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La abuela que todos quieren en Los Guijos

La asociación pide al Consistorio que el parque infantil de la barriada se llame Abuela Cati La Corporación aprueba por unanimidad dicha propuesta en el pleno

Catalina Cózar en el parque de Los Guijos que llevará su nombre.
E. Correa Algeciras

24 de marzo 2013 - 01:00

Las abuelas inspiran amor, paciencia y butaca. La sociedad lleva tiempo sin tratar a los mayores como se merecen a pesar de que gracias a ellos las familias amortiguan la sempiterna crisis. Por eso llama la atención el homenaje que Los Guijos tributa a Catalina Cózar. Y es que en la barriada hay una abuela que todo el mundo quiere, sin agravios a la particular de cada uno.

De hecho, ha originado un reconocimiento vecinal sin precedentes en Algeciras para que el parque infantil sea bautizado Abuela Cati, aunque todavía no haya sido inaugurado como tal.

Con este parque de pequeñas dimensiones, que ha venido como agua de mayo para los más pequeños, la asociación de vecinos Puente Los Guijos lo tuvo muy claro a la hora de pedir a la delegada municipal de Participación, Victoria Zarzuela, que le pusieran Abuela Cati. El equipo de gobierno demandó entonces un dossier con su trayectoria que lo justificara y así se hizo, según explica el presidente de la asociación, Pedro Caballero.

Así, en el último pleno Zarzuela pidió a la oposición aprobar la designación del parque y excepcionalmente, porque pocas veces se ve a todos los partidos ponerse de acuerdo, lo apoyaron por unanimidad. El portavoz del colectivo vecinal detalla que cuando entregaron el dossier el Ayuntamiento reconoció que no había "peros y que era justo".

Catalina Cózar Tineo nació en Los Barrios y llegó a Los Guijos cuando sólo había diez personas. Ahora residen unas 1.500. Tenía entonces 21 años y ya ha cumplido los 77.

La memoria de Cati es impresionante y pone fecha sin dudarlo a todos los acontecimientos importantes de su vida, su familia y su vecindario. "Recuerdo todo lo antiguo más que lo moderno", dice sentada en el banco del parque con la emoción por la ausencia de su marido que falleció hace seis meses.

Catalina lleva luchado lo suyo, hace cuatro años sufrió un microinfarto cerebral que le ha dejado sin equilibrio y por eso lleva bastón. Fue fundadora de la asociación de vecinos donde ejercía de tesorera. "Nunca he ido a la escuela. Aprendí el abecedario con las cartillas y memoricé la tabla de multiplicar. Así llevaba las cuentas", explica con una sonrisa aclarando que la única cuenta que no controla es la división. Revelador, como su espíritu.

Lo de abuela le viene a Catalina como anillo al dedo. Tiene cinco hijos y siete nietos y, como ella misma apostilla, además tiene muchos nietos postizos. "Todos me llaman Abuela Cati. A los niños les gusta que les correspondan y ahora que ya estoy mayor vienen a ayudarme. Nunca he tenido una mala palabra con ellos. Siempre venían a pedirme los caramelos que guardaba de las carrozas", revela.

Catalina no tiene enemigos en Los Guijos. Su forma de ser es lo que tiene. Su hija pequeña, Cristina, que la acompaña, sólo interviene para contar que cuando los vecinos propusieron este reconocimiento su madre preguntó a sus hermanos y a ella qué les parecía. "Se me saltaron las lágrimas y le dije: mamá es un detalle precioso. Estamos muy orgullosos", confiesa para de inmediato irse a un segundo plano y no quitarle protagonismo a la homenajeada.

Cati ya casi no sale de su casa. "El estorbo de la vista y el equilibrio", alega. En la mañana soleada del jueves los vecinos se acercan al parque para darle un beso y charlar con ella un ratito. Asunción llega la primera. Es quien se encarga con su marido Antonio de que el parque esté limpio.

Catalina, humilde, añade en presencia de su amiga que no se pelea con nadie. "Si ves una cosa que no es de tu gusto no tienes que meterte. Lo único que es necesario es ayudar a quien te lo pide y nunca meterse en la vida de nadie. Si todo el mundo tuviera mi condición se viviría de otra manera y habría menos problemas", defiende convencida.

Sobre la crisis, lo tiene bastante claro. "Me acuerdo de mi infancia, de los años 40 cuando íbamos a todos lados caminando, desde Los Barrios a La Línea cruzando en barca el río Guadarranque o desde Los Guijos a la Feria de Algeciras. Ahora hay muchos coches", argumenta sin olvidar que antes no había tantas comodidades pero la gente era feliz.

Diego, otro vecino, llega al parque, saluda a todos y defiende tras un par de bromas que "está muy bien que pongan el nombre al parque de una persona buena. ¿Quién mejor que ella?", pregunta. Otra vecina que también se llama Asunción sonríe con lo del parque después de besar y coger de la mano a Cati. "Nos conocemos desde hace 45 años", confiesa con ternura.

La homenajeada, que tiene muy bien amueblada la cabeza, lamenta que sus hijos "por su bien" le hayan quitado las gallinas porque se cayó más de una vez. "Tenía un centenar de gallinas, pavos, pollos, un cochino y una vez crié hasta un burro", añora mientras testigos subrayan que el patio de su casa parecía uno cordobés.

Cati echa en falta unos ojos nuevos y unas piernas más fuertes. Es la metáfora de las abuelas. Un ejemplo para Los Guijos y para todos los que tienen la suerte de conocerla.

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