El colegiado zamorano Carlos Pérez Fernández, que el sábado se constituyó en triste protagonista del encuentro que disputaron Real Balompédica y Villarreal B en el Municipal (1-2) es médico de profesión, ejerce en el departamento de Medicina Interna de Aranda de Duero, comenzó su andadura en el mundo del arbitraje cuando tenía quince años y ascendió a la ahora extinta Segunda B en 2017.

“Cuando no se viste de corto y porta tarjetas y pito, este zamorano trabaja como médico en el departamento de Medicina Interna de Aranda de Duero. Su pasión por el arbitraje no se limita a los terrenos de juego, y siempre que puede se acerca a la Federación de Castilla y León en Valladolid, donde reside habitualmente, o la Delegación Provincial de Fútbol de Zamora para participar en las tareas de docencia y formación de los nuevos colegiados”, explicaba La Opinión de Zamora (El Correo) en 2019

“Su labor como juez dentro de un rectángulo de juego comenzó a la pronta edad de 15 años, cuando los campos de tierra, por no decir de piedras, eran la normalidad en esta provincia. Su primer encuentro fue un enfrentamiento entre los conjuntos benjamines del Corazón de María y el Amor de Dios. Este choque tan católico se disputó en los ya míticos terrenos de juego del CEI”, añadía.

“Con 18 años se traslada a Pamplona (Navarra) para estudiar la carrera de medicina y continúa arbitrando en la categoría provincial hasta el año 2007, cuando por fin llega su salto a Regional Preferente. En apenas tres años, a los 24 años de edad, consigue volver a dar un paso adelante en su carrera arbitral y comienza a formar parte de los tríos arbitrales de Tercera División. No obstante, regresa a Preferente en 2012 y se mantiene en la categoría hasta que en 2014 retorna a Tercera. A partir de la temporada 17/18 se consolida en Segunda División B y desde entonces recorre todo el país dirigiendo encuentros de la categoría de bronce”, explica la información.

“Carlos Pérez destaca que puede compaginar su pasión por el fútbol con su carrera profesional gracias a la flexibilidad que le permiten sus compañeros en el hospital: "Desde el primer momento ellos me han ayudado para que pueda viajar, sino sería imposible". Como enamorado del arbitraje que es, siempre ha estado disponible para hacer crecer esta profesión (todavía tan incomprendida). Trabaja mano a mano con la Federación de Castilla y León y la Delegación Provincial de Zamora”, donde ha llevado a cabo una intensa labor para unir el arbitraje a las mujeres.