“El dragón azul es una joya evolutiva que la naturaleza nos ha regalado”

Nueva especie avistada en el Estrecho de Gibraltar

El catedrático linense José Carlos García Gómez analiza la aparición en la playa de Santa Bárbara de seis ejemplares de Glaucus atlanticus, un hallazgo excepcional que obligó a cerrar la zona al baño

Prohibido el baño en la playa de Santa Bárbara de La Línea por la aparición de seis ejemplares de dragón azul

Primer plano de un dragón azul en la Bahía de Algeciras capturado por la cámara de Juan Antonio Gómez Cantos, submarinista y fotógrafo de naturaleza.
Primer plano de un dragón azul en la Bahía de Algeciras capturado por la cámara de Juan Antonio Gómez Cantos, submarinista y fotógrafo de naturaleza. / Juan Antonio Gómez Cantos

La tarde del domingo 17 de agosto, la playa de Santa Bárbara en La Línea de la Concepción se vació como si una mano invisible hubiera barrido de golpe a los últimos bañistas. El mar seguía allí, encendido por el levante, y sin embargo la escena parecía pertenecer a otra realidad: un socorrista con un vaso de plástico sostenía una criatura azul eléctrico que flotaba en un poco de agua salada. Alrededor, unos policías locales hacían señas para desalojar la orilla.

La escena tenía algo de metáfora de ciencia ficción. En la frontera con Gibraltar, frente a los restos del viejo fuerte que aún vigila el mar, se desplegaba un espectáculo extraño: seis dragones azulesGlaucus atlanticus— habían aparecido en la orilla, diminutos y al mismo tiempo perturbadores. Medían apenas unos centímetros, con prolongaciones ramificadas que recordaban a alas, pero bastaron para que se izara la bandera roja y se decretara el cierre temporal de la playa.

“Éramos cuatro gatos para toda la costa”, recordaba un agente de la Policía Local que participó en el desalojo. “Tuvimos que dejar la regulación del tráfico para sacar a la gente con los quads. Por suerte había poca y no pasó a más”. En un vaso ancho de plástico, uno de los animales parecía dormitar. Su belleza era inquietante: un cuerpo metálico, azul y plateado, suspendido en equilibrio sobre la tensión del agua.

Varios ejemplares de dragón azul encontrados en la playa de Santa Bárbara de La Línea, dentro de un vaso de plástico tras ser recogidos por los bañistas.
Varios ejemplares de dragón azul encontrados en la playa de Santa Bárbara de La Línea, dentro de un vaso de plástico tras ser recogidos por los bañistas. / E.S.

Un hallazgo excepcional

A partir de ahí, la noticia se extendió como una llamarada: el dragón azul había llegado a La Línea. Pero ¿qué significaba realmente ese hallazgo?

“Con tan pocos ejemplares observados es prematuro afirmar que esta especie haya llegado para quedarse”, advierte el científico

Entrevistado por Europa Sur, José Carlos García Gómez, catedrático de Biología Marina en la Universidad de Sevilla y linense de nacimiento, pide precisión y calma. Califica lo ocurrido de “excepcional” y subraya que su aparición ha coincidido con las temperaturas más elevadas registradas en las aguas de Andalucía al final de la última serie histórica de 25 años (según datos de la Rediam, hasta 2024) y en julio y agosto de 2025 se han registrado temperaturas récord, incluso superiores a 28 grados.

Advierte, además, de un matiz importante: sin el fuerte viento de levante de esos días, los animales no habrían alcanzado la orilla y probablemente nadie los habría visto. Con tan pocos ejemplares observados, insiste, es prematuro afirmar que el fenómeno vaya a repetirse con frecuencia o que la especie haya llegado “para quedarse”.

Riesgos y precauciones

Sobre el riesgo para los bañistas, el profesor lo considera mínimo, aunque no inexistente. Explica que la picadura puede doler, especialmente en zonas sensibles como labios, cuello o axilas, pero “sin mayor trascendencia” en términos generales. Sitúa el verdadero problema en otro lugar: en que los Glaucus lleguen acompañados de su presa preferida, la medusa Physalia physalis (carabela portuguesa). Recuerda que el simple roce de sus tentáculos puede “disparar” miles de nematocistos —microjeringas— capaces de inyectar un veneno potente, de acción neuro y citotóxica. El nudibranquio se alimenta de Physalia y “le roba” el veneno al ingerir sus nematocistos; aunque pueda concentrarlo, puntualiza, la cantidad total en un individuo de Glaucus es mínima para el ser humano.

“Me preocupa más que la presencia en solitario esté vinculada a la proximidad de su presa: la carabela portuguesa”

Si el veneno procede de otras presas habituales —Porpita o Velella— su potencia es mucho menor y la picadura apenas se notaría. En el episodio de Santa Bárbara, los animales parecen haber arribado en solitario, como suele ocurrir con esta especie que se desplaza a superficie ayudada por una burbuja.

Una carabela portuguesa, en las playas de La Línea.
Una carabela portuguesa, en las playas de La Línea.

¿Fue proporcional cerrar la playa por unos pocos ejemplares? García Gómez recuerda que existe “una gran laguna de conocimiento” sobre la afección al ser humano: los casos documentados de picadura son muy escasos y, en su conocimiento, ninguno grave. Aun así, le preocupa la posibilidad de que la presencia en solitario esté vinculada a la proximidad de la presa —la carabela portuguesa—, lo que elevaría la toxicidad potencial del veneno que porten. Con ese marco de incertidumbre, considera acertada la decisión municipal de aplicar el “principio de precaución” y decretar el cierre temporal.

¿Una especie invasora?

El catedrático descarta, por ahora, que pueda hablarse de especie invasora, como sí ocurre con el alga asiática en el Estrecho. Señala que es “muy prematuro” contemplarlo y que, para que tal escenario fuera plausible, al menos una de sus tres presas mencionadas tendría que hacerse “extremadamente frecuente y abundante”. Tampoco ve motivos para alarmarse ante una hipotética colonización del litoral: recuerda que hace años observó varios ejemplares vivos en aguas del Campo de Gibraltar, un acontecimiento “excepcional” que no se había repetido hasta ahora. Eso sí, si aumentara la presencia de carabelas portuguesas en nuestras costas, “sin duda” ello favorecería la llegada y supervivencia del dragón azul.

El catedrático descarta, por ahora, que pueda hablarse de especie invasora, como ha ocurrido con el alga asiática

En cuanto a la distribución, sitúa a Glaucus atlanticus en aguas templadas y tropicales del Atlántico, Índico y Pacífico, “sobre todo en este último”. Que se haya detectado ahora en la provincia de Cádiz le parece un dato interesante al que “seguir la pista en el futuro”, pero pide no sobredimensionarlo: lo relevante, recalca, es su coincidencia con los máximos de temperatura de 2024 y 2025.

¿Habrá seguimiento científico específico desde la Universidad de Sevilla? De momento, no. García Gómez confía, sin embargo, en la colaboración ciudadana como pieza clave para activar, llegado el caso, un programa formal de vigilancia ambiental y seguimiento. Si se detectara un incremento en la frecuencia de apariciones, “probablemente cristalice” en un esfuerzo sistemático. ¿Cómo ayudar? Exactamente como apuntan los protocolos informales: hacer fotos y comunicarlas a la Junta de Andalucía, a la prensa y a los expertos.

La babosa marina conocida popularmente como “dragón azul” en las costas del Campo de Gibraltar.
La babosa marina conocida popularmente como “dragón azul” en las costas del Campo de Gibraltar. / Juan Antonio Gómez Cantos

La belleza de un animal inquietante

El biólogo se detiene también en la morfología que ha encandilado a media playa. Explica que en aguas abiertas el animal exhibe un contrasombreado reflectante que le permite pasar desapercibido ante sus depredadores: una estrategia pasiva de defensa, variante de la coloración críptica. Las ceratas —esas “alas con plumas”— cumplen una doble función, respiratoria y disuasoria. En los nudibranquios eolidáceos, cuando se ven sorprendidos, estas crestas se blanden “a modo de sables”, y en sus extremos se alojan los nematocistos robados a sus presas, listos para disparar sus microarpones conectados a glándulas venenosas si hay mordisco o roce.

“Es un animal espectacular, de una belleza y plasticidad morfológica extraordinarias”

Al final, García Gómez vuelve al principio: a la necesidad de contemplar al animal sin miedo y sin ingenuidad. Lo define como “espectacular”, de “belleza y plasticidad morfológica extraordinarias”, un emblema de la biodiversidad marina. “Una joya evolutiva que la naturaleza nos ha regalado para que la disfrutemos, respetemos y conservemos”, dice, y en esa frase cabe la pedagogía entera del suceso: el mar ofrece y advierte a la vez; nos permite vivir y disfrutar de él, pero nos recuerda el compromiso —“inquebrantable”— de cuidarlo y protegerlo.

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