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La carta de Mr. Harold (II)

Historias de Algeciras

Blanchard, director del Anglo-Hispano, entrega la carta a través de un notario

El hotel sería testigo en un futuro del devenir histórico de la ciudad

El Anglo Hispano, desde la banda norte del río.
Manuel Tapia Ledesma
- director del Archivo Histórico Notarial de Algeciras.

08 de septiembre 2019 - 08:13

La veloz llegada del botones al establecimiento, así como la reacción del caballero inglés, no pasaron desapercibidas en absoluto para Blanchard. Decididamente –pensó– Guillermo Lombard, no quiere saber nada del “asunto” que contiene la carta. Días atrás según se encontraba en la terraza, pudo oír a dos conocidos caballeros vinculados a la política local, comentar sobre cierto asunto que se estaba dilucidando en un contencioso desarrollado en la capital de España, relacionado precisamente con el miembro de la familia Lombard, a quién Mr. Harold, pretendía dar “caza”. Al parecer, según pudo oír a uno de aquellos interlocutores, Lombard Damonte, había recurrido a los servicios del abogado y diputado José Luis de Torres y Beleña, perteneciente al Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, para que le representara en el litigio administrativo que mantenía el vecino de la calle San Nicolás de Algeciras contra el gobierno civil de Cádiz, al revocar este un acuerdo del Ayuntamiento algecireño, por el que autorizaba al Sr. Lombard: “A construir un hotel de recreo en su propiedad situada en el llamado Paseo de Cristina”. Estando el asunto pendiente de la resolución –según aportó el otro participante en el dialogo– del Tribunal Supremo”. Ojalá –pensaría Blanchard cuando oyó la conversación– no se construyera el dichoso hotel, ¡menuda competencia! Don Guillermo Lombard –concluyó en su pensamiento– tenía preocupaciones mayores que atender que el simple requerimiento de Mr. Harold.

No fue aquella –y Blanchard lo sabía por lo que oía en las tertulias– una época fácil para Lombard. Por un lado la muerte de su padre, y por otro el desencuentro económico con su madre a raíz de la liquidación de la sociedad que tenía esta; resultando los hechos del modo siguiente: “Don Arturo Reguera Pérez, apoderado de Don Guillermo Lombard, manifestó documentalmente que Don Guillermo Smith –en calidad de apoderado de la madre de aquel, Doña Nicolasa Damonte Veraldi– se acercó al Sr. Lombard invitándole a practicar la liquidación definitiva de la sociedad privada que tuvo con su finado padre por espacio de varios años hasta que falleció, para lo cual se hacia necesario nombrar a una persona que lo representara en dicha liquidación. Rogando el Sr. Guillermo Lombard al Sr. Smith que aceptase también la representación suya, por la confianza que le inspiraba y que desde luego le daba los más amplios poderes, para que efectuasen como eran sus deseos, la referida liquidación en la forma que creyese más fácil y equitativa”.

A partir de aquellos momentos y tras aceptar Smith el ofrecimiento –pensó Blanchard–, la negociación no fue nada fácil: “Que después de laborioso y variados incidentes, y aún a costa de resultar el Sr. Lombard notablemente perjudicado por las decisiones tomadas por D. Guillermo Smith, no obstante, le mantuvo siempre el poder y representación que le había conferido, pudieron llegar a fijar el acuerdo definitivo, de que quedaban liquidadas absolutamente todas las cuentas de la referida sociedad con el D. Guillermo Lombard, así como también todas las cuentas particulares de éste con su señora madre […], la intransigencia de su madre para desprenderse de una determinada finca bastante inferior a su valor real […] Que para la entrega de un saldo previo establecido por su Sra. madre le concedieron de plazo solamente dos meses, determinándosele una posible penalidad en metálico […] haciendo aquella responsable a su citado hijo de los perjuicios que por incumplimiento a lo convenido con el Sr. Smith se le haya ocasionado”.

Pasaron los años y el establecimiento cada vez más adquiría mayor importancia social

Aquel distanciamiento entre madre e hijo era conocido por la alta aristocracia local, parte de la cual se reunía en el salón y terraza del Anglo Hispano, informado con sus comentarios al director del hotel de los últimos desencuentros entre los miembros de tan conocida familia. Decididamente, Don Guillermo Lombard, tenía abiertos importantes y acuciantes fuegos a los que acudir, antes que a la simple carta del Mr. Harold.

Pero viendo Blanchard la oportunidad de prestar –como director– un buen servicio a tan magnífico cliente de su hotel, quizá pensaría en aconsejar otro modo no tan directo aunque sí más efectivo y elegante de entregar la citada misiva, sumando así mismo la impronta de ser prueba judicial de su entrega, solución: un notario. Y así fue como la carta nuevamente subió desde la calle San Quintín, hasta la de San Nicolás, donde se generó el siguiente documento: “Hotel Anglo Hispano, residencia accidental de Mr. Harold A. Porter, representante de la Liverpool Stare Company Limited, necesita hacer llegar a mano de don Guillermo Lombard Damonte una carta referente a asuntos de su interés, pero como ya le ha dirigido varias a la que no ha contestado deseando hacer constar de una manera terminante la entrega de esa carta me requiere al efecto para que me haga cargo de ella y la entregue personalmente al Señor Lombard mediante acta notarial. La carta dice como sigue: 'Sr. D. Guillermo Lombard Muy Señor mío: Tengo que comunicar a Vd., que no estando conforme con su gestión de la venta de las duelas del vapor Grinlia, en nombre de la compañía que represento y con el fin de reservar a ésta todos sus derechos, he levantado ante notario acta de consignación de los hechos ocurridos y en ella he hecho constar mi determinante protesta fundada en no haberse llevado al efecto, como convinimos la venta en pública subasta y en haberse vendido por precio menor del ofrecido por otros licitadores. Y para conocimiento de Vd., se le comunico mediante el conocimiento de ésta carta que le será entregada notarialmente por haber dirigido a Vd., varias de las que no ha contestado y convenir a mis intereses, que conste su entrega de manera terminante= de su affº= Harold A. Porter'. En el mismo día me constituí en el domicilio del Sr. Lombard, y me manifestaron que se encontraban en Gibraltar y como el requerimiento se limitaba a hacer entrega de la carta de manera fehaciente [...], hice la entrega a quién dijo ser y llamarse José Jacio, quién manifestó entregaría la carta a su principal tan pronto como le fuera posible”.

El hotel se publicita.

Finalizado el asunto de la carta de Mr. Harold, el hotel conjuntamente con su director, siguieron su devenir en aquellas primeras décadas del nuevo siglo. No solo en la recepción de importantes visitantes –sin dejar de tomar el pulso de la ciudad a traves de los tertulianos comentarios, que durante un tiempo tuvieron como protagonísta al apellido Lombard–, sino también prestando otros servicios como sus banquetes celebrados en su bonito y modernista salón-comedor: “Espléndidamente servido por el comedor del Anglo Hispano, celebró el personal de Correos un banquete íntimo en conmemoración del aniversario de la creación del Cuerpo y la inauguración de la Caja Postal de Ahorros. Presidió el banquete el Administrador de esta estafeta Don Antonio de Solís y Berdolo […], la segunda presidencia la ocupaba el Jefe Interventor don José Trujillo Fominaya, y entre los asistentes se encontraban los señores Francisco Bartolomé Lerma, Braulio Caballero, Francisco Martínez, José Fernández, Emilio González, Jacinto Luna, Ángel Ozores, Diego Torrelo, Demetrio Gómez Luna, Jesús Lucas, Rafael Tendero, José Gómez Fuentes, Juan Cabrera y Mariano de Cossio”. La cocina del Hotel Anglo Hispano, gozaba de gran fama entre sus habituales comensales por lo que la carta del banquete también tuvo su protagonismo: “La comida fué servida con arreglo al menú siguiente: Hors d’Ouvres variées (entremeses variados). Ques Frou Frou. Loubine a la Provenzal. Riz a la Valencienne (arroz a la valenciana). Tourné do Henri IV (bistec). Créme au caramelo. Fromage (queso). Fruits (fruta). Café. Jerez Fino Gaditano. Champagne Moet Chandón. Rioja López Heredia. Liqueurs varies, et cigars”.

Otra muestra de la magnífica fama de la cocina del Hotel del Sr. Blanchard, la tenemos en este otro ágape: “Con motivo de la celebración de la Patrona del arma de Infantería, la oficialidad del Regimiento de Extremadura 15, reuniose en fraternal banquete que tuvo lugar en el Hotel Anglo Hispano, resultando muy agradables para todos”.

La estratégica posición del establecimiento hotelero y su buena relación entre la calidad del servicio y el precio de las habitaciones, hacía posible que D. Pablo Blanchard, viera pasar por su hotel en un corto futuro, todo tipo de variopintos personajes, además de Mr. Harold que siguió siendo durante mucho tiempo fiel cliente del establecimiento: “A instancias de las numerosas amistades con que cuenta en esta región el Dr. Oppel, de Málaga, famoso en vías digestivas, será huésped desde hoy en el Hotel Anglo Hispano”. Convirtiendo el citado galeno en consulta temporal su habitación. En el mismo tono y teniendo como escenario el hotel de Blanchard, se anunciaba otro supuesto sanitario: “Herniados. Si queréis evitar molestias y funestas consecuencias de las hernias visitad al eminente Practico en Algeciras, Hotel Anglo Hispano”.

Y pasaron los años y el hotel junto con su director vieron como el establecimiento cada vez más adquiría mayor importancia social en la ciudad, según demuestra el texto del siguiente documento: “Se hospedaron en el Hotel Anglo Hispano, el Gobernador Civil de la Provincia con su señora e hijos, así como el Delegado Gubernativo Comandante Sr. Benzo y su hijo. Fueron cumplimentados por el Alcalde y las autoridades”. Otra muestra de la importancia del establecimiento hotelero -y su cocina-, consistió en convertirse en referente para la celebración de las bodas de la aristocracia loca: “En la Iglesia Parroquia de Nuestra Señora de la Palma, tuvo lugar a las 10 de la noche el enlace matrimonial de la señorita Rosario Viñeglas Capulino –hija del Interventor de la Sucursal del Banco de España en nuestra ciudad, Rafael Viñeglas y García de las Bayonas–, con el oficial de Infantería Sr. Antonio Gómez Palanca. Terminada la ceremonia religiosa que revistió suntuosidad extraordinaria, los jóvenes esposos acompañados de sus numerosos invitados, entre los cuales figuraba la “élite” de nuestra sociedad local, se trasladaron al hermoso Hotel Anglo Hispano, en el que se hizo verdadero derroche de helados, pastas, licores, habanos, etc. La feliz pareja marchó desde el hotel en automóvil de su propiedad á Málaga en cuya capital fijarán su residencia”.

Eran famosos los banquetes celebrados en su modernista y bonito salón-comedor

Ya entrado en la década de los años veinte, el hotel junto al río de la Miel, seguía teniendo etiqueta de prestigio avalada por las importantes visitas que en él se registraron: “Se encuentra en Algeciras hospedándose en el Hotel Anglo Hispano, el Presidente de la Patronal Española y Diputado á Cortes Don Benito Díaz Cebosa”. Otra: “Ayer marcharon para Madrid, después de estar hospedados en el Hotel Anglo Hispano, el ex gobernador de Barcelona Don José Morote y el diputado maurista, Conde Moral de Calatrava”.

A pesar de tan importantes visitas de la política nacional, en un contexto más social, el hotel seguía teniendo sus huéspedes estaciónales fijos, tales como: “La señorita Luz Casanova, la señora Pilar Salcedo, Don Teobaldo Estevánez y familia ó Don Isaac Bentata”. Fieles clientes durante la época del estío. Estaba tan arraigado el hotel de la Banda sur del Río, que su solo nombre era referencia en Algeciras: “Junto al Hotel Anglo Hispano, en la peluquería vecina se vende un mobiliario completo de gran lujo, consistente en comedor, dormitorio, sala de recibo, cuarto de baño y otros muebles y objetos varios y de cocina”.

Atrás en el tiempo quedó la figura de Mr. Harold con su carta, como anteriormente le había ocurrido a la elegante Lady Maclean. Los directores del establecimiento también cerraron su ciclo, primero Ceruti y después Blanchard; el Hotel Anglo Hispano sería testigo en un futuro del devenir histórico de la ciudad, como por ejemplo, la presencia pocos años después de un gran cuerpo de ejército que proveniente del norte de África desembarcaría en el puerto algecireño un 5 de agosto de 1936; o muchas décadas más tarde, la inexplicable –salvo que hayas nacido en esta ciudad–, desaparición del río que tantos y tantos personajes admiraron desde su magnífica terraza. Pero esa es otra historia.

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