El puerto en época Almorávide
Historia del puerto de Algeciras (V)
Historia. De los 16 jueces de Algeciras documentados en este período, tres procedían de familias locales y los 13 restantes habían llegado de otras ciudades andalusíes o de la otra orilla del Estrecho
Entre los años 1055 y 1086, el territorio de Algeciras formó parte del reino taifa de Sevilla. Sabemos que los sevillanos rehabilitaron su puerto y sus arsenales, estableciendo en la ciudad algunos barcos de guerra con los que poder controlar el Estrecho. Después de conquistar Algeciras, al-Mu'tadid envió su flota a su puerto con el fin de preparar el ataque contra la ciudad de Ceuta y con el objetivo de dominar el mar y asegurarse el control de las dos orillas. Sin embargo, en esta ocasión la escuadra andalusí fue rechazada por los ceutíes.
Mientras que esto ocurría en el Estrecho, en África, los almorávides habían comenzado su expansión hacia el norte. En 1070 ocuparon Fez y atacaron a los aliados del emir de Ceuta. Temeroso del avance de los norteafricanos, al-Mu'tamid ordenó al gobernador de Algeciras que reforzara las fortificaciones de Gibraltar. En el año 1082 el emir almorávide, Yusuf ben Tasufín, puso sitio a Ceuta y en septiembre se apoderó de la ciudad. Los almorávides se encontraban ya frente a Algeciras y a las puertas de al-Andalus.
Algeciras de los Almorávides (1086-1145)
En el año 1086, respondiendo a la solicitud de ayuda del rey de Sevilla, Yusuf ben Tasufín embarcó en Ceuta un ejército de quinientos jinetes y lo envió sin previo aviso a Algeciras. 'Abd Allah, el rey Zirí de Granada, relata con estas palabras el desembarco de los almorávides en la ciudad: Aún no habían llegado los emisarios de al-Muta'mid a Algeciras al fin de la jornada, cuando ya los soldados habían cruzado el mar tras ellos, y desembarcado en las atarazanas. La población de la ciudad vio que unos caballeros habían levantado un campamento, sin saber cuándo habían venido. El gobernador de Algeciras, al-Radi, no tuvo más remedio que entregarles la ciudad.
Los almorávides se esforzaron por incrementar los valores portuarios y defensivos de Algeciras para poder usar su puerto como cabeza de puente en conexión con el vecino puerto de Ceuta y mantener, de esta manera, una fluida comunicación con sus territorios norteafricanos de donde llegaban los contingentes de guerreros, bastimentos, comerciantes y hombres de religión. El abrigado puerto de Algeciras, con sus arsenales para la construcción y reparación de navíos, fue utilizado en numerosas ocasiones por los almorávides cuando pasaban tropas desde la orilla africana. En el año 1088 desembarcó por segunda vez Yusuf ben Tasufín en Algeciras con un numeroso ejército para hacer la guerra al rey de Castilla. En esta ocasión, el emir permaneció en la ciudad todo el mes de abril, hasta que partió con sus tropas hacia el norte.
De nuevo desembarcó el año 1090 en una tercera expedición. En el año 1102 realizó el emir su cuarto viaje a al-Andalus.
La relevancia que Algeciras adquirió durante los sesenta años en que fue fortaleza y base naval de los almorávides, está demostrada por el protagonismo que las fuentes árabes dan a la ciudad en las numerosas expediciones emprendidas por los emires norteafricanos, así como por haberse ubicado en ella una ceca para la emisión monetal, que bien pudo aprovechar la infraestructura de la fábrica de monedas existentes en la ciudad desde la época taifa.
En el aspecto cultural, se asiste a un florecimiento que tendría su apogeo durante el período almohade. Bajo la dinastía almorávide se inicia la tendencia de nombrar jueces no originarios de la ciudad. Frente a un juez de procedencia local, Muhammad ben al-'Uqabí, renombrado sabio experto en lengua árabe, los otros tres que están documentados, uno vino de Córdoba, aunque acabó estableciéndose en Algeciras, y los otros dos de Ceuta, pertenecientes a la familia de los Banu Samachún y de los Banu 'Achuz.
Los almohades diversifican los puertos del estrecho (1145-1230)
Hasta la irrupción del poder almohade en al-Andalus, Algeciras fue el único puerto de conexión (con Ceuta y Tánger) entre las dos orillas. En sus instalaciones portuarias desembarcaban o reembarcaban los soldados, caballos, impedimenta, hombres de religión, mercaderes, cautivos, peregrinos, etc., que llegaban desde el Norte de África o retornaban a las tierras del Magreb. Pero cuando los almohades crucen el Estrecho y se hagan dueños de al-Andalus en 1145, al mismo tiempo que reestructuran las viejas circunscripciones político-administrativas, fundarán una nueva ciudad en el monte Gibraltar y habilitaran nuevos espacios portuarios y urbanos en Tarifa.
Aunque el puerto de Algeciras eran el mejor para el tránsito del Estrecho, los almohades eligieron frecuentemente para cruzar sus ejércitos a este lado del mar, la costa de Tarifa que, en la playa de Los Lances, disponía de una amplia llanura donde poder ir instalando a los hombres que las embarcaciones iban trasladando desde la orilla africana, los caballos y la abundante impedimenta.
Como la ciudad de Algeciras no disponía de un espacio adecuado para dar cabida a tantos soldados ?a veces ejércitos formados por más de 20.000 hombres que tardaban varios meses en cruzar el Estrecho? los norteafricanos edificaron el recinto norte de Tarifa, para poder instalar a sus tropas expedicionarias mientras que cruzaban el mar.
De las noticias aportadas por las fuentes y de los testimonios arqueológicos conservados, se puede avanzar que los almohades diversificaron los enclaves urbanos y portuarios de la orilla norte del Estrecho para reforzar su presencia ideológica y política manteniendo la vieja urbe andalusí (Algeciras) como base naval y centro mercantil, religioso y cultural, de la región del Estrecho. El protagonismo de Algeciras durante la etapa almohade está avalado por las fuentes geográficas, históricas y, sobre todo, por los diccionarios biográficos que señalan a este período como el más floreciente, desde el punto de vista religioso, cultural y económico de toda la etapa musulmana.
De los dieciséis jueces de Algeciras documentados en este período, tres procedían de familias locales y los trece restantes habían llegado de otras ciudades andalusíes, como Córdoba, Jaén, Niebla, Sevilla, Jerez, o desde la otra orilla del Estrecho. La ciudad, en la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII, fue un lugar al que acudían sabios y estudiantes de diversos lugares atraídos por la fama de las élites intelectuales establecidas en ella. Tarifa, Algeciras y, en algunos casos, Gibraltar desde su fundación en 1160, fueron puertos utilizados por los califas almohades para desembarcar las tropas o venir ellos mismos para supervisar las obras emprendidas en Gibraltar o Sevilla. A diferencia de los almorávides, las travesías de tropas se multiplicaron en tiempo de los almohades, así como el número de combatientes que pasaron a al-Andalus. No cabe duda de que este continuo trasiego de hombres, caballos y pertrechos, y la demanda de productos alimenticios y de labores artesanales para el abastecimiento de la tropa reavivaría la economía de las ciudades del Estrecho, sobre todo de Algeciras y de la gran base de desembarco que era Tarifa.
Antonio Torremocha. Licenciado en Historia. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007)
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