Crisis sanitaria

La odisea de un algecireño para escapar del coronavirus en una isla de siete kilómetros

  • Álvaro Lorenzana, atrapado en Filipinas con su pareja y una hija de tres años, lanza un SOS

  • El consulado tranquiliza a la familia, afincada en Sevilla, y pide paciencia con los trámites

El algecireño Álvaro Lorenzana en Filipinas

Álvaro Lorenzana es un algecireño afincado en Sevilla que está atrapado en Filipinas en plena pandemia por el coronavirus. Lorenzana se encuentra con su pareja Amara, que es asmática, y su hija de tres años India en Boracay, un pequeñísima isla de las siete mil que tiene el país. La familia lanzó un SOS por las redes sociales ante el temor de quedarse sin una posibilidad cercana de regreso a casa como tantos otros turistas en aquel rincón de Asia. La última hora es más tranquilizadora ya que han encontrado alojamiento y han recibido un mensaje de calma de las autoridades del Gobierno de España.

Lorenzana asume que la odisea va para largo pero, tras un fin de semana particularmente aciago, el lunes comenzó a levantar el ánimo con un mensaje alentador del consulado, que, eso sí, le pide "tranquilidad" y "paciencia". La familia residente en Sevilla del algecireño sobrelleva una situación que ya se alarga más de un mes. "Nuestros padres están más nerviosos, pero vemos a través del teléfono que están bien por el momento y creemos que entre todas las partes responsables los traerán pronto a casa", manifiesta Francisco, hermano mayor de Álvaro.

Álvaro, Amara e India han encontrado cobijo en un pequeño resort tras haberse visto obligados a abandonar el hotel. Viven la crisis mundial del Covid-19 en Boracay, una isla de 7 kilómetros "en la que no hay agua potable, guantes, mascarillas ni nada de eso", advierte el algecireño.

"No hay agua potable, guantes, mascarillas... aquí la gente va en chanclas"

"Aquí acaba de saltar el coronavirus y ha puesto a todo el mundo en jaque. La situación es crítica porque la frontera está cerrada y se han paralizado los transportes", explica Lorenzana, que detalla la realidad de Boracay: "Es como si fuera temporada de verano, hay muchos turistas, todo el mundo va en chanclas, no se guardan distancias de seguridad y hay mucho contacto".

El algecireño se muestra especialmente preocupado "porque mi mujer es asmática e India tiene tres añitos". "Nos tienen que sacar de aquí como sea porque no me quiero imaginar un contagio y que nos separasen", reclama casi como un ruego. Por lo pronto, el médico de la isla ya ha sido aislado con síntomas del virus.

Este diseñador gráfico de profesión, de 45 años, había alargado su estancia en Filipinas por el brote en Europa, pero el Covid-19 no conoce fronteras: "Estábamos en una pequeña casita adosada de 8 metros cuadrados pero cuando ha cundido el nerviosismo nos han obligado a marcharnos. Nos vimos tirados en la calle aunque afortunadamente hemos encontrado un sitio porque la gente de aquí de Filipinas es maravillosa", relata.

"Nos echaron del hotel pero tenemos un sitio gracias al pueblo filipino, que es maravilloso"

Álvaro Lorenzana y su pareja decidieron dar a conocer su situación de manera pública lanzando una especie de salvavidas a través de Facebook y la respuesta está funcionando: "Agradecemos el cariño y el apoyo inmediato que hemos encontrado en la gente y en los medios de comunicación y también en el cónsul, Fernando Heredia. Decidimos pulsar este botón con la fe de que se activen prootocolos internacionales y nos puedan sacar de aquí a todos los turistas, porque somos muchos", expresa.

La familia no se planteó tomar un vuelo antes, cuando existía esa ventana, "porque desde la embajada española en Manila nos advirtieron que nos podíamos quedar tirados en el aeropuerto o en cualquier escala del mundo. Creímos que lo más seguro era esperar y ahora estamos más tranquilos tras los últimos mensajes de calma que hemos recibido. Seguiremos informando y ojalá pronto podamos estar en casa", desea.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios