Andalucía
  • Lo sucedido esta semana en el Parlamento andaluz es un ejemplo de la teatralización de la política que describe el catedrático Xavier Coller

  • Horas antes de la gran trifulca, todos los diputados del PP, del PSOE y de los otros partidos de la izquierda votaron de modo conjunto una reforma de un decreto

  • La teatralización, tan consustancial a los plenos, conlleva el riesgo de crear desafección, desconfianza hacia los políticos y actitudes violentas 

Parlamento andaluz: De prostíbulos y manadas

La campaña del PSOE sobre este 8-M. La campaña del PSOE sobre este 8-M.

La campaña del PSOE sobre este 8-M. / EFE

Broncas, trifulcas y algaradas. Los socialistas hacen suyo el lema que apoyaba la acusación de la víctima de la Manada para atacar a Juanma Moreno -"Moreno Bonilla, yo no te creo"- y los populares le recuerdan al PSOE "la ruta de los prostíbulos" del gerente de la Faffe, las putas y la coca del chófer de Francisco Javier Guerrero y los pagos por favores sexuales que se incluyen en el sumario del caso Koldo y sus amigos. Todo este quilombo, de putas y violadores, abucheos e insultos se profirieron en una misma sesión, la sesión de control al Gobierno andaluz de los jueves, la expresión máxima de la teatralización de la política. 

El portavoz del PP en el Parlamento andaluz, Toni Martín. El portavoz del PP en el Parlamento andaluz, Toni Martín.

El portavoz del PP en el Parlamento andaluz, Toni Martín. / Olmo/EP

Visto desde fuera y bajo ese único plano, el Parlamento andaluz parecía el jueves una Cámara a punto de estallar, consumida por un conflicto casi guerracivilista entre los dos grandes partidos, una algarada desagradable que incluso suspendió la habitual lectura del manifiesto del Día de la Mujer.

Sin embargo, un día antes todos los parlamentarios del PSOE, del PP y de los otros dos partidos de izquierdas votaban de modo conjunto la reforma de un decreto del Gobierno andaluz sobre la ley forestal y Doñana. Esta disociación entre la bronca política y la cooperación de los partidos en las instituciones ha sido analizada por el catedrático de Sociología y Ciencias Políticas Xavier Coller en un libro de reciente aparición donde le pone nombre a este fenómeno: La teatralización de la política en España, broncas, trifulcas y algaradas.

Xavier Coller, profesor en la Universidad Pablo Olavide, basa su estudio en una encuesta realizada a parlamentarios de las 19 cámaras legislativas, en medio centenar de entrevistas y ha analizado, entre otros datos, cuál es el grado de apoyo que han obtenido las leyes aprobadas desde 1977 hasta 2023.

El resultado resulta sorprendente porque, en el caso andaluz, muy similar al del Congreso, las leyes se han aprobado con un apoyo mayor del 85% del Parlamento, considerando respaldo tanto los votos afirmativos como las abstenciones. El PSOE de Juan Espadas, por ejemplo, se abstuvo ante la reciente subida del 18% de los sueldos de los altos cargos de la Junta, a pesar de que el PP ni las necesitaba, un claro ejemplo de refrendo implícito.

Para eliminar el factor de las mayorías absolutas en estos consensos, Coller ha ideado un índice de inclusión que mide del cero al uno el grado de participación de los partidos que no estén en el poder, en el que el cero es ningún otro y el uno son todos. En el Parlamento andaluz, el índice de inclusión roza el 0,70, que es alto, y en el Congreso de los Diputados, aún mejor: el 0,78.

José Ignacio García, de Adelante Andalucía, sostiene un melón en el Parlamento andaluz. José Ignacio García, de Adelante Andalucía, sostiene un melón en el Parlamento andaluz.

José Ignacio García, de Adelante Andalucía, sostiene un melón en el Parlamento andaluz. / María José López/EP

No obstante, este grado de consenso sí ha venido cayendo en los últimos años aunque se mantiene elevado. Los dos partidos donde hay más refractarios a considerar los argumentos del contrario como líneas rojas de imposible negociación son ambos de nueva aparición: Vox y Junts. De hecho, el Parlamento andaluz dejó de aprobar la declaración institucional del Día de la Mujer después de la irrupción de Vox, ya que éstas manifestaciones institucionales necesitan la unanimidad de la Cámara. 

La teatralización se concibe, así, como un modo de mediatizar el discurso, de tensionarlo para los muy cafeteros o, simplemente, para hacerlo más eficaz. José Ignacio García, que es uno de los dos parlamentarios de Adelante Andalucía, suele acompañar sus intervenciones de un objeto como señuelo para los medios -el último fue un melón-, porque no se concibe el espectáculo sin el público, y el público en estas ocasiones son los periodistas.

Fuera del pleno, todo cambia. En las ponencias, que se celebran a puerta cerrada, y en las comisiones el tono baja, se negocia y se pacta. Tal como subraya Coller, la política es la única profesión en la que las verdades se dicen a la espalda, no a la cara. Fuera del hemiciclo, se habla de otro modo, se bromea y hasta se hacen amigos.

Los riesgos de la teatralización

Sin embargo, la teatralización excesiva conlleva unos riesgos, como la aparición de la desconfianza entre los ciudadanos que no llegan a comprender esa disonancia entre enemigos que, después, pactan leyes y el contagio de la crispación a la población. La desconfianza lleva a la desafección de la política y la crispación a la violencia.

Cuando un dirigente llama a otro "hijo de puta" desde una Cámara o cuando otros llaman a rodear sedes de partido y a quemar muñecos como representación de un enemigo se rompen esas normas implícitas que hacen que el parlamentarismo funcione de modo adecuado. Éste sí es el riesgo que corre España, más acentuado en el Congreso y el Senado que en cámaras autonómicas como la andaluza.

Y es que una de las causas por las que se deterioran las democracias es la intolerancia entre contrarios, cuando el contrincante se convierte en un enemigo a batir, alguien que no merece la pena ser escuchado y con los que, por tanto, no es válido alcanzar acuerdos. 

Después de la movida sesión del jueves en el Parlamento andaluz, Juanma Moreno explicaba a los periodistas que sentía afecto por Juan Espadas y que lo consideraba una persona dialogante, de ahí que le extrañase la campaña que el PSOE había lanzado porque incluía una descalificación personal hacia él. A los ajenos al mundo de la política les llamará la atención, pero lo habitual es que parlamentarios de partidos contrarios compartan café, sean amigos e, incluso, compartan impresiones después de las sesiones más duras.

Tal como muestra Coller en su encuesta, en todos los partidos son mayorías quienes tienen amigos entre los rivales, si bien el porcentaje disminuye en el caso de Vox. En su libro recuerda la insólita despedida que el diputado de Podemos Alberto Rodríguez le dedicó a su rival popular Alfonso Candón, de El Puerto de Santa María. "Nunca pensé que iba a decir algo así en esta cámara y menos a un diputado del PP, pero lo echaremos de menos y le diré algo que es una de las cosas más bonitas que se puede decir: es usted una buena persona y le pone calidad humana a este sitio".  

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