Romojaro tras ingresar en la Real Academia de Doctores de España: "Algeciras está siempre en mí y en mi obra"
ENTREVISTA
La algecireña Rosa Romojaro ingresa en la Real Academia de Doctores de España
Esta corporación de carácter científico, técnico, humanístico y social es la máxima institución nacional con representación interdisciplinaria
Con una emoción que transmite a través de la voz, Rosa Romojaro cuenta que ha vivido su ingreso en la Real Academia de Doctores de EspañaReal Academia de Doctores de España con enorme ilusión. Aunque la noticia no le ha cogido de nuevas: “Me nombraron en 2019, antes de la pandemia, y ahora es cuando he podido tomar posesión”, explica la escritora a Europa Sur. Esta corporación de carácter científico, técnico, humanístico y social es la máxima institución nacional con representación interdisciplinaria. Según los estatutos, uno de sus principales fines es contribuir al desarrollo de las Ciencias, las Letras y las Artes; y ahora, gracias a Romojaro, una algecireña forma parte de tan noble fin.
-¿Cómo fue su ingreso en el acto celebrado en Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense de Madrid?
-El Presidente de la Real Academia, Antonio Bascones, agradeció que hubiera llevado hasta allí la poesía, la luz y la ternura. Fue un momento muy mágico. Leí un poema breve de Emilio Prados y me emocioné.
-Dicen que el lugar donde uno nace marca de por vida, aunque luego, por circunstancias, uno tenga que irse. Mire a Antonio Machado con su patio de Sevilla. ¿Qué significa Algeciras para usted?
-Algeciras está siempre presente en mí y en mi obra. Es el telón de fondo que me rodea. Si escribo relatos, siempre está Algeciras, como una carretera imaginaria que conecta con Málaga, mi segunda casa. Si escribo poesía, Algeciras es la ciudad fronteriza. El clima, la atmósfera, le dan sentido a todo. Cada vez que cumplo años y me hago mayor, el recuerdo de mi niñez es inmenso. Siento un cariño enorme por mi tierra y por el Estrecho en general.
-Hábleme de esos recuerdos.
-Mi padre, José María Romojaro Sánchez, era médico en Algeciras y pasaba consulta en casa. Cuando terminaba, cogía el coche junto a mi madre e iban a visitar las barriadas más humildes para atender a los pacientes en sus domicilios. En vez de pedir, él dejaba. Era un hombre bondadoso y muy querido. Cuando falleció, sus pacientes le pidieron al Ayuntamiento que le pusieran una plaza. Allí nos reunimos los hermanos para honrarle. Cuando empecé a dar clases en la Universidad, una alumna se acercó a preguntarme si yo era la hija del médico de los pobres.
-¿Hasta qué edad vivió en Algeciras?
-Me fui joven, primero a Barcelona y después a Málaga, en los 60. Pero mis dos hijas han estado muy ligadas a Algeciras. Una, de hecho, vive allí y mis nietos son algecireños. Muy buenos estudiantes, por cierto.
-Usted se ha especializado en analizar el funcionamiento del mito en la poesía del Siglo de Oro.
-Efectivamente, empecé analizando cómo funcionaba el mito en la lírica de Lope de Vega. Este tipo de estudios lo han seguido después muchos investigadores. Es una teoría que ha cuajado muy bien.
-¿Los mitos nos ayudan a comprender los sentimientos y comportamientos humanos más elementales?
-Decía Roland Barthes que el mito era un sistema de comunicación, un lenguaje. Para él, todo era susceptible de convertirse en mito. A mí me siguen interesando los mitos clásicos porque me ayudan a entender la vida.
-¿Y cuál es su mito favorito?
-Los mitos que cada uno elige son aquellos que mejor representan sus obsesiones. A Lope de Vega, por ejemplo, le obsesionaban el triunfo y el amor. Por eso, en su obra está tan presente la corona de laurel, y también Dafne y Apolo. Sus amadas son un tanto desdeñosas. Lope también se obsesionó con una mujer del mundo del teatro llamada Elena; de ahí que el mito de Troya aparezca en su obra. Los mitos de Quevedo son más duros, más desesperanzados. Los satiriza y llega a increpar a Júpiter y Zeus.
-¿Es el Campo de Gibraltar y la zona del Estrecho una tierra de mitos? Hércules pasó una temporada por aquí.
-En alguno de mis poemas dedicados a Algeciras escribo, precisamente, sobre el mito de las columnas. Nuestra tierra es muy mítica.
-Del Siglo de Oro pasa usted a la Generación del 27, ya que su discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores de España ha versado sobre él y, en concreto, sobre su ascendencia malagueña.
-Elegí autores no excesivamente reconocidos pero cruciales en el origen y formación de la Generación del 27: los malagueños Manuel Altolaguirre, José María Hinojosa, Emilio Prados… No son autores de la capitalidad y ése es un límite que les afectó durante toda su vida. Sin embargo, en la Imprenta Sur, entre 1925 y 1929, Prados y Altolaguirre editaron la mítica revista Litoral y los primeros libros de la mayoría de los jóvenes poetas del 27. [En uno de sus textos, el propio Altoaguirre recuerda aquel pequeño taller, que tenía flores, cuadros de Picasso, música de don Manuel de Falla, libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes. Imprenta alegre como un circo]. Todos estos autores, injustamente considerados menores, tenían una base filosófica muy importante. Hinojosa, sin ir más lejos, trajo a España el surrealismo.
-¿Cómo sobrevive la poesía en el siglo XXI?
-Actualmente existe una avidez por escribir entre gente muy joven. Muy joven y muy sabia, además. La pandemia ha desatado la poesía. En concreto, en Algeciras hay mucha afición por la poesía, y en Málaga es algo especial.
-Ha tocado usted todos los géneros literarios, ¿en cuál se siente más cómoda?
-En la poesía, sin duda. Aunque es cierto que he dedicado mucha vida a la investigación y la parte académica. Aun así, me ha dado tiempo a tocarlo todo: ensayo, novela, relatos… Acabo de sacar un libro muy misceláneo titulado Puntos de fuga, editado por Renacimiento. Es un libro muy especial confeccionado durante la pandemia. Según han dicho, puede constituir un nuevo género.
-¿Suele venir usted por Algeciras?
-Desde el Covid, mucho menos. Estoy algo miedosa todavía. El primer viaje que he hecho fue a Madrid, el otro día, para tomar posesión.
-¿Dónde se encuentra Ítaca para usted?
-Ítaca está allá donde puedo escribir poesía, donde puedo sentarme con tranquilidad delante de un papel. Ahí es donde encuentro mi patria.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas, escribió el griego Kavafis. Y Rosa Romojaro, gracias a su brillantez y a los mitos clásicos que le ayudan a comprender el mundo, sabe perfectamente cómo regresar, sin pena ni naufragio, a Ítaca.
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