Campo de Gibraltar

Los incendios y la desaparición de los alcornocales en el Estrecho oriental

  • Los fuegos de cada verano no solo devalúan el paisaje y erradican el sotobosque, sino que provocan severos procesos erosivos con pérdidas irreparables de tierra fértil

  • Si seguimos sin actuar, las acciones de los pirómanos conducirán finalmente a este bosque irrepetible a su completa extinción 

El daño de los incendios en el ecosistema del Estrecho Oriental.

El daño de los incendios en el ecosistema del Estrecho Oriental. / Simón Blanco Algarín

La franja costera entre Algeciras y Tarifa perfila una topografía abrupta, en la que cerros y profundos valles se alternan para finalmente conectar con el Estrecho de Gibraltar a través de espectaculares acantilados y recónditas calas.

Se trata de un espacio reducido, que se encuentra acotado al sur por el propio estrecho, al norte por la carretera nacional a Cádiz y limitado al este y al oeste por las poblaciones de Algeciras y Tarifa respectivamente, conformando un territorio con una marcada personalidad propia debido a la compleja geología de la unidad de Algeciras, en cuya naturaleza flyschoidea se sustentan muchos de los atractivos naturales y paisajísticos que le han sido reconocidos al quedar integrado dentro del Parque Natural del Estrecho.

La especie forestal más valiosa en los cerros del estrecho, es el alcornoque. Desgraciadamente, los persistentes incendios veraniegos en esta zona, han ido reduciendo estas formaciones forestales, hasta convertirlas en pequeñas mogeas o islas, cada vez más aisladas entre sí y con peor proyección futura si continúan los mismos usos y gestión actuales.

De estas masas marginales de alcornocales, la más extensa se desarrolla entre la costa y el risco culminante del Parque Natural del Estrecho oriental, denominado la Peña del Bujeo, concentrándose el núcleo de sus efectivos en las inmediaciones del cortijo de la Hoya y extendiéndose de forma cada vez más discontinua hacía el valle de Guadalmesí y el cerro de las Hermanillas. Desafortunadamente, desde hace décadas, cada verano se suceden los fuegos en los cerros del Estrecho, lo que ha ido borrando estos alcornocales tanto físicamente como de nuestra memoria colectiva, por lo que cada vez identificamos menos esta especie forestal con la franja meridional del estrecho.

En el segundo incendio que se declaró este verano en el alcornocal de la Hoya, ardieron 200 nuevas hectáreas de este alcornocal singular, que es el último de esta naturaleza que le queda al parque natural. Su alto valor ecológico, aislamiento y el hecho de que aun siendo privado sea completamente accesible para la sociedad, debería situarlo no solo como el centro neurálgico desde donde desarrollar medidas correctoras que permitan recuperar esta especie dentro de sus límites ecológicos sino también como un paraje mejor caracterizado, más controlado y vigilado.

Desafortunadamente, su escaso reconocimiento social y protección, combinado con los acusados terrenos en pendiente y fuertes vientos locales, lo convierten en el blanco perfecto de prácticas delictivas como los descorches ilegales  que vienen repitiéndose cada año dentro del término municipal de Algeciras, pero muy especialmente de los pirómanos que cada verano degradan este ecosistema único sin que por ello se tomen medidas para revertir o al menos minimizar esta lacra, que es el principal vector de desaparición de este alcornocal singular.

Esta recurrencia de los incendios costeros, contrasta con la práctica inexistencia de fuegos dentro del contiguo parque natural de Los Alcornocales, explicación que se debe a que mientras el primero es completamente accesible, el segundo es eminentemente cinegético y con una mayor presión corchera por lo que cuenta con la vigilancia y las infraestructuras que impiden estas agresiones.

Las consecuencias de los últimos incendios de 2020 no se limitan a una devaluación del paisaje con el ennegrecimiento de los alcornocales, la erradicación del sotobosque, el descalichado de los afloramientos de arenisca o la presencia de ganado cubierto de hollín sino que la falta de actuaciones post-incendios, han desencadenado severos procesos erosivos con pérdidas irreparables de tierra fértil por las generosas lluvias de este año. Por si esto no fuera suficiente, pasear estos días por el perímetro del incendio, pone en evidencia un hecho que aunque previsible, no es menos grave y es que todos los alcornocales supervivientes están infectados de los plastones amarillentos que forman las puestas de la "lagarta peluda". Un insecto defoliador que se instala en alcornocales deficitarios y que lleva varios años consecutivos consumiendo este alcornocal costero sin que se tomen medidas para el control de esta plaga, por lo que estos agotados alcornoques junto con los que consigan rebrotar, serán consumidos esta primavera por este nuevo brote de la lagarta, impidiendo su crecimiento y provocando la perdida de la producción de bellotas necesarias para la recuperación forestal del incendio.

Asociado a este bosque alcornocal, aún queda un importante patrimonio cultural y vernáculo poco conocido: torres y grabados mediavales, despoblados, tumbas antropomorfas, abrigos rupestres o construcciones militares de la posguerra, lugares donde disfrutar de nuestra naturaleza más auténtica y desde donde disfrutar de las esplendidas vistas panorámicas que ofrece este magnífico balcón sobre nuestra costa más salvaje con pintorescas calitas como Arenillas, extensas plataformas de abrasión o pequeñas ensenadas como el Tolmo defendida por su castillo, litoral que también se encuentra en jaque a causa del grave problema medioambiental que supone la llegada masiva de continuos arribazones del alga asiática, Rugulopteryx okamurae, a causa de su rápida instalación en la zona intermareal y los fondos marinos del estrecho de Gibraltar.

La región del estrecho de Gibraltar, es por su ubicación intercontinental, uno de los puntos calientes de la biodiversidad natural y cultural de la cuenca mediterranea. En la actualidad, la degradación de sus ecosistemas terrestres, con la desertificación de los Alcornocales y marítimos con la súbita y explosiva irrupción de algas invasoras, son los principales desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos. Reductos de alcornoques como el de la Hoya, son estratégicos para la viabilidad futura de esta especie en los cerros del estrecho pero su aislamiento lo hace especialmente sensible a unos fuegos intencionados que cada verano asolan este paraje. La evidente importancia de conservar este ecosistema, pasa por abordar los múltiples factores que lo degradan, especialmente este régimen de incendios insostenibles que esta provocando su profunda regresión, fragmentación y si no estamos dispuestos a actuar finalmente conducirá a este bosque irrepetible a su completa extinción.

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