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La manta del silencio

Al sur del Sur

La paliza a un hombre en el centro de Algeciras, el presunto secuestro de otros dos a punta de Kalashnikov y otros sucesos requieren respuestas claras por parte de las autoridades

El mercado Ingeniero Torroja de Algeciras y la Villa Vieja.
El mercado Ingeniero Torroja de Algeciras y la Villa Vieja. / G.S.G.

El ataque cruel, salvaje, bajo la oscuridad de la noche, dejó a la víctima inerme en el suelo, magullada por los puñetazos y patadas recibidas en todo el cuerpo. Un muñeco roto. Esta redacción desveló los hechos el pasado martes: Una de las cámaras de vigilancia localizadas en la plaza del mercado Torroja de Algeciras había captado la madrugada anterior la paliza que seis personas, cuatro hombres y dos mujeres, dieron a un hombre, de en torno a 40 años, con el fin de robarle el escaso dinero que llevaba y alguna que otra pertenencia. El líder de la jauría practicó por la espalda a la indefensa víctima el mataleón: rodeándole el cuello con los brazos, le presionó con fuerza hasta dejarle inconsciente. Cayó fulminado, pero ni por esas cesaron los golpes. El 112 recibió una llamada de aviso y una ambulancia acudió al rescate para conducir al malherido hasta el Punta de Europa.

Al día siguiente y pese a la petición expresa realizada por este periódico, no hubo pronunciamiento al respecto por parte del responsable de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de la ciudad. Al fin y al cabo, debieron pensar en la casa grande, el agredido tan solo era alguien que deambulaba de madrugada por el sitio indebido. Pura cuestión de sensibilidad. Cosa bien distinta habría pasado si la víctima hubiera sido otra, una chica o una pareja de personas mayores, por ejemplo. No digamos si se hubiese tratado de alguien de cierta relevancia social, lo cual habría incluido foto de la visita de la autoridad municipal al hospital y hasta una convocatoria urgente de la Junta Local de Seguridad para evaluar la seguridad en el centro de la ciudad. No hubo tal cita, si bien el buen oficio de la Policía Nacional permitió en menos de 48 horas las detenciones de cinco personas como supuestas implicadas. A los mediocres parece preocuparles mucho más saber cómo la prensa se ha enterado de un suceso que buscar las soluciones. Antes la imagen que las víctimas, presentes y futuras.

A los mediocres les preocupa mucho más saber cómo la prensa se ha enterado de un suceso que buscar las soluciones"

La manta del silencio trató de cubrir también el asalto del que fueron víctimas dos hombres a manos de, al menos, otros dos individuos armados con fusiles de asalto Kalashnikov en el polígono La Menacha. Este hecho, ocurrido al mediodía del 1 de mayo, es investigado como un presunto secuestro, vinculado a un ajuste de cuentas entre narcotraficantes.

Los policías y guardias civiles a pie de calle narran que acciones similares a las descritas son cada vez más frecuentes, no solo en Algeciras, sino en el conjunto del Campo de Gibraltar, y que las estadísticas de criminalidad distan de recoger fielmente la realidad. Tan fácil como anotar como lesión leve el hecho de que alguien aparezca con una mano destrozada después de haberse encontrado con unos antiguos socios. Antes, cuando se perdía la mercancía y la noticia de la aprehensión de la droga salía en el periódico, los malos entendían que eran imponderables, gajes del oficio; ahora, en cambio, no hay excusa que valga y cada cual tiene que hacerse responsable al ciento por ciento de su parte. De ahí que las reclamaciones de cantidades entre las bandas acaben con frecuencia en venganzas culminadas de forma cruel, como avisos a navegantes.

Los sindicatos de la Policía Nacional cuentan que Algeciras dispone apenas de un puñado de agentes para patrullar en zetas la ciudad las 24 horas del día, en tanto que la Local tampoco anda muy sobrada de medios. Se quejan también de que, por falta de medios, se ha suprimido la vigilancia por parte de agentes de paisano en muchos de los ferris que cruzan el Estrecho, que las persecuciones a quienes alijan tabaco desde Gibraltar se han reducido porque la ley no ve delito en la mayoría de las ocasiones -y hay que rentabilizar cada operativo- y que también dejan que desear los controles para detectar a los culeros y vagineras que llegan a los puertos de Algeciras o Tarifa, con decenas de bellotas de hachís en el interior de sus cuerpos. Los delincuentes son conscientes de todo ello y aprovechan cada resquicio.

Se trabaja mucho, no hay incentivos que premien el sobreesfuerzo y, para más inri, las comunicaciones para quienes tienen lejos a sus familias dejan que desear"

En el caso de la Policía Nacional, los agentes existentes en Algeciras y La Línea cubren la plantilla al ciento por ciento de acuerdo al catálogo vigente, pero este no se actualiza desde hace años. Ambos son destinos con mucha movilidad en sus plantillas y poco atractivos, hasta el punto de que los policías que piden su traslado a alguna de las comisarías campogibraltareñas apenas necesitan puntos para lograr su plaza. En ambas se trabaja mucho, no hay incentivos que premien el sobreesfuerzo y, para más inri, las comunicaciones para quienes tienen lejos a sus familias dejan que desear.

El Campo de Gibraltar requiere de las autoridades más y mejor atención policial por todo lo anterior y porque, pese a que su tamaño geográfico y el de su población son relativamente pequeños, cuenta con tres puestos de control fronterizos -los dos de los puertos que conectan con Marruecos, más el de Gibraltar- que absorben necesariamente muchos recursos para poder mantener unos niveles de seguridad acordes a sus tránsitos. Y antes o después, además, abrirá sus puertas junto a la cárcel de Botafuegos el mayor Centro de Internamiento de Extranjeros de España, con capacidad para medio millar de personas.

La buena voluntad y la disposición se presuponen, pero el pulso al alza que plantean los delincuentes exige algo más: refuerzos con más medios humanos y materiales, incentivos para los funcionarios mediante el reconocimiento de la singularidad de la comarca en el ámbito policial (también en el judicial, el social, el educativo, el sanitario...), una coordinación más eficaz entre los cuerpos policiales y un análisis integral de la realidad que huya de toda complacencia.

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