El misterio sin resolver del robo en el mercado Ingeniero Torroja de Algeciras

La Policía Nacional y la Policía Local investigan el asalto nocturno a siete puestos del histórico mercado de abastos, cometido sorprendentemente pese a la presencia de un vigilante

Roban de madrugada en cinco puestos del mercado Ingeniero Torroja de Algeciras

Una de las cuatro puertas del mercado municipal de Algeciras luce cerrada con una cadena nueva y reluciente, horas después del robo.
Una de las cuatro puertas del mercado municipal de Algeciras luce cerrada con una cadena nueva y reluciente, horas después del robo. / G.S.G.

Suenan las once de la noche en el campanario de la iglesia de La Palma de Algeciras. En la plaza del mercado Ingeniero Torroja reina una calma espesa. Algunos jóvenes giran con sus patinetes eléctricos sobre el pavimento gris, un chico en silla de ruedas intenta seguirles el ritmo, y un grupo de marroquíes apura el té moruno en la terraza de un bar. Desde un ventanal, el luminoso rojo de la sede anarcosindicalista de la CGT proyecta destellos que tiñen el suelo de reflejos inquietos.

Las cuatro puertas del mercado municipal —Sacramento, Panadería, Del Mar y Levante— lucen cerradas con cadenas nuevas, plateadas y relucientes, como si acabaran de estrenarse. Dentro, bajo la gran cúpula que preside el edificio vacío, un vigilante pasea y da las buenas noches. No hay ruido. No hay movimiento. Nadie diría que, apenas 24 horas antes, aquel mismo espacio había sido escenario de un robo que todavía hoy tiene desconcertado a medio barrio.

En la madrugada del viernes, alguien consiguió entrar en el Ingeniero Torroja y forzar hasta siete puestos, cinco de ellos con pérdidas económicas. La Policía Nacional y la Local investigan los hechos y ya han identificado al presunto autor, un hombre con antecedentes. Las primeras pesquisas apuntan a que el ladrón actuó pasadas las tres de la madrugada, sin que el vigilante que debía custodiar el edificio se percatarse de nada. Esa es, al menos, la tesis ofrecida por el Ayuntamiento de la ciudad en una nota de prensa.

El mercado, gestionado por el Consistorio, cuenta con vigilancia privada las 24 horas del día, dividida en tres turnos de ocho horas. Sin embargo, no dispone de cámaras en el interior, aunque sí en el exterior, diseminadas por las calles de la Villa Vieja.

Los puestos más afectados son los de los hermanos Pozo: Juan, charcutero, y Nicolás, frutero y verdulero. Frente a ellos, Yésica, vendedora de aceitunas y encurtidos, completa el triángulo de víctimas.
Los puestos más afectados son los de los hermanos Pozo: Juan, charcutero, y Nicolás, frutero y verdulero. Frente a ellos, Yésica, vendedora de aceitunas y encurtidos, completa el triángulo de víctimas. / G.S.G.

Los puestos más afectados fueron los de los hermanos Pozo: Juan, charcutero, y Nicolás, frutero y verdulero. Frente a ellos, Yésica, vendedora de aceitunas y encurtidos, completa el triángulo de víctimas. A Juan le sustrajeron cerca de 800 euros; a Nicolás, entre 100 y 200, guardados en la caja para pagar a su proveedor a primera hora. A Yésica, 90 euros, además de los destrozos: la caja registradora reventada y el peso arrojado al suelo. Las persianas metálicas de todos ellos fueron forzadas con palanca, una maniobra que, según los comerciantes, tuvo que generar un estrépito notable.

“Nadie entiende cómo no oyó nada el vigilante”, comenta uno de los tenderos. “O estaba atontolinado, o directamente no estaba en su puesto”, opina otro. “Esto tuvo que hacer un ruido tremendo, con el eco que se forma aquí dentro”, añade una tercera. “Igual le echaron algo para dormirlo”, sugiere alguien más. “A mí me parece bien que se coman un bocadillo o vean la tele durante la noche, pero que estén pendientes, coño”, resume un veterano del mercado.

El rumor se extiende entre los pasillos: que si el ladrón se escondió dentro al caer la tarde, que si esperó agazapado entre los mostradores hasta que el vigilante se relajó, que si contó con ayuda desde dentro. “Yo he pensado que quizá entró cuando estábamos recogiendo, se ocultó en un puesto sin persiana y esperó hasta que todo quedó a oscuras”, razona Nicolás. “Luego robó y se volvió a esconder hasta que abrieron a las seis para descargar la mercancía”. Una teoría complicada, pero no imposible.

También flota, inevitablemente, la sombra de la sospecha. Algunos tenderos recuerdan que años atrás se sorprendió a un vigilante robando en el interior del mercado, aprovechando su conocimiento del lugar. “Pero nunca algo así”, subraya Yésica. “Nunca habían reventado tantas cajas ni forzado tantas persianas. Esto no había pasado nunca”.

Interior del mercado Ingeniero Torroja de Algeciras, durante la noche.
Interior del mercado Ingeniero Torroja de Algeciras, durante la noche. / G.S.G.

Mientras tanto, por la noche, en la plaza exterior, los reflejos del neón rojo siguen titilando sobre el suelo, los patinetes continúan girando con frenesí, y el reloj de la parroquia vuelve a marcar las horas. Las cadenas brillan bajo la luz amarilla de las farolas. Dentro del mercado, el vigilante continúa con su ronda. Saluda de nuevo.

El Ayuntamiento ha anunciado que a mediados de mes convocará una reunión de la Junta Local de Seguridad para analizar lo ocurrido. El misterio del robo del Ingeniero Torroja, entretanto, sigue sin resolverse del todo. Pero en la plaza de abastos, entre los tenderos y los clientes que cada mañana hacen la compra, ya hay una certeza compartida: aquella madrugada, algo raro pasó dentro del mercado.

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