El algecireño Javier Peralta lidera la observación de Venus desde España y Estados Unidos
Usando telescopios en Calar Alto (Almería) y Mauna Kea (Hawaii, Estados Unidos)
Los resultados ayudarán a encontrar evidencias de un cambio climático en Venus
El astrofísico algecireño Javier Peralta coordina un equipo de observadores que, desde España y Estados Unidos, analiza las nubes de Venus en el proyecto EMERGÍA de la Junta de Andalucía titulado DUVAC (Descubriendo lo Desconocido en la Circulación Atmosférica de Venus, en español), que servirán también para la futura misión EnVision de la Agencia Espacial Europea.
La novedad de esta iniciativa está en la utilización de dos telescopios, el de 1,23 metros situado en Calar Alto (Almería), con una cámara financiada por la Junta de Andalucía, y el de la NASA llamado IRTF en Mauna Kea (Hawaii, Estados Unidos). Los resultados de la investigación permitirán estudiar la circulación atmosférica de Venus y hallar evidencias de un cambio climático en ese planeta.
"La cuestión aquí era que, en general, en la mayor parte de los observatorios hay instrumentos para observar en infrarrojos, pero pocos, y con muy poco tiempo de observación para toda la gente que hace propuestas. Sin embargo, en Calar Alto hay un telescopio de 1.23 metros de diámetro que, si bien es el más pequeño de los tres principales, suele tener mucha disponibilidad de uso", explica Peralta.
El algecireño y sus compañeros de investigación Itziar Gárate-López y Jaime Reyes, de la Universidad del País Vasco, han unido esfuerzos con colegas estadounidenses para monitorizar Venus en un amplio tramo horario. "A la gente que analizamos la dinámica atmosférica nos viene muy bien tener imágenes separadas por muchas horas, porque así podemos estudiar con mucha más precisión la circulación atmosférica", afirma Peralta.
Trabajan ahora en la recogida de datos, por lo que no existe ninguna hipótesis consolidada. "El tiempo se nos acaba para poder recoger datos porque el lado nocturno de Venus es visible durante un tiempo limitado. Al igual que la Luna, Venus cambia de fase y a finales de mayo o principios de junio tendremos los últimos momentos para observar el ya menguante lado nocturno de Venus", detalla el astrofísico. Peralta ha tenido que acomodar su horario de sueño al de observaciones: "Durante 10 días seguidos he estado realizando observaciones presencialmente en Calar Alto y en remoto con el telescopio de NASA IRTF, por lo que observaba Venus desde Mauna Kea hasta las 2 de la madrugada en España, y luego me tenía que levantar a las 6 de la mañana para observar Venus desde Almería".
Tuvo suerte con el reciente apagón porque su observación había terminado justo cuando se fue la corriente eléctrica. Las observaciones de Venus son consideradas de riesgo porque Venus se observaba tras el amanecer y hay que cerrar la cúpula urgentemente antes de que la luz del Sol caiga sobre el telescopio. "El telescopio actúa como una lupa, y si entra luz solar podemos dañar el telescopio y quemar la cámara. Por suerte terminé apenas una hora antes del apagón, y no quiero imaginar qué hubiese pasado si no hubiera podido cerrar la cúpula a causa del apagón", explica.
Los investigadores buscan comprobar varios fenómenos. Uno de ellos es estudiar la evolución de la onda gigante que Peralta descubrió en Venus cuando trabajaba en la misión japonesa Akatsuki. También quieren analizar si Venus cuenta con una circulación atmosférica similar a la de la Tierra, que se denomina "célula de Hadley". Esta circulación distribuye el calor que se deposita en la atmósfera, en la parte del Ecuador, y se transporta hacia latitudes más altas. Luego hay un retorno a latitudes más bajas.
"En Venus se supone que hay una circulación de Hadley, pero no se ha confirmado del todo porque sólo hemos detectado su parte superior, y nunca hemos podido ver la circulación de retorno. Esperamos que esa circulación de retorno sea muy lenta porque la atmósfera de Venus es más densa que la de la Tierra. “La atmósfera de Venus es noventa veces más densa que la de la Tierra, y estar en la superficie de Venus es como estar a un kilómetro de profundidad en el mar, pero a más de 400 grados centígrados. Por eso es un reto fabricar un dispositivo que sobreviva más allá de unas horas en su superficie", detalla el astrofísico algecireño.
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