Operación Barquera: la red que pagaba a gendarmes marroquíes para colar inmigrantes hasta Algeciras
Las escuchas de la Guardia Civil revelan pagos a militares, pescadores y a un funcionario marroquí, un diccionario delictivo propio y un sistema para mover “albañiles” entre Marruecos, Ceuta y Algeciras
Así operaba la red que llevaba inmigrantes de Ceuta a Algeciras en falsas embarcaciones de recreo a través del Estrecho
La historia se vuelve aún más inquietante cuando se escucha la literalidad de las conversaciones intervenidas por la Guardia Civil: los miembros de esta red de tráfico de personas hablaban con total naturalidad de tener “a sueldo” a gendarmes marroquíes, pescadores e incluso a un funcionario. Las escuchas, recogidas por el Servicio de Información del Instituto Armado, destapan un engranaje criminal que operaba a ambos lados del Estrecho de Gibraltar y que convertía cada pase en una operación financiada con sobornos, contraseñas y rutas perfectamente estudiadas.
El Faro de Ceuta, que ha avanzado en exclusiva este domingo el contenido de estas investigaciones, detalla cómo los ahora detenidos manejaban pagos, rutas y contactos mientras presumían de tener controlados a quienes debían impedir sus actividades. Las intervenciones telefónicas, autorizadas judicialmente, no solo destapan que compraban voluntades al otro lado de la frontera: también demuestran que habían creado todo un argot para despistar a los agentes.
Ese “diccionario criminal” incluía palabras como albañiles (inmigrantes), cueros (documentación falsificada) o rojos (Marítimo marroquí). En una de las escuchas, uno de los miembros explica con aplastante frialdad: “Escúchame, tengo dos albañiles, hermano”. A partir de ahí, el engranaje se ponía en marcha: casas de ocultación, documentación manipulada, pagos a efectivos en Marruecos y una ruta final en falsas embarcaciones de recreo o pesca que solía terminar en Algeciras, donde otros cooperadores esperaban para recoger a los recién desembarcados.
Gendarmes pagados y falsas persecuciones
En los audios, la red presume de contar con “soldados marroquíes” comprados. Explican que los gendarmes acompañaban sus embarcaciones hasta aguas españolas y simulaban perseguir una barca vacía mientras dejaban pasar la que transportaba inmigrantes. “Los gendarmes estarán pagados y ellos lo que hacen es perseguir a la embarcación que irá vacía… a la otra la dejan pasar”, detalla un integrante mientras fija día y hora del pase.
Los pagos eran tan específicos como elevados: “2.500 euros a los rojos y 500 al jefe del puerto”, llegan a detallar mientras preparan un pase frustrado por la niebla el pasado 15 de agosto. Cada movimiento se ajustaba al milímetro: desde la vestimenta de los inmigrantes —“que no llamen la atención”— hasta la vigilancia del horario de relevos de las patrulleras del Servicio Marítimo español, a quienes la organización temía especialmente. “¿Los desgraciados esos estarán amarrados?”, preguntan inquietos en otra llamada.
Una red con ramificaciones en Ceuta, Marruecos y Algeciras
Más allá de los sobornos, el caso demuestra que la organización no era un grupo improvisado, sino una estructura sólida y transfronteriza. La Guardia Civil la describe como una “organización perfectamente estructurada y extendida en el tiempo”, con reparto definido de funciones entre Marruecos, Ceuta y Algeciras.
Mientras los reclutadores operaban en Marruecos, otros miembros controlaban la costa ceutí y las casas donde escondían a los inmigrantes. En Algeciras, cooperadores recibían a los recién llegados para completar el proceso de ocultación. Los implicados viajaban con frecuencia entre Ceuta y la ciudad gaditana aparentando ser simples pasajeros del ferry, cuando en realidad actuaban como enlaces y supervisores.
El golpe final
La Guardia Civil localizó al menos tres viviendas destinadas a ocultar inmigrantes, una de ellas en Poblado Sanidad, donde culminó el operativo a finales de octubre.
Nada quedaba al azar. Conocían los mejores días para hacerse a la mar, los horarios del Servicio Marítimo, los puntos ciegos y hasta las tácticas de distracción que debían emplear los inmigrantes si eran interceptados. En sus conversaciones, explican que los “chicos” debían ser fuertes, capaces de bajar el Monte Musa “entero andando” para evitar controles. Todo estaba calculado: su propia supervivencia económica dependía de ello.
La operación Barquera se saldó con once detenidos en prisión preventiva, incluidos los cinco presuntos líderes.
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