La península ibérica gira lentamente: así empuja África a España desde el estrecho de Gibraltar
Un estudio de la Universidad del País Vasco revela que el choque entre las placas africana y euroasiática hace rotar la península en sentido horario y explica mejor dónde pueden producirse terremotos
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La península ibérica no está quieta. Aunque no lo notemos, se mueve. Y no sólo avanza: gira lentamente en el sentido de las agujas del reloj. Es una rotación imperceptible a escala humana, pero medible con satélites y terremotos, y acaba de ser confirmada por un estudio de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (EHU), que arroja nueva luz sobre uno de los puntos más complejos del mapa geológico europeo: el estrecho de Gibraltar.
La investigación, liderada por el geólogo Asier Madarieta, analiza cómo se comprime y se deforma la corteza terrestre en la zona donde chocan las placas africana y euroasiática en el Mediterráneo occidental. Dicho de forma sencilla: qué ocurre bajo nuestros pies cuando África empuja a Europa… y por qué ese empujón no se reparte igual a uno y otro lado del Estrecho.
Dos placas, un choque desigual
Las placas tectónicas pueden imaginarse como enormes piezas de un puzle en movimiento continuo. La placa africana avanza hacia el norte y la euroasiática resiste. Se acercan entre 4 y 6 milímetros al año, una velocidad mínima para nosotros, pero suficiente para generar tensiones, deformaciones y terremotos.
En lugares como el Atlántico o el norte de Argelia, esa frontera entre placas está bien definida. Sin embargo, al sur de la península ibérica todo se complica. Ahí entra en juego el llamado dominio de Alborán, una región geológica que incluye el mar de Alborán, el sur de España y el norte de Marruecos, y que actúa como una zona “amortiguadora”.
El papel clave del arco de Gibraltar
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es el papel del arco de Gibraltar, una estructura geológica que conecta las cordilleras Béticas con el Rif marroquí.
Al este del Estrecho, ese arco absorbe gran parte de la energía del choque entre África y Eurasia. Es como un colchón geológico que impide que las tensiones se transmitan directamente al interior de la península.
Pero al oeste del Estrecho ocurre justo lo contrario. Ahí, según explica Madarieta, se produce un choque más directo entre la placa africana y la ibérica (parte de la euroasiática). Esa colisión empuja el suroeste peninsular y es el que provoca la lenta rotación de la península ibérica en sentido horario.
Terremotos: dónde mirar ahora
Para llegar a estas conclusiones, el equipo ha combinado registros sísmicos recientes con datos satelitales de alta precisión, que permiten medir deformaciones de apenas milímetros en la superficie terrestre.
El resultado no sólo mejora la comprensión de cómo se mueven las placas, sino que ayuda a responder una pregunta clave: dónde están las fallas activas capaces de generar terremotos.
Hay zonas de la península donde se registran seísmos o deformaciones claras, pero no se sabe aún qué estructuras geológicas exactas los producen. Los nuevos mapas de esfuerzo y deformación permiten acotar esas áreas y orientar futuras investigaciones de campo.
Especial atención merecen regiones como el oeste de los Pirineos (Navarra) y, sobre todo, el sector occidental del arco de Gibraltar, entre Cádiz y Sevilla, donde aún queda mucho por estudiar.
Mirar millones de años con datos de décadas
Los procesos geodinámicos se desarrollan a lo largo de millones de años, pero los datos más precisos con los que se cuentan son muy recientes: los registros sísmicos modernos arrancan en los años 80 y los satélites fiables no llegan hasta finales de los 90.
Por eso, el investigador subraya que estos datos son solo “una pequeña ventana” a una historia geológica larguísima, y que es imprescindible integrar toda la información disponible para mejorar la fiabilidad de los modelos.
Un paso más para entender el riesgo sísmico
El estudio refuerza bases de datos clave como la QAFI, que recopila las fallas activas de la península ibérica, y abre la puerta a evaluar mejor qué terremotos pueden producirse, dónde y con qué magnitud.
En resumen: África sigue empujando, el estrecho de Gibraltar marca la diferencia y la península ibérica gira lentamente, casi imperceptible… pero con consecuencias que la ciencia empieza ahora a entender con mayor claridad.
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