El despertar del letargo

El ex empleado Blas Oliva anima a que la ciudad reaccione para evitar el cierre

D. L. / Algeciras

12 de noviembre 2008 - 01:00

El conflicto laboral de Torraspapel tiene mucho de simbólico por aquello de que es la única industria algecireña que sigue en pie y porque por su interior han pasado hasta cuatro generaciones. También servirá para comprobar la reacción de la sociedad campogibraltareña ante las adversidades. Blas Oliva ya está jubilado, pero fue trabajador de Celupal durante 36 años. Ayer se echó a la calle con sus antiguos compañeros y solicitó ayuda. "El pueblo se tiene que levantar del letargo. No hay que olvidar que es la única fábrica que queda en la ciudad".

No duda de que detrás del anuncio del cierre hay una estrategia empresarial. Defiende que se quiere llegar a un acuerdo de compra de la fábrica, pero sin contar con sus trabajadores. "Esta factoría ha servido de embrión para ellos (por la compañía) para la elaboración de papeles especiales y preparaciones químicas. No es por falta de rentabilidad, porque están trabajando a tope. Hay que luchar y no dejar que nos avasallen". Dice que se identifica plenamente con la plantilla. "Me he llegado a emocionar viendo a mis compañeros". Ahora ayuda en todo lo que puede, por ejemplo pegando carteles.

María Luisa Moreno también habla con algo de tristeza. También está prejubilada y 38 años de su vida laboral los pasó en la fábrica. "Es un palo muy grande. Me entra hasta pena. No sólo hay trabajadores mayores, también hay mucha juventud".

Aurelio Sánchez acumula 34 años en la compañía y ahora se ha encontrado con el anuncio del cierre. "Lo llevamos como podemos. Sabíamos que algo iba a pasar porque había una empresa interesada". Tampoco lo termina de entender porque la producción no ha cesado. "Este fin de semana ha habido la misma producción que uno normal". Recuerda que no sólo son ellos los afectados, sino que el cierre afecta también a pintores, electricistas... El ánimo está mal". José Cortés es de los que piensa que hay que luchar hasta el final. "Estamos fastidiados. Hacemos el mismo trabajo y no hay pérdidas. Ahora hacemos la misma producción que en 1992 cuando había 400 trabajadores". Lleva 30 años vinculado a la fábrica y es partidario de tomar medidas de presión como paros cuando el cierre sea irreversible.

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