Los italianos de la décima | Capítulo XIV

La Reina de Corazones, contrainformación y medios de asalto (II)

  • Todo indica a que los contactos que Larissa Svirsky mantuvo con el MI5 en el verano de 1942 formaron parte de una operación de contrainteligencia orquestada por los servicios secretos españoles

  • La información relativa al empleo de un submarino por parte de los italianos proporcionada por la Reina de Corazones resultó completamente falsa

Larissa Svirsky de Romero, la agente doble que consiguió confundir al Servicio de Inteligencia británico.

Larissa Svirsky de Romero, la agente doble que consiguió confundir al Servicio de Inteligencia británico.

Todo parecía apuntar a que aquella potencial agente que el Abwehr alemán había supuestamente despreciado, estaba dispuesta a ofrecer a los británicos una información, de mucho valor en aquellos momentos, a cambio de dinero. Sería arriesgado entrar a precisar hasta qué punto Scherr llegó a creer que, como diría John le Carré, había encontrado un "auténtico tesoro". No obstante, según se deduce de lo que el propio Scherr dejaría por escrito, parece ser que, en un principio, el Secret Intelligence Service realmente albergó la esperanza de que la información que pudiera aportarles ayudase a combatir la campaña de sabotajes puesta en marcha por italianos y alemanes o algo aún de mayor trascendencia, como era proporcionarles pruebas de la implicación de las autoridades españolas en acciones de guerra en favor del Eje.

Tal como el propio Scherr se lamentaría en el voluminoso informe que escribió al final de la guerra, la información relativa al empleo de un submarino por parte de los italianos proporcionada por la Reina de Corazones resultó completamente falsa. Pero más allá de este hecho en sí, tal vez lo más interesante es que aquella historia del submarino coincidía exactamente con la que el Servicio de Información de la Regia Marina había decidido difundir con objeto de salvaguardar el secreto de sus bases en la comarca y evitar de paso complicaciones a España en su posición internacional. Por lo demás, aquella historia había sido también la que sus agentes habían indicado a los Gamma que declarasen en el caso de ser capturados por los británicos y de hecho, era la que los detenidos por la guardia Civil, habían contado durante su posterior interrogatorio.

Por otra parte, se trataba de la versión que más convenía a los intereses de España al resultar tremendamente útil a la hora de desvirtuar cualquier posible acusación de tolerancia, connivencia o colaboración de sus autoridades en una acción de guerra contra intereses aliados. No es de extrañar pues que, tanto para Roma como para Madrid, la versión del submarino siempre se plantease como la versión oficial de los hechos. Una versión que tenía además la ventaja de ser una de las posibilidades mas creíbles de cuantas barajaban los propios británicos. Así lo demostraban los vuelos de reconocimiento de los hidroaviones y el despliegue de las patrullas de vigilancia antisubmarina que Antonio había podido observar en las horas siguientes al primero de estos ataques.

Desde esta perspectiva, no sólo se matizan las razones que aquel 22 de septiembre de 1942 podrían haber llevado a Larissa Svirsky hasta la sede de la Field Security Police en Gibraltar, sino que se explica la falsa versión del desarrollo de los ataques que, sin apartarse lo más mínimo del guion oficial, deliberadamente había proporcionado aquel día a David Scherr. Tras la rendición de Italia, una vez el MI5 pudo tener acceso a lo que realmente había ocurrido, el propio Scherr dejaría escrito: "El informe (que nos proporcionó la Reina de Corazones) ofrecía una versión falsa de lo que realmente había sucedido, al afirmar que el ataque había sido efectuado desde un submarino cuando (ella) sabía perfectamente que se había llevado a cabo desde la costa...".

Las primeras dudas sobre la fiabilidad de aquella nueva fuente surgieron cuando apenas habían transcurrido un par de semanas del que había sido su primer encuentro. David Scherr dejaría por escrito como, a diferencia de la ocasión anterior, "la Reina de Corazones afirmaba ahora que (en lugar de un submarino) el último de los ataques procedía de Villa Carmela y que creía que el ataque anterior también procedía de allí".

Este cambio radical respecto a sus primeras declaraciones, había puesto además al MI5 frente a un preocupante dilema. Poco antes, había llegado a sus manos un importante documento, firmado precisamente por Romero Hume en calidad de ayudante de Marina, en el que este informaba al Estado Mayor de la Armada de los recientes ataques de los buceadores italianos afirmando que estos habían sido transportados hasta la Bahía a bordo de un submarino. Si se daba crédito a la segunda de las versiones proporcionada por la Reina de Corazones, entonces el contenido del informe que su marido había enviado a sus superiores era consecuentemente falso.

Basta repasar la literalidad de las ordenanzas en vigor para hacerse una idea de las gravísimas consecuencias que, en el ámbito militar, supone un hecho de estas características especialmente si tiene lugar en tiempos de guerra. Pues bien, cuando los agentes del MI5 le pidieron a Larissa Svirsky que diese una explicación al hecho de que su marido hubiese mentido deliberadamente a sus mandos, su única respuesta -según se recoge en el preceptivo informe- había sido que "este no se había atrevido a poner toda la verdad". Precipitada excusa sin duda, que sólo resultaría creíble tras aceptar que el comportamiento de aquel oficial de la Marina española era un muestra difícilmente superable de la indisciplina más insólita, la irresponsabilidad más deshonrosa o la más peligrosa incompetencia.

Pero teniendo en cuenta que jamás fue amonestado por ello, ni siquiera después de que -ya de forma indiscutible- el Estado Mayor de la Armada tuviese precisa constancia de la forma en que verdaderamente se habían desarrollado aquellos ataques, o el destino con el que resultó premiado tras su servicio en el Campo de Gibraltar, resulta imposible descartar que la redacción del escrito de marras se había efectuado siguiendo instrucciones superiores. Si a ello se une la facilidad con la que los británicos habían accedido al mismo y las vías por las que supuestamente lo habían obtenido, lo que se va dibujando se parece mucho a una operación de contrainteligencia cuyo objetivo era mantener a España libre de cualquier sospecha de colaboración en estas acciones.

Sin embargo, dentro de esta hipótesis, aún quedaría por explicar las razones que habían llevado a la Reina de Corazones a cambiar su primera versión -o sea la del submarino- para fijar la atención de los británicos en Villa Carmela. Cualquiera ajeno al contexto en el que se produjeron los hechos, llegaría a la precipitada conclusión de que, al proporcionarles aquella información, la agente doblehabía prestado a los británicos un importantísimo servicio al darles cumplida referencia de la base desde la que realmente habían partido los sabotajes italianos. Pero los hechos demuestran que la cosa no es tan simple.

Hay que comenzar por tener en cuenta que, después de aquellas dos acciones protagonizadas por el Gruppo Gamma en la Bahía, el Estado Mayor de la Regia Marina había decidido que la iniciativa de las acciones en aguas de Gibraltar debía pasar a los maiali y en consecuencia, a la nueva base del Olterra. De tal suerte que, considerando que todo rastro de las anteriores operaciones había sido ya convenientemente eliminado, cualquier inspección de Villa Carmela habría resultado un auténtico golpe en el vacío. De aquel lugar ya no era posible obtener nada que pudiese demostrar el uso que se le había dado y mucho menos, sustentar una protesta británica contra España. De manera que alimentar las sospechas del enemigo fijando su atención en la residencia de los Ramognino, era una buena forma de alejarla del puerto de Algeciras y del Olterra.

Una evidencia más en apoyo de esta tesis la proporciona el hecho de que Giulio Pistono, baluarte de la Decima y del Servizio de Informazione Secrete de la Regia Marina en la comarca, se dedicase por aquellos días a dejar abandonados trajes y equipos de buceo en lugares bien visibles de las playas de Campamento y Puente Mayorga. Algunos de estos trajes fueron encontrados por mi buen amigo el Dr. Abelardo García Balaguer; entonces un niño residente en aquel tramo de costa y un entusiasta del buceo que, ya terminada la guerra, aún seguiría utilizándolos en sus inmersiones. Finalmente, no sería la última vez que, como se recoge en el diario del propio Antonio Ramognino, el SIS italiano utilizara su presencia en Villa Carmela para poner en marcha maniobras destinadas a confundir al servicio de Inteligencia británico.

Todo ello no hace sino cobrar fuerza a la idea de que los contactos que Larissa Svirsky mantuvo con el MI5 en el verano de 1942 bien pudieron formar parte de una operación de contrainteligencia orquestada por los servicios secretos españoles; una operación en la que no es posible descartar la existencia de cierta coordinación con el SIS italiano.

Pero lo más importante a la hora de juzgar el alcance de sus declaraciones sobre Villa Carmela es el veredicto final que el propio MI-5 emitiría sobre la utilidad de esa información; veredicto que condensaría en una frase de una contundencia realmente definitiva: "Aquella información -escribiría Scherr- nos llegó demasiado tarde para que nos resultase de utilidad, porque los italianos habían cambiado ya de táctica y usaban torpedos humanos desde el petrolero Olterra".

A la postre, la aportación de la Reina de Corazones no sólo no había servido para combatir las acciones de sabotaje de la Decima MAS sino que, por el contrario, hasta en dos ocasiones había contribuido a confundir a la Inteligencia británica sobre el origen de las mismas. Y lo había hecho además de forma bastante efectiva, sirviendo con ello a los intereses de España y al tiempo que facilitaba la ejecución de las futuras operaciones que los medios de asalto italianos efectuarían, esta vez con el Olterra como base, en lo que quedaba de 1942 y 1943.

No sería aquella la última vez que Larissa Svirsky intentaría servir información contaminada al MI5. No obstante y a juzgar por el contenido de los informes oficiales, su credibilidad había comenzado bien pronto a ser cuestionada; concretamente, desde su cambio de versión sobre los ataques de los Gamma. A ello se sumaría el hecho de que el prometido traje de buceo italiano nunca llegaría a poder de los británicos. Es más, lo más interesante que, según Scheer, la Reina de Corazones llegaría a proporcionarles fue un manual alemán de radio-detección que, en su opinión, no valía ni de lejos, las mil libras que estahabía exigido por él.

De hecho, la conclusión con la que el agente del Intelligence Corps que la había captado cerraría su informe sobre el material que, adornado siempre con mil historias de lo más alambicado, Larissa Svisrky le fue proporcionando, fue que su valor nunca fue más allá de una libra y una bolsita de caramelos; precio que, por otro lado, fue el que, tras el fiasco de las mil libras, pronto acostumbraron a pagarle por sus servicios. Al final, el captain Woodford, no pudo sino reconocer ante sus superiores que, a pesar de los esfuerzos desplegados, "por desgracia nunca se había obtenido nada" de lo que él denominó "los montajes" de la Reina de Corazones.

De tal suerte que, dos años después de la ejecución de G.S. 2 y tras comprobar -a través de un agente infiltrado- que en varias ocasiones había intentado no sólo intoxicarles con información falsa sino obtener datos de interés militar para el Eje, el MI5 había llegado a una conclusión que, de forma inapelable, quedaría recogida por escrito en el informe final de Scheer: "(Lo sucedido) muestra con claridad que ella -Queen of Hearts- continua trabajando para los alemanes". La única duda que mantenían entonces era si lo hacía de "motu propio o como ayudante de su marido, Manuel Romero Hume, al que se considera un agente alemán".

Era lo que convenía a la Regia Marina para salvaguardar el secreto de sus bases y a España para desvirtuar cualquier posible acusación de colaboración

Así se explica un hecho que difícilmente hubiese tenido lugar si los servicios prestados por Larissa Svirsky a la causa aliada hubiesen sido tales. El nombre de Manuel Romero Hume es uno de los pocos que los británicos incluyeron en el dossier de protesta que el Foregin Office, a través de su embajador en Madrid, enviaría al Conde de Jordana, Ministro de Asuntos Exteriores de España, denunciando las actividades que oficiales del Ejército y la Armada así como civiles españoles venían realizando, según ellos, al servicio del Eje.

Resulta más que evidente que al final, el Servicio de Inteligencia británico no había tenido más opción que asumir la realidad. Cosa que, sin duda, hicieron con cierta gallardía y sin poner paños calientes. Al fin y al cabo, eran más que conscientes de que esos son los riesgos que conlleva trabajar con agentes dobles. De todas formas, aún debe quedarles el consuelo de no ser los últimos en dejarse envolver en una maniobra con el sello de la Reina de Corazones.

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