salazón de pescado, la producción de púrpura o la alfarería de la zona. Todas estas actividades económicas estaban vinculadas a un activo comercio marítimo confirmado por los pecios hallados en aguas de la bahía, los restos de ánforas salsarias dispersos por todo el Mediterráneo e, incluso, en el "limes" germánico y británico procedentes de alfares de la zona, así como los hallazgos monetales de la ceca local realizados en lugares lejanos que son un indicativo de la vigorosa actividad comercial que alcanzó Carteia.

Se han recuperado numerosos testimonios materiales que evidencian la importancia económica que adquirió la pesca y su tratamiento industrial en los asentamientos fenicios del occidente mediterráneo, no siendo una excepción la factoría fenicia de Cerro del Prado, situada junto al río Guadarranque, activa entre los siglos VII y IV a.C. El pescado, principalmente los túnidos, capturado mediante una técnica que en la época andalusí recibió el nombre de almadraba o jábega, se procesaba a nivel industrial en factorías costeras especializadas mediante métodos de salazón con el objetivo de lograr su conservación y poder ser comercializado y exportado por vía marítima en contenedores cerámicos que viajaban a otros lugares del Mediterráneo, de Oriente, de Britania o de Germania.

Son numerosos los escritores clásicos que describen la abundancia de peces que se capturaban y la enorme riqueza que la pesca generaba para las poblaciones situadas en ambas orillas del Estrecho, tanto en el período fenicio-púnico como en la posterior etapa romana, como expone en su documentado artículo Arqueología de la pesca en el Estrecho de Gibraltar. De la Prehistoria al fin del Mundo Antiguo el profesor Darío Bernal Casasola. Cierto es que a partir de la última Guerra Civil romana, al final del período republicano -quizás por el apoyo de los carteienses a la causa de Pompeyo, perdedor en dicha guerra- son muy escasas las noticias en las fuentes escritas sobre Carteia. Sin embargo, merced a la producción monetal y a los textos del geógrafo Estrabón (siglos I a.C. y I d.C.) y del naturalista Plinio (siglo I d.C.), poseemos reveladores datos en relación con la actividad pesquera de la ciudad.

Refiere Estrabón (Capítulo III, 2, 7): Dícese que en Karteía se han hallado buccinas y múrices que pueden contener hasta diez kotilay (unos tres kilogramos); y en la costa de afuera se pescan morenas y congrios de más de ochenta mnai (unos treinta kilogramos), pulpos de un tálanton de peso (unos veintiséis kilogramos), calamares de dos codos de longitud, y así por el estilo. Muchos atunes que del Mar Exterior llegan a estas costas son gordos y grasosos. Nútrense de las bellotas de cierta encina que crece cerca del mar muy rastrera, y que dan frutos en verdad abundantes…; producen, sin embargo, tantos, que después de la marea alta, así la costa de la parte interior como de la exterior de las Columnas, queda cubierta de los que arroja la pleamar… Y cuanto más se acercan los atunes viniendo desde el Mar Exterior a las Columnas, tanto más adelgazan, por falta de alimento.

Plinio escribe en su Naturalis Historia (Libro IX, 92-93): Cuenta Trebius Níger, del séquito del procónsul de la Bética, L. Lucullus, que en los viveros de Carteia había un pulpo que acostumbraba a salir de la mar y acercarse a los viveros abiertos, arrasando las salazones…, lo que excitaba la indignación inmoderada de los guardianes por sus hurtos continuos. Unas cercas protegían el lugar, pero las superaba trepando por un árbol; no se le pudo descubrir sino por la sagacidad de los perros, que lo vieron una noche cuando regresaba al mar. Despertados los guardianes, quedaron asombrados ante el espectáculo, en primer lugar por la magnitud del pulpo, que era enorme; luego, porque estaba por entero untado de salmuera, despidiendo un insoportable hedor… Hizo huir a los perros con su aliento terrible, azotándolos unas veces con los extremos de sus tentáculos o golpeándolos con sus fortísimos brazos, utilizados a modo de clavas. Con trabajo se le pudo matar a fuerza de tridentes. Se mostró a Lucullus su cabeza, que tenía el tamaño de un dolium capaz de contener quince amphoras; repitiendo las expresiones del mismo Trebius diré que sus barbas difícilmente podían abarcarse con ambos brazos y que eran nudosas como clavas, teniendo una longitud de treinta pies. Sus ventosas eran como orzas, semejando un lebrillo; los dientes eran de la misma proporción. El resto del cuerpo, que fue guardado por curiosidad, pesaba setecientas libras. El mismo autor asegura que en estas playas, el mar arroja también sepias y calamares de la misma magnitud.

Los dos textos revelan la importancia que en las ciudades asentadas a orillas del Estrecho tenían la pesca y el proceso industrial de conservación de los productos piscícolas. Estrabón debió tomar los datos de Posidonio, que estuvo en las costas de Gades a comienzos del siglo I a. C. El geógrafo griego se extiende al relatar la abundancia y calidad de los peces que poblaban las aguas del Fretum Gaditanum, haciendo alusión a una especie que, desde la protohistoria y hasta la actualidad, ha venido siendo base de la pesca y de la industria pesquera de ambas orillas del Estrecho: el atún rojo (Thunnus thynnus). El relato de Plinio, no por fantástico -describe un pulpo de proporciones gigantescas-, deja de tener un especial interés para el conocimiento del aprovechamiento de los recursos marinos en la ciudad de Carteia, al mencionar las "cetarias" (viveros), en cuyas piletas se colocaban los trozos de atún en salmuera para su maceración y que han sido documentadas por la arqueología en Carteia, Iulia Traducta, Baelo Claudia, Mellaria, etc…

En las excavaciones realizadas en la ciudad de Carteia se han recuperado, además de los restos arquitectónicos y otros materiales muebles, numerosos anzuelos de bronce, y en unas obras llevadas a cabo en la factoría de Acerinox (Los Barrios) se halló un plato de pescado que se conserva en el Museo Municipal de Algeciras.

En lo que respecta a las artes y modalidades de pesca, en Carteia, como en el resto de las ciudades del Mare Nostrum, se usaba una gran variedad de métodos y de diferentes artes para capturar peces, cefalópodos, crustáceos y moluscos. Aunque en las ciudades litorales de la Bética no se conservan mosaicos con representaciones de escenas de pesca, en el Museo del Bardo, en Túnez se exponen numerosos testimonios musivarios de los siglos II y III d.C. que nos permiten conocer las diversas artes de pesca empleadas en época romana. Así, se documentan la pesca individual con caña, el arponeo de cefalópodos con tridentes, el empleo de las nasas, la pesca de cerco, las redes arrojadizas y la jábega. El marisqueo de lapas, caracolas y burgaíllos está documentado por la presencia de las conchas de estos moluscos en los yacimientos excavados en Algeciras (Iulia Traducta, en la calle San Nicolás) y Baelo Claudia. Recientemente se ha localizado, en la zona extramuros de Carteia (Villa Victoria, Puente Mayorga), un taller de producción de púrpura con un gran conchero en el que se acumulan restos de diecinueve especies de malacofauna, datado en el siglo IV d.C.

No se pueden dejar de mencionar las emisiones monetales de Carteia, en las que se representan imágenes relacionadas con el mundo marino y la pesca para evidenciar la importancia que el aprovechamiento de los recursos del mar tenía para la ciudad. En el reverso de algunas monedas se muestra un pescador con caña y la cesta para depositar las capturas, delfines, proas de naves, un timón, etc… Los delfines, que simbolizan la navegación y que tenían un carácter protector para los navíos, aparecen, también, grabados en cepos de anclas de plomo romanas recuperados en aguas del Estrecho. Las figuras que se representaban en las monedas tenían, además de su valor nominal, la función de plasmar aspectos destacados de la vida política, social o religiosa, así como exponer y publicitar las imágenes que representaban las actividades económicas más destacadas de la ciudad, cuya difusión estuvo en relación directa con el auge comercial de la sociedad carteiense y, por tanto, puede servir como elemento de análisis para conocer el desarrollo de Carteia, su potencial económico y la proyección geográfica de su economía.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios