El II Duque de Ahumada en la consolidación de la Guardia Civil

La Guardia Civil en Algeciras (XXX)

Durante los años 1844 a 1852, los ministros de Guerra se sucedieron rápidamente en un contexto político inestable, mostrando la volatilidad de la España del siglo XIX

El inicio de la consolidación de la Guardia Civil a partir de 1852

Inicio del Reglamento de Servicio de la Guardia Civil, aprobado el 2 de agosto de 1852.
Inicio del Reglamento de Servicio de la Guardia Civil, aprobado el 2 de agosto de 1852.

Una vez citados en el capítulo anterior los diecinueve ministros de la Gobernación que hubo en España, así como su periodo de mandato, durante el periodo comprendido entre 1844 y 1852, hasta que se aprobó el segundo reglamento de servicio de la Benemérita, es conveniente también mencionar los dieciocho ministros de Guerra que hubo en ese mismo periodo. No es que esos ocho años constituyeran un periodo excepcionalmente complicado desde el punto de vista político, sino que era la realidad nacional desde que comenzó el siglo XIX hasta su finalización.

Una de las pocas excepciones que acontecieron entonces, y que hoy día, camino ya de 182 años, continúa existiendo y fortaleciéndose, fue entonces la creación y despliegue del Cuerpo de la Guardia Civil, que desde 1844 constituye la primera fuerza de seguridad del Estado, tanto en antigüedad, como en extensión de su despliegue territorial y número de componentes.

Como se priorizó la exigente selección y formación de la recluta de su personal, su despliegue y número de efectivos fue más lento en cubrir de lo que inicialmente estaba previsto. No se trataba de crear una efímera institución más de seguridad pública, con personal sin una rigurosa selección ni la debida formación, no sometido a una estricta disciplina, que como había pasado con las anteriores, terminaba, antes o después, por desaparecer antes de poder afianzarse y desarrollarse. El propósito era contar con los mejores, aunque no se completasen las plantillas inicialmente previstas, razón por la cual la ejemplaridad y la disciplina serían fundamentales.

Es por ello, que en ese primer periodo vital de ocho años que inicialmente recorrió la Benemérita desde su fundación, fue fundamental que frente a un elevado número de titulares de los dos ministerios que la tutelaban, Gobernación y Guerra, se mantuviera la misma persona a su frente como inspector general. Es decir, el II Duque de Ahumada, Francisco Javier Girón Ezpeleta, sin cuya firme dirección, así como sin su simiente de inculcación de valores y forja inicial, no hubiera llegado el Cuerpo de la Guardia Civil hasta nuestros días, pasando entonces a ser otro de tantos intentos que, aunque tuvieran nobles intenciones, terminaría frustrado su afianzamiento y desarrollo.

Así que prosiguiendo con la relación de los ministros de la Guerra, correspondientes a esos primeros ocho años, hay que significar que se trataban de los generales Manuel de Mazarredo Mazarredo, entre el 5 de diciembre de 1843 y el 3 de mayo de 1844; Ramón María Narváez Campos, entre el citado 3 de mayo hasta el 12 de febrero de 1846, siendo además el presidente del gobierno; Federico Roncali Ceruti, entre el mentado 12 de febrero y el 16 de marzo siguiente, siendo de origen gaditano capitalino; otra vez Ramón Narváez, del citado 16 de marzo al 5 de abril siguiente, que volvió a ocupar dicho ministerio, junto al de Estado, siendo nuevamente presidente del gobierno; Francisco Armero Peñaranda, de forma interina, entre el mentado 5 y el 12 de abril siguiente; José Laureano Sanz, entre el citado 12 de abril y el 28 de enero de 1847; Manuel Pavía Lacy, del mentado 28 de enero al 15 de febrero siguiente; Marcelino Oraá Lacumberri, desde el citado 15 de febrero al 28 de marzo siguiente; Manuel de Mazarredo Mazarredo, desde el mentado 28 de marzo al 31 de agosto siguiente, volviendo a ocupar dicho ministerio cuando en el periodo de marzo de 1844 había dispuesto la creación del Cuerpo de la Guardia Civil y el nombramiento, al mes siguiente, del II Duque de Ahumada, para organizarlo; Fernando Fernández de Córdova Valcarcel, del citado 31 de agosto al 3 de noviembre siguiente; nuevamente Ramón Narváez, del mentado 3 de noviembre al 24 de diciembre siguiente, que por tercera vez ocupó dicho ministerio, siendo nuevamente nombrado presidente del gobierno; Francisco de Paula Figueras Caminals, que ocupó dicha cartera bajo la presidencia de Narváez, desde el citado 24 de diciembre hasta el 18 de octubre de 1849; Serafín María de Sotto Abbach Langton Casaviella, que ocupó la presidencia del gobierno y dicho ministerio tan solo del 18 al 19 de octubre de 1849; regresado una vez más Narváez a la presidencia del gobierno, volvió a nombrarse ministro a Figueras desde el 20 de octubre de 1849 al 14 de enero de 1851; Rafael Arístegui Vélez, del mentado 14 de enero al 6 de febrero siguiente, siendo natural de la ciudad gaditana de Jerez de la Frontera; Francisco Lersundi Hormaechea, del citado 6 de febrero al 16 de enero de 1852; Joaquín Ezpeleta Enrile, de dicha fecha al 13 de junio siguiente, siendo ya presidente del gobierno Juan Bravo Murillo, significándose que al casarse la hermana de aquél, María Concepción Ezpeleta, con el general Pedro Agustín Girón Las Casas, que posteriormente sería I Duque de Ahumada, se convertiría en tío de Francisco Javier Girón Ezpeleta, futuro II Duque de Ahumada y fundador de la Guardia Civil; y Juan de Lara Irigoyen, desde el citado 13 de junio hasta el 27 de noviembre de 1852, significando que anteriormente había sido gobernador militar de Cádiz desde el 13 de agosto de 1843 hasta el 28 de mayo de 1844, y comandante general del Campo de Gibraltar, con residencia en Algeciras, desde el 21 de diciembre siguiente hasta el 28 de enero de 1850, importante periodo del primer lustro del despliegue de la Guardia Civil en nuestra comarca.

Mientras tanto, durante esos ocho años, entre 1844 y 1852, hasta la aprobación del mentado segundo Reglamento para el Servicio de la Guardia Civil, por real decreto de 2 de agosto de este último año, el II Duque de Ahumada se había mantenido al frente de la Benemérita y seguiría, organizándolo primero, y después, ejerciendo su mando.

Podían estar relevándose una y otra vez, tanto los ministros de la Gobernación como de Guerra, pero por primera vez en un periodo tan confuso como inestable del complicado siglo XIX, se tenía claro al más alto nivel que era necesario que se afianzara, forjara y se mantuviera por fin, una fuerza de seguridad y orden público desplegada territorialmente por todo el Estado. Por otra parte, el Ejército quería atender sus importantes misiones, entre las cuales no se encontraba la lucha contra la delincuencia que asolaba la nación.

(Continuará).

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