Los aliados de Putin en el Sahel encuentran salida al mar por el estrecho de Gibraltar y el Sáhara gracias a Marruecos
El Gobierno de Rabat cuenta con los puertos de Tánger-Med y Dajla para el tráfico de mercancías desde Malí, Níger y Burkina, países controlados por juntas militares, para eludir las sanciones de la comunidad internacional
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A finales de abril, los ministros de Exteriores de Malí, Níger y Burkina Faso se reunieron en Rabat con el rey marroquí, Mohamed VI. Al finalizar la reunión, el monarca alauita dijo que la región necesita de “cooperación y desarrollo”. Pudo haber sido una cita enmarcada en las relaciones internacionales de la zona. Pero hubo mucho más. Fue un claro mensaje: Marruecos se mete de lleno en la región del Sahel, un área de tres millones de kilómetros cuadrados que cruza de punta a punta el África subsahariana y que resulta vital para la seguridad de Europa en materia migratoria y de lucha antiterrorista.
Esos tres países, gobernados por juntas militares, llevan varios años siendo unos parias internacionales. Buscaron apoyo en Rusia y sus mercenarios tras expulsar a Francia y al resto de países occidentales. La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) impuso desde 2020 hasta 2024 sanciones económicas y no descartaron una intervención militar hace dos años para controlar los sucesivos golpes de Estado, lo que derivó que el tridente golpista crease a finales de 2023 la organización Alianza de Estados Sahel, rompiendo todos los lazos como los antiguos socios de la CEDEAO.
Con unas fuertes sanciones que iban desde un bloqueo económico hasta la suspensión de los vuelos comerciales, los países vieron ahogado su crecimiento. Ante esta situación, los militares necesitan una salida al mar para dar salida comercial a sus productos e importar bienes. Antes lo hacían por el sur, a menos de mil kilómetros, pero la barrera política y fronteriza de la CEDEAO impide realizarlo con fluidez. Si uno mira el mapa no lo tienen fácil.
Rabat ha propuesto a los regímenes de Bamako, Uagadugú y Niamey utilizar los puertos ocupados del Sáhara Occidental y Tánger-Med
Rabat se ha puesto a pensar y le ha propuesto a los regímenes de Bamako, Uagadugú y Niamey utilizar los puertos ocupados del Sáhara Occidental, como el de Dajla (antigua Villa Cisneros, donde Marruecos planea tener un imponente proyecto portuario en 2028) o el de Tánger-Med, competencia directa de Algeciras.
Pero nadie dijo que el camino de este corredor terrestre vaya a ser fácil. Desde la capital de Níger hasta el puerto marroquí de Tánger Med hay una distancia parecida a la que separa Tarifa de Kiev, más de 4.200 kilómetros. Una ruta larguísima pero relativamente razonable si las infraestructuras estuviesen en buenas condiciones y no hubiese “peajes” improvisados por grupos rebeldes y terroristas.
Más difícil aún es adentrarse hasta la zona ocupada por Marruecos en el Sáhara Occidental. Los miles de kilómetros que separan estos países del Atlántico tienen que superar, aparte de los inconvenientes mencionados anteriormente, el conflicto de baja intensidad que desde hace décadas mantiene en disputa al Frente Polisario y Marruecos. Y segundo, que Mauritania compre la tesis marroquí del Sáhara y permita el paso de esta ruta comercial a través de su territorio.
“Marruecos quiere aislar a Argelia”
Al otro lado del teléfono, Mohamed Salem Daha, delegado del Frente Polisario en Andalucía, opina que la intención de Marruecos no es otra que la de blanquear su colonización del Sáhara Occidental. “Que la gente no se equivoque, el Gobierno marroquí no quiere ayudar a estos países; busca que Níger, Malí y Burkina Faso apoyen sus actos ilegales y aventuras expansionistas”, relata Salem. No ve mucha viabilidad al proyecto por razones políticas y geográficas. Y lanza una advertencia: “Marruecos quiere aislar a Argelia de estos países, lo que puede aumentar la tensión en la zona”.
Argel y Rabat, archienemigos históricos, juegan sus cartas en la zona. El Mediterráneo, el Magreb… Nada se les resiste. Y ahora, en pleno rearme de las dos potencias del norte de África, el Sahel es la siguiente ficha del dominó en juego para poner en marcha su influencia.
“Supone la entrada total de Marruecos en el sistema de relaciones del Sahel, una zona de competencia argelina”, advierte el periodista Jesús Romero
El acuerdo del corredor comercial todavía no baraja fechas, se encuentra en el aire. Pero algunos pilares son básicos. “Cuando estos países se reunieron con Mohamed VI, hubo un aspecto importante que fue el de estrechar vínculos en materia de seguridad. Este proyecto necesita una viabilidad para superar las zonas desestabilizadas y eso pasa por el aspecto militar”, comenta Jesús Romero, periodista experto en África.
Romero también señala los posibles roces con Argelia si Marruecos empieza a relacionarse militarmente con las tres juntas militares: “Supone la entrada total de Marruecos en el sistema de relaciones del Sahel, una zona de competencia argelina”.
Marruecos ha calculado bien. Las relaciones entre Argelia y Malí van, desde hace meses, cuesta abajo y sin frenos. En Argel preocupan las actuaciones del ejército maliense, apoyado por mercenarios rusos contra los rebeldes tuareg en el norte del país, cerca de su frontera. Pudiendo pasar el conflicto al otro lado de la demarcación fronteriza. La última escalada entre ambos países fue el derribo de un dron maliense a principios de abril por parte del ejército argelino.
Juegos geopolíticos
Las relaciones diplomáticas en la zona son convulsas. Hace unos años parecía una costumbre expulsar a Francia de sus antiguos territorios en África. El brutal pasado colonialista y algunas actitudes polémicas por parte de París en el pasado en suelo africano provocaron que muchos países pusieran punto y final a la françafrique. Malí, Níger y Burkina Faso fueron los abanderados a la hora de expulsar a las tropas francesas y occidentales de su territorio e introduciendo en un primer momento a paramilitares de Wagner (sustituidos tras la rebelión de 2023 en suelo ruso por una unidad africana del ejército de Vladimir Putin), un grupo acusado de crímenes de guerra en Ucrania o Siria.
Resulta cuanto menos curioso que estos países, claramente antifranceses, busquen apoyo en el aliado más cercano a Francia en toda África, Marruecos. Precisamente desde los círculos más nacionalistas marroquíes se enarbola cada cierto tiempo esa idea del “Gran Marruecos”, un proyecto que ocuparía el Sáhara Occidental, zonas de Argelia, partes de Mauritania y el noreste, precisamente, de Malí.
Suculentas exportaciones
La retirada francesa a nivel militar y diplomático de sus antiguos territorios fue una imagen que chocó en el país galo. Pero también preocupó el factor energético. Níger voló los puentes políticos con su antigua metrópolis e incluso puso en jaque la cuestión energética. Del suelo nigerino sale más del 10% del uranio que se usa posteriormente en las centrales nucleares francesas. La empresa francesa Orano extrae este elemento radiactivo a través de tres de sus filiales. A principios de año denunció que Níger "obstaculiza la comercialización de la producción [de uranio] ".
Rabat se podría llevar uno de los proyectos más importantes en el continente africano, un gasoducto que conectaría Nigeria, uno de los principales exportadores de gas de todo África, con territorio marroquí
En un mundo con tantas complejidades y necesidades energéticas, tener una vía de exportación de materiales de este tipo es clave. Malí, por ejemplo, es rica en oro y petróleo. Son materiales caros que necesitan salir de los países para generar riqueza.
Pero Marruecos también podría meterse de lleno en los juegos energéticos del Sahel. Rabat se podría llevar uno de los proyectos más importantes en el continente africano, un gasoducto que conectaría Nigeria, uno de los principales exportadores de gas de todo África, con territorio marroquí. El destino final sería Europa. Es un colosal proyecto que se encuentra en planificación. Son miles de kilómetros de infraestructuras terrestres y submarinas que tardarían 25 años en construirse. En 2023, el por aquel entonces jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo durante una visita a Rabat: “Hay que considerar cuándo estará terminado. ¿Seguiremos utilizando entonces gas metano?”.
La otra opción es la que conectaría Nigeria con Argelia, mucho más corta y con avances significativos. Pero tendría que atravesar zonas de Níger repletas de grupos terroristas. Precisamente en los últimos días combatientes del ISIS y el JNIM han atentado en varias zonas causando decenas de muertos. Y precisamente aquí se tendría que ver el papel nigerino, ya que, si se opone, le cerraría las puertas a Argelia al jugoso y suculento plato energético. Una jugada redonda para Marruecos.
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