Un juego de piratas y princesas

Al caer la tarde, y después de unos baños en la playa, viene de lujo una buena ducha, ropita ligera y de camino a las plazas y a algún parque infantil. Así es como la mayoría de los pequeños linenses pasan los días de verano.

Y es que esta ciudad cuenta con parques infantiles en diversas zonas de la ciudad para que los niños disfruten, sobre todo en verano, de las atracciones que contienen.

En el centro de la ciudad se acaba de abrir una nueva zona recreativa. Concretamente se encuentra detrás de lo que hasta hace poco era la Casa Consistorial y al lado del conservatorio de música. Está en un terreno bien acondicionado donde los más pequeños se divierten sin riesgos de sufrir algún tipo de daños, pues el suelo se encuentra totalmente acorchado, para evitar así los posibles rasguños que se puedan llegar a realizar.

En cuanto a las instalaciones, existen toboganes, columpios, y una variedad de pasarelas dificultosas para que los reyes de la casa agudicen su ingenio y sepan resolver cómo pasar de un lado a otro.

Con toda esta cantidad de atracciones, son muchos los pequeños que se embarcan en una aventura y por sólo una o dos horas, juegan a ser piratas que asaltan el barco del enemigo o princesitas que esperan ansiosas el rescate de su príncipe azul, que llega trepando por el tobogán, el mismo que para ellos, claro está, no es más que una gran torre de piedra, custodiada por un gigantesco dragón al que deben vencer.

Sin embargo, no sólo los más pequeños se lo pasan en grande con parques como éste, sino que los mismos padres y disfrutan viendo jugar a sus hijos, pues saben que son seguros para ellos.

"Todos los días traigo a mis nietos a jugar. Este lugar me parece estupendo para los pequeños. Me gusta todo lo que hacen por este pueblo", señaló Mercedes, la abuela de unos pequeños.

Gritos, risas y carcajadas suenan por todos los rincones de estas zonas recreativas, señal de que los pequeños se lo pasan bien.

Para ellos los parques se convierten en un pasatiempo donde conocen a otros niños con los que jugarán día tras días, viéndose siempre en el mismo sitio.

Cuando cae la noche, el parque se queda vacío, sólo se escuchan los coches y el aire que hace mover los columpios solitarios. Así, los más pequeños dejan a un lado sus sueños heroicos para caer rendidos en sus camitas después de tantas batallas y aventuras vividas.

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