Pepe Rincón, un balono en estado de 'tri-felicidad'

Real Balompédica Linense | Tercera Federación

El primer hat-trick de la carrera del extremo tiene "un sabor especial" como jerezano "por ser ante el Cádiz"

"Nos hacía mucha falta ganar, queremos ascender y no podemos ir empatito a empatito", asume

La crónica: (0-4) Una Balona imperial aniquila al líder

Pepe Rincón, este lunes en el Ciudad de La Línea
Pepe Rincón, este lunes en el Ciudad de La Línea / Erasmo Fenoy

Pepe Rincón es, desde el domingo a la hora del almuerzo, el ejemplo de hombre feliz. El hat-trick que firmó sirvió para que su equipo, la Real Balompédica Linense, soterrase las dudas que habían levantado sus dos empates precedentes al vencer 0-4 al Cádiz Mirandilla, el hasta entonces líder del grupo X de Tercera Federación. Pero también le dejó lo que él mismo define como “una sensación especial”. Por un lado porque era el primer triplete como futbolista profesional (¿antes? cuando era chiquitillo). Y por otro, porque por su condición de jerezano y exxerecista, “marcar en el campo del Cádiz es hacerlo en el de tu rival, por decirlo de alguna manera”. “Vivir un día así es muy bonito”, recalca mientras se le escapa una sonrisa cómplice.

Con independencia del valor añadido en lo personal, el extremo asume que a la Balompédica le hacía “muchísima falta ganar” después de varias jornadas en las que no conocía la derrota “pero no terminaba de arrancar”. “Queremos estar arriba y para eso no podemos andar empatito a empatito”, asume.

“No es que hubiese nerviosismo, pero sabemos todos que para ser un equipo que ascienda, que es nuestro objetivo, necesitamos ganar y por eso esta victoria es tan importante”, abunda, reflexivo.

De las tres dianas a las que puso firma en el Ramón Blanco de El Rosal, el extremo diestro se queda con la segunda, aquella en la que después de un desplazamiento en largo le robó la cartera en el mismo borde del área al meta local Fer Pérez, al que sorteó. “Fue pura intuición, porque era el más imposible”, relata.

“Vi que el portero iba, no iba, que el central lo mismo… botó la pelota y dije: ésta es la mía”, recuerda. “Además fue el gol más importante, resultó decisivo, ellos se vinieron un poco abajo desde ese momento”.

"En La Línea te sientes futbolista"

La conversación —porque lo que se pactó como una entrevista se transformó en una agradable charla futbolera— deriva hacia las diferencias entre clubes modestos de la categoría y entidades como la Balona o el Xerez Deportivo. Pepe Rincón es rotundo: “Aquí [en La Línea] te sientes futbolista”.

“Lo digo con el máximo respeto a mis compañeros de otros clubes, porque vengo del barro y sé de lo que hablo, pero no es lo mismo estar aquí y vivir para el fútbol, que es lo que uno sueña desde pequeño, que entrenar de noche y con la mayor parte de los jugadores llegando después de ocho horas de trabajo”.

“Claro, eso también supone una responsabilidad. Aquí si empatas en casa la gente se encabrona, te quieren matar, pero cuando llegas a la Balona sabes a lo que vienes y la presión también forma parte del atractivo de un club como este”, recalca.

Uno de los grandes retos de la Balompédica esta temporada, tras consumarse su descenso, ha sido arrancar desde cero absoluto en lo que a la confección del plantel se refiere: “No conocíamos cómo jugaba nadie y al principio afectó”.

El delantero jerezano de la Balona Pepe Rincón
El delantero jerezano de la Balona Pepe Rincón / Erasmo Fenoy

“¿La pretemporada? Puede ser que nos perjudicase el exceso de euforia que generó, porque después perder con el Chiclana de la primera jornada pareció una catástrofe”, recuerda.

“Pero después de las dos derrotas empezamos a crecer, te vas conociendo, sabes cómo se mueve cada uno… y empiezan a salir las cosas”, dice. “Era cuestión de tiempo”.

“Yo entiendo que el público se desencantara”, comenta con naturalidad en referencia al arranque liguero. “La gente venía de tres años malos, de dos descensos, y era comprensible que se pusiese nerviosa muy rápido, pero nosotros no debemos dejar que eso nos condicione. Yo entro al campo y me focalizo en lo que sucede dentro, el público tiene derecho a expresarse”.

“Pongo por ejemplo el empate con el Lucena”, desliza. “La afición se fue desencantada, pero nadie repara en que nosotros entrenamos toda la semana en los anexos. Es un campo de césped sintético, la mitad que este —señalando al terreno de juego del Ciudad de La Línea—, así que al final eres el local pero pareces que juegas de visitante, porque extrañas el campo”.

"Todos los domingos no vamos a ganar cuatro a cero"

“Tampoco hay que volverse loco con lo de Cádiz, por decirlo de alguna manera, no es real. Ojalá me equivoque, pero no vamos a ganar todos los domingos cuatro a cero”, advierte.

“Lo del domingo con el Dos Hermanas es otra guerra y no va a resultar fácil, seguro”, insiste. “Yo no creo que tengamos más problemas en casa que fuera, son partidos. De verdad no creo que juguemos mejor fuera que dentro”.

El atacante no deja pasar la oportunidad de subrayar que la mejora competitiva del equipo tiene mucho que ver con su aumento en la solidez defensiva. “Antes, con nada, nos metían un gol; ahora ni nos llegan. De hecho, el Mirandilla apenas hizo cuatro disparos en todo el partido y era el líder”.

El trigoleador, durante la entrevista con 'Europa Sur'
El trigoleador, durante la entrevista con 'Europa Sur' / Erasmo Fenoy

En lo personal, reconoce que llevaba semanas sintiendo la necesidad de marcar, “aunque yo soy más de sacar centros, paredes y llegar a la línea de fondo, pero al final lo que cuentan son los números”.

“Todos sabemos cómo funciona esto: si metes quince goles eres un monstruo; si metes dos eres una mierda”, abunda.

Una cena a cambio de ocho goles y doce asistencias

Esas cifras a las que se refiere señalan que lleva cuatro tantos y otras tantas asistencias desde que comenzó la temporada. “Pienso terminar con ocho goles y siete asistencias”, se pone como objetivo.

Y, entre risas y con un apretón de manos, acepta una apuesta: si llega a ocho goles y doce asistencias, será recompensado con una cena en un escenario que él podrá elegir. “El trato está hecho”, se despide desde la bocana de vestuarios, mientras va dándole vueltas al reto. "Son números para un traspaso, que supone veinte goles ¿eh?".

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