Emilio Fajardo: "La Balona es el transatlántico de la Tercera Federación; va a ascender, pero no en diciembre"
Real Balompédica Linense | Tercera Federación
El exjugador albinegro, que regresa el domingo a La Línea como entrenador del Dos Hermanas, se deshace en elogios para el club y para la ciudad
El benidormense Emilio Fajardo vistió los colores de la Real Balompédica Linense temporada y media entre los ya lejanos 2002 y 2004. Llegó a jugar una fase de ascenso a Segunda B, aquella en la que su equipo quedó emparejado con Díter de Zafra, Granada CF y La Roda. Después de aquello siempre expresó en público y privado su respeto y carfiño por la Balona y por La Línea. Tanto que no le tembló el pulso en enfundarse la camisola albinegra para participar en el homenaje al que había sido su presidente, Alfredo Gallardo… cuando era entrenador del Algeciras.
Como entrenador ha ascendido precisamente al conjunto del Nuevo Mirador y al Marbella y ha llevado al play-off al Pozoblanco y al Xerez Deportivo. El domingo aquel banda que por entonces lucía frondosa melena, regresa, con otro look, como preparador del Dos Hermanas, al que literalmente ha resucitado. Es el eterno candidato a ser el inquilino del vestuarios de los técnicos en el Ciudad de La Línea. De momento solo eso, el candidato.
¿Qué da más miedo, una Balona que ha vencido 0-4 en el campo del líder o un Dos Hermanas que ha ganado cinco de cinco desde que cambió de entrenador?
—La Balona, por supuesto. Es el auténtico trasatlántico de la categoría y siempre va a ser el favorito, juegue donde juegue. No es miedo, porque en el fútbol no hay que tener miedo a nadie, pero respeto todo.
¿Piensa que la Balona puede distraerse un poco con ese marcador sobre el Cádiz Mirandilla?
—Para nada. Todos sabemos que cada partido es un mundo y que hay muchísima igualdad. Si analizas el encuentro con el Cádiz B, ves que ellos también tuvieron sus opciones. La Balona fue muy dominadora y mereció el resultado, pero si llega a entrar el disparo al poste, cambia todo. En esta categoría cualquier detalle te altera el contexto del partido. Y sí, la Balona va a ascender, porque tiene que hacerlo, pero todos los que están ahí saben que no va a ser un paseo.
Usted es un trotamundos, dicho con el mayor de los respetos. ¿Aún siente ese pellizco cuando vuelve a lugares en los que ha estado, como sucederá el domingo en La Línea?
—Claro que sí. Sobre todo en los sitios donde me han tratado bien y me he sentido bien. Mis dos años en La Línea fueron excepcionales. De ese triángulo La Línea–Algeciras–Ceuta sólo puedo hablar maravillas. Son lugares donde siento cariño y respeto, y la gente me recibe fenomenal. Tengo muchos amigos en el Campo de Libertad y por supuesto en La Línea, y siempre me han tratado muy bien. Esto va más allá de los colores que uno defienda. La gente de La Línea consigue que quieras a su ciudad, que te sientas uno más allí. Y eso se agradece. Para mí, aquel tiempo entre vosotros fue muy especial.
Futbolísticamente, ¿qué recuerda de aquellos años?
—Era un fútbol distinto, aunque al final todo lleva al mismo sitio. Vivíamos con la misma presión y las mismas exigencias: la Balona tenía que estar arriba y no podía permitirse estar en Tercera. Cada partido era una final. El club hacía un esfuerzo enorme porque Alfredo [Gallardo] siempre quería tener a los mejores de la categoría. La afición se identificaba muchísimo con la Recia. Hay cosas que cambian con los años, pero otras permanecen: igual que entonces, la Balona no puede estar en Tercera.
Vamos al presente. ¿Qué ha hecho en el Dos Hermanas para pasar de ganar dos de ocho a cinco de cinco? Igual es que Emilio Fajardo tiene esa varita mágica de la que tanto se habla.
—Para nada. De varitas mágicas nada de nada. Siempre lo dije: detrás hay mucho trabajo. Ahí están mis números desde que salí del Betis: cuando he entrenado en la categoría, o he ascendido o he jugado play-off. En el Dos Hermanas conseguí que los jugadores confiaran en el mensaje y en ellos mismos. Son futbolistas muy buenos: algunos contrastados, otros con hambre de futuro. Solo había que convencerles de que eran buenos. Creo que el mensaje ha calado y lo están demostrando. No solo estamos ganando: estamos ganando con mérito, y así todo sabe mejor.
Ya la tendrá más que estudiada ¿qué es lo más peligroso de la Balona?
—Su potencial ofensivo. Cuando recupera el balón es un equipo muy vertical y busca la portería siempre. Para los rivales es incómodo. Hay equipos que se enredan más, pero la Balona tiene una idea muy clara: recupera y quiere hacer daño. Si necesita diez toques, los da; si puede resolver en dos, también. Es un equipo muy camaleónico y eso lo hace especialmente peligroso.
¿Le sorprendieron los titubeos que mostró el equipo en algún momento de la temporada?
—No. La presión del ascenso está ahí y hay que aprender a convivir con ella. Nadie asciende en septiembre ni en diciembre. Esa necesidad de agradar y sumar de tres en tres pesa. Cuando firmas allí sabes a lo que vas. Hay quien lo maneja mejor y quien lo lleva peor. Creo que cuerpo técnico y jugadores están aprendiendo a dejar esa presión a un lado y a pensar más en la semana a semana. Ese es el éxito. Cuando queden cuatro, cinco o seis jornadas veremos realmente qué objetivo está consiguiendo cada uno.
Y, a todo esto, ¿qué Dos Hermanas veremos en La Línea?
—Un equipo muy parecido a la Balona, con una idea clara. Un equipo ofensivo, como siempre me ha gustado. Ya me conocéis: no titubeo. Me gusta atacar, que el equipo vaya arriba y que no dude en ir a por el partido, sea quien sea el rival. Me gusta que tratemos bien el balón. Y los números lo avalan: somos un equipo muy ofensivo.
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