Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
EL líder del PSOE exhibió recientemente ante los españoles al equipo con el que aspira a gobernar el país en el (improbable) caso de que su partido esté en condiciones numéricas de hacerlo tras las elecciones del 26-J. Lo llamativo de su presentación fue que el Sr. Sánchez no recurrió, en contra de lo que sería previsible, a figuras prestigiosas como Churchill o Lincoln para armar su discurso y que ni siquiera echo mano del argumentario de algún compañero instruido como Alfonso Guerra (que, aunque solo fuese para matarlo, se acordó de Montesquieu). El candidato socialista estructuró su mensaje político a base de citas de... ¡Luis Enrique, Pep Guardiola y Di Stéfano! Lógicamente, con tan insignes pensadores, la enjundia de sus frases estaba garantizada: "el PSOE gana cuando es el PSOE", "el mayor riesgo es no arriesgar" o "ningún jugador es tan bueno como todos juntos". Cada vez se extiende más entre nuestros políticos esta curiosa costumbre de recurrir a la jerga deportiva para hilvanar los mensajes que lanzan a sus electores y uno no sabe si atribuir esta práctica a la cortedad intelectual de su auditorio, a su propia incapacidad para sobrepasar el nivel de erudición del diario Marca o... a ambas cosas a la vez.
Una de las expresiones que con más éxito se ha trasladado desde el césped a los mítines políticos ha sido: "dejarse la piel". Ángel Acebes ya afirmó, en su despedida del PP, haberse dejado la piel por el partido, su sustituta Dolores de Cospedal, para no ser menos, juró hacer lo mismo. El presidente de la Generalidad (ese personaje que parece recién salido de un episodio de Los Simpsons) prometió dejarse la piel por la independencia de Cataluña. Al líder de Podemos ya no le queda piel que dejarse en las utopías (¿o distopías?) que nos ofrece y hasta Albert Rivera ha sucumbido a la tentación de dejarse la piel en busca de la gobernabilidad del país. Pero sin duda, la experta por excelencia en desprenderse de su tegumento es Susana Díaz. Impulsiva, excesiva y arrogante, la presidenta andaluza dice mejor que nadie (casi con el mismo empaque que una tonadillera de tronío) aquello de: "¡me dejaré la piel... por mi tierra!". Quizá los políticos debieran saber al respecto de tan recurrente expresión que, en el fútbol, quienes presumen de dejarse la piel en el campo son casi todos (Uli Stielike podría ser la excepción) jugadores con más voluntad que técnica donde el pundonor suplanta a la falta de destreza y, por otra parte, que artrópodos y réptiles se dejan la piel cuando se desprenden de su exoesqueleto para adoptar otra apariencia, esto es, la misma metamorfosis que suele ocurrirle a ellos entre el antes y el después de las elecciones.
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