British Airways logra desviar a Málaga en menos de 24 horas dos vuelos programados a Gibraltar a sabiendas del mal tiempo

Los aviones, que despegaron de Heathrow, fijaron su aterrizaje en el aeropuerto del Peñón coincidiendo con la prevista borrasca Herminia y con vientos de 80 km/h

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Un avión, en el aeropuerto de Gibraltar
Un avión, en el aeropuerto de Gibraltar. / Erasmo Fenoy
J. Ch.

28 de enero 2025 - 04:00

Algeciras/La previsión del tiempo anunciaba desde días antes que el Campo de Gibraltar iba a verse afectado a partir del domingo, 26 de enero, por copiosas lluvias y fuertes vientos de hasta 80 km/h que iban a hacer difícil la circulación de vehículos. El aviso, obviamente, vinculaba también a los aviones que a diario utilizan el pequeño aeropuerto del Peñón, con poco más de kilómetro y medio de pista.

Esta circunstancia no ha impedido, sin embargo, que la compañía British Airways programase dos vuelos con destino a Gibraltar, en menos de 24 horas, desde el aeropuerto londinense de Heathrow, uno el mismo domingo y otro a mediodía del lunes, coincidiendo con rachas de viento de 80 km/h en la colonia británica. Esta circunstancia provocó que ambas aeronaves, ya en pleno vuelo, pidieran permiso para aterrizar en el aeropuerto de Málaga, como así sucedió.

La decisión de las autoridades españolas de dar luz verde a sendos aterrizajes “no programados” en el aeropuerto Pablo Picasso se ha convertido desde hace años en norma, sin explicación oficial alguna, pese a que debería ser excepcional y aplicable solo en situaciones realmente imprevistas. No es el caso.

El Gobierno de España, al menos oficialmente y sobre el papel, no facilita o no debe facilitar las operaciones en el aeropuerto llanito, ya que éste está construido ilegalmente en el istmo de Gibraltar por la Royal Air Force (RAF), en una zona no cedida en el Tratado de Utrecht.

La fuerza aérea británica, de hecho, sigue siendo titular y responsable de las instalaciones aeroportuarias al tratarse de un enclave estratégico para sus operaciones, de tal forma que los vuelos civiles están supeditados siempre a los usos militares.

Cuestión de seguridad

Al margen de la disputa aparentemente irresoluble entre España y Reino Unido en torno a la soberanía del istmo, la llegada a Málaga de esos vuelos comporta, además, un problema añadido que atañe a la seguridad de la UE.

A bordo de esos aviones, como ha ocurrido en los dos vuelos citados, hay pasajeros británicos y no británicos que, para entrar en el espacio Schengen, necesitan pasar por el control de pasaportes y especificar los motivos de su viaje, además de otros requisitos. En el caso de los no británicos, muchos de ellos necesitan también de un visado específico por motivos de seguridad.

Si todo transcurre como debe, las compañías aéreas se encargan de que esos pasajeros, nada más llegar a Málaga y pasar los controles policiales, se monten en un autobús con destino directo a Gibraltar, pero no hay una autoridad española que vele por ello y que garantice que todos los pasajeros llegan a la colonia británica: si alguno decide no montarse en el autobús o apearse de este a mitad de camino en una parada, habría entrado de forma ilegal en el espacio Schengen.

En el caso del vuelo del domingo, entre los 130 pasajeros que iban a bordo del avión británico había varios ciudadanos asiáticos a los que, incluso, se les franqueó en Málaga la entrada en España aun sin visado a causa de los numerosos vuelos que coincidieron a esa hora. En circunstancias normales, estos visados pueden ser realizados por la Policía Nacional en el mismo aeropuerto, aunque en esa ocasión no fue posible por la acumulación de trabajo.

En el vuelo de este lunes, entre las 121 personas que viajaban figuraban cuatro indios, tres chinos, dos filipinos y un pakistaní, sin que haya trascendido si llevaban el correspondiente visado para acceder a España.

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