Personajes históricos del Campo de Gibraltar

Abderramán III y las atarazanas de Algeciras

  • El mandatario arrebató Algeciras a los rebeldes de Umar ben Hafsún y mandó construir los arsenales en el puerto de la ciudad

El frente marítimo de Algeciras en 1915. Señalado con una flecha el Ojo del Muelle visto desde del mar.

El frente marítimo de Algeciras en 1915. Señalado con una flecha el Ojo del Muelle visto desde del mar. / E. S.

El emir Abderramán ben Muhammad nació en Córdoba el 7 de enero del 891. Comenzó a reinar en el 912, a los veintiún años de edad. Desde que asumió el poder tuvo que hacer frente a la rebelión que, desde el año 880, el hispano-visigodo Umar ben Hafsún, desde su fortaleza de Bobastro, en la sierra de Málaga, amenazaba con destruir la unidad del Emirato.

Cuando Abderramán ocupó el trono, amplios territorios del sur de al-Andalus, desde Tarifa hasta Almería, obedecían al rebelde convertido al cristianismo. Por fin, después de tomar numerosos castillos y someter a su autoridad a las principales ciudades que seguían a Ben Hafsún y a sus hijos, logró entrar en Bobastro en el año 918 y conducir a Córdoba el cadáver del rebelde y a sus vástagos presos. Pacificada al-Andalus, tras casi cuarenta años de enfrentamientos, en el año 929 Abderramán III tomó el título de Califa, asumiendo el poder político y, también, el religioso sobre todos los musulmanes, en igualdad con los fatimíes norteafricanos y los califas chiíes de Bagdad.

A principios del siglo X, Algeciras era una ciudad portuaria de enorme importancia estratégica. Desde el año 901 su gobernador era uno de los seguidores de Umar ben Hafsún. Por su puerto le llegaba al rebelde de Bobastro la ayuda ideológica y las armas y vituallas que necesitaba para mantener el alzamiento contra Córdoba y que le enviaban sus aliados los fatimíes desde Túnez. Esa circunstancia hacía necesario que el emir lograra tomar la ciudad a los rebeldes para impedir, de esa manera, la ayuda que le pudiera llegar a los hafsuníes desde la otra orilla.

Restitución ideal del arco colmatado o puerta de ingreso a las atarazanas y al puerto interior de Algeciras demolido en el año 1918. Restitución ideal del arco colmatado o puerta de ingreso a las atarazanas y al puerto interior de Algeciras demolido en el año 1918.

Restitución ideal del arco colmatado o puerta de ingreso a las atarazanas y al puerto interior de Algeciras demolido en el año 1918. / E. S.

El 5 de mayo del año 914, Abderramán III abandonaba la capital del emirato al frente de un poderoso ejército y se dirigió a Algeciras, que como se ha dicho estaba gobernada por un wali leal a Umar ben Hafsún. Refiere el historiador Ben Hayyán que el emir, después de haber atravesado las montañas de Málaga, “se aproximó a la fortaleza de Lawra (probablemente Castellar o Jimena), cercana a Algeciras… Como sus defensores habían huido, los hombres del sultán entraron en ella y la saquearon. Después se dirigió a Algeciras, capital de la zona, entrando en la ciudad el jueves día 1 de junio del año 914, permaneciendo en ella unos días para atender a su gobierno y a su defensa costera…

Ben Hafsún y los suyos tenían en aquel puerto algunas naves que enviaba a la costa africana para aprovisionarse de cuanto necesitaban y que habían levado anclas para alejarse de las tropas omeyas… Pero fueron perseguidas y, una vez amarradas a la orilla, el emir las hizo quemar en su presencia. Esto fue visto desde las comarcas vecinas por la gente de Casares, Castellar y Gaucín, provocando que se inclinaran a la obediencia. Luego se cuidó, durante su estancia en Algeciras, de dominar el mar y asegurarse el control de las dos orillas. Hizo traer naves con tripulaciones honradas desde Málaga y Sevilla y las apostó en el puerto de Algeciras”.

Antes de retornar a Córdoba, mandó construir unas atarazanas (quizás reconstruir, pues estos arsenales están documentados desde mediados del siglo VIII) para que sirvieran de base a la escuadra omeya. En el siglo XIV, el compilador al-Himyarí refiere que en Algeciras “había un astillero para la construcción naval que fue edificado para su flota por el emir de los creyentes Abderramán ben Muhammad. Lo hizo construir sólidamente y rodear de elevados muros”.

Según el historiador Ben Jaldún, “en el año 915 Abderramán III en persona se presentó en Algeciras para revisar los nuevos barcos que se construían en sus atarazanas”. En marzo del año 931, cuando iba a emprender la conquista del Norte de África, una escuadra omeya, al frente de la cual se hallaba el almirante Faray ben Ufayr, se concentró en el puerto de Algeciras antes de zarpar con el ejército para tomar la ciudad de Ceuta. En mayo del mismo año se volvió a reunir en Algeciras una potente flota formada por ciento veinte navíos y más de siete mil hombres.

En el siglo XI, los reyes hammudíes, cuando establecieron el reino taifa de Algeciras, como los bereberes habían incendiado la sede del gobierno, transformaron las atarazanas en su alcázar. Cuando los almorávides desembarcaron en Algeciras en el año 1086, escribe Abd Alláh, el último rey zirí de Granada, que lo hicieron en las atarazanas de la ciudad aprovechando la oscuridad de la noche.

Puerta de las atarazanas de Salé, junto a la ciudad de Rabat. Puerta de las atarazanas de Salé, junto a la ciudad de Rabat.

Puerta de las atarazanas de Salé, junto a la ciudad de Rabat. / E. S.

Después de que Alfonso XI entrara en Algeciras en marzo de 1344, las atarazanas continuaron activas. El concejo de la ciudad debía mantener en ellas a sus expensas dos galeras para la flota del rey. En 1360 era alcaide de las atarazanas un caballero de nombre Martín Yáñez. Cuando la ciudad fue destruida por el sultán de Granada en torno al año 1379, estos arsenales también fueron inutilizados. El cronista Ortiz de Zúñiga asegura que los musulmanes, para impedir su uso en el futuro, cegaron el canal de acceso al puerto interior. Dicho puerto ocuparía el espacio que hoy forma la plaza del Mercado, al que accedían las embarcaciones a través del gran vano conocido en el siglo XX como el Ojo del Muelle. Este vano, colmatado varios metros por la arena de la cercana playa, que se menciona en la Crónica de Alfonso XI con el nombre de Puerta del Mar y, antes, con el de Bab dar al-sina’a o Puerta del Arsenal, estaba rematado con un arco apuntado y se conservó intacto hasta el año 1918, cuando fue demolido para ampliar una calle que conserva su nombre moderno.

Era de ingreso recto y estaba abierto en la muralla que daba al mar en la actual calle que mantiene el nombre de Ojo del Muelle. Sus dimensiones eran 6,50 o siete metros de anchura por unos nueve de altura (suficientes para permitir el paso de las embarcaciones). Por su canal penetraba el agua del mar comunicando la bahía con el puerto interior. Un paralelo de esta monumental puerta lo encontramos en Salé, junto a la ciudad de Rabat, que las fuentes árabes denominan Bab Mrisa, es decir Puerta del Mar, construida por los meriníes entre 1260 y 1270 y que hoy se halla alejada del mar, pero que en la Edad Media daba al río Bu Regreg. Otro, es la puerta de las Atarazanas de Málaga, edificadas por los nazaríes en el siglo XIV, restaurada y conservada actualmente como puerta de entrada a un mercado.

Escudo de la ciudad de Neda con la representación de las murallas de Algeciras y la cadena que cerraba la puerta del mar partida por uno de sus navíos en 1344. Escudo de la ciudad de Neda con la representación de las murallas de Algeciras y la cadena que cerraba la puerta del mar partida por uno de sus navíos en 1344.

Escudo de la ciudad de Neda con la representación de las murallas de Algeciras y la cadena que cerraba la puerta del mar partida por uno de sus navíos en 1344. / E. S.

El escudo de armas de la población gallega de Neda presenta dos torres y una cadena que rememora la hazaña de uno de sus navíos que, en el mes de marzo de 1344, rompió con su proa la cadena que cerraba el paso al puerto de Algeciras. Como remuneración por la valiente acción de los marineros de Neda, el rey Alfonso XI concedió a la villa, el 2 de septiembre de 1344, estando en Tarifa, mediante privilegio rodado, un fuero eximiendo a los vecinos de dicha localidad del pago de la alcabala y de otra cualquier carga que gravara a los comerciantes de aquel puerto por embarcar o desembarcar mercancías. “Por cuanto Alfonso, escudero de Neda, con una nao de doscientas toneladas, armada de compañías, con otras naves, había cobrado la villa de Algeciras al haber quebrado una cadena de hierro, de modo que entró en la dicha villa la flota del rey don Alfonso”.

Abderramán III, el conquistador de Algeciras a los rebeldes de Umar ben Hafsún y el emir que ordenó la construcción, o reconstrucción, de las estratégicas atarazanas de la ciudad en el año 914, falleció en su ciudad palatina de Medina Azahara el 15 de octubre del año 961.

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