Una constructora compra la histórica Casa Millán para rehabilitarla y edificar 12 apartamentos con piscina
El proyecto residencial está pendiente de la licencia de obras para comenzar la restauración en diciembre o enero
Aparece en la Casa Millán de Algeciras un pozo de entre los siglos XIII y XIV
En el vértice entre la Plaza Alta, el final de la calle Ventura Morón y el Callejón del Ritz, una casa señorial de planta baja y primer piso, con mirador acristalado y balcones de forja, ha sido testigo de la vida urbana de Algeciras desde finales del siglo XIX. Se la conoce como la Casa Millán, aunque nuestros abuelos quizá la llamarían la casa del radiólogo, un ejemplo del eclecticismo historicista que marcó la arquitectura local. Durante años, pasó de ser un emblema urbano a un problema administrativo mientras se deterioraba hasta quedar en ruinas. Pero ahora, vuelve a estar en el foco por un proyecto que pretende devolverle el uso y el brillo de antaño. Y es que en los últimos días se ha producido un giro significativo en su larga historia: la propiedad ha sido adquirida por una constructora local recién creada, Pryco 2025, cuyo primer proyecto es transformarla en un proyecto residencial de 12 apartamentos de uno y dos dormitorios con piscina privada.
Un cartel sobre la histórica fachada anuncia ya la buena nueva junto a la iglesia de La Palma. La empresa ha comenzado el trámite para obtener la licencia de obras. Espera tenerla para diciembre o enero y entonces comenzar la rehabilitación. Antes, en noviembre, está previsto que empiece el desbroce del interior (la casa está hueca, solo la fachada está protegida). El proyecto se fundamenta en una construcción lo más fiel posible a la original. Por ejemplo, con la reconstrucción del patio central, donde irá ubicada la piscina.
Según fuentes municipales, el proyecto podría reactivar el centro y servir de acicate para la rehabilitación de otros inmuebles abandonados del casco histórico. En cualquier caso, la operación está llamada poner fin a una década de conflicto urbanístico y sanciones por incumplimiento de licencia. El edificio cuenta con una protección patrimonial de grado 2 según el catálogo municipal del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), lo que la clasifica como un "edificio de notable interés arquitectónico". Esta protección se centra en su fachada, lo único que queda de su época de esplendor.
En el inmueble tuvo su consulta el doctor José María Millán Bozzino, quien según la memoria oral local fue uno de los primeros especialistas en radiología de Algeciras. En una época en la que la radiología era una técnica médica pionera, instaló una clínica privada con equipo de rayos X, algo muy novedoso para la ciudad en la primera mitad del siglo XX. Además, durante un tiempo se encontraba la administración de lotería El Gato Negro.
Entre sus muros se esconden algo más que anécdotas: En 2021, las excavaciones revelaron un hallazgo de gran valor histórico: un pozo del siglo XIII o XIV y restos de un patio de vivienda islámica tardomedieval, parcialmente conservados bajo el solar. Los técnicos municipales y de la Junta de Andalucía destacaron entonces que se trataba del primer edificio documentado de época cristiana tras la conquista castellana, aportando datos inéditos sobre la Algeciras medieval.
Las intervenciones sobre el inmueble han sido intermitentes y polémicas. En abril de 2024, la Gerencia de Urbanismo inició un procedimiento administrativo para forzar a sus propietarios a edificar en la parcela o venderla de manera forzosa mediante subasta, sin descartar una ejecución subsidiaria por parte de la administración local.
En agosto, el Ayuntamiento aprobó definitivamente la inclusión de la finca en el Registro Municipal de Solares y Edificaciones Ruinosas, creado en 2023 para fomentar la rehabilitación urbana y acabar con la imagen de abandono que proyectan edificios degradados en la ciudad. La Casa Millán debía permanecer al menos un año en este registro antes de que puedan adoptarse nuevas medidas.
El inmueble, del que apenas se mantiene en pie su fachada original del siglo XIX, lleva más de dos décadas cubierto por una malla protectora. Las obras de rehabilitación, iniciadas en 2019 con la intención de construir nueve apartamentos y un espacio comercial, se detuvieron tras la intervención arqueológica obligatoria. Aquel verano se vació el interior del edificio y se estabilizó su fachada, pero los trabajos no avanzaron. Pese a las advertencias municipales, los propietarios no acometieron las obras de consolidación ni las tareas de conservación exigidas, alegando inviabilidad económica. Urbanismo impuso hasta diez multas coercitivas y suspendió la licencia de obra concedida.
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