De Juan Gallardo a Santa Rosa
Calles de piedra y fuentes para abastecerse de agua, dos señas de Los Barrios a finales de los 50l huertas y ganado El arroyo del Pun, hoy canalizado, regaba la zona conocida como Huerta Piquiqui, en los límites del casco urbano.
Hace unos días este diario comparaba, con motivo de su 20 aniversario, la situación de las localidades campogibraltareñas entre 1989 y la actualidad. Echar la vista atrás algunos años más, hasta los últimos de la década de los 50, lleva a la mente de los barreños imágenes cargadas de nostalgia y muy gratos recuerdos. En aquellas fechas la Villa rozaba los 8.000 habitantes que vivían en modestas casas y alguna que otra choza tradicional. Las calles, en el mejor de los casos, estaban empedradas y con altos bordillos para suplir la ausencia de una adecuada red de alcantarillado para evacuar las lluvias.
Los barreños de la década de los 50 tenían que ir a buscar el agua a varias fuentes repartidas por el casco urbano. Una de ellas, la situada frente al edificio pósito en la actual plaza de San Isidro, pasó a la historia. No así con la fuente ubicada cerca del actual Paseo de la Constitución -donde se celebraban las ferias en honor a San Isidro- o la conocida como de Las tres Marías, en la actual zona del Palmarillo.
Algunos afortunados podían permitirse el lujo de contratar el agua en casa. Sólo se pagaba el enganche a la red y a vivir sin facturas. Es el caso de Josefa Acosta, la primera en colocar un pequeño grifo en su vivienda de la calle La Cruz. Conforme la localidad creció, la ausencia del agua corriente se suplió con camiones cisterna como solución transitoria.
Las personas de mayor edad recuerdan que el casco urbano tenía una extensión aproximada de un tercio del actual. El trazado de la avenida Alcalde Juan Rodríguez podía ser considerado como los límites. A partir de ahí comenzaba una amplia extensión de huertos conocidos como Huerta Piquiqui, regados por el hoy canalizado arroyo del Pun del que sólo se conserva la boca de un pozo en el jardín botánico Sor María José. Cerca quedaba también el Llano Pilito, frente a las casas de la actual calle Maldonado.
La loma donde hoy se asientan las barriadas residenciales de Santa Rosa, Cortijo Grande y Santa Mónica albergaban las cabañas ganaderas de Juan Gallardo. A partir de los 70 un modelo residencial novedoso, los chalés, se abrieron paso con fuerza. Muchas cosas han cambiado desde entonces, cuando todos se saludaban por su nombre o apodo. Hoy, cincuenta años después, la población se ha multiplicado por tres para rozar los 22.000 residentes. Cosas del progreso.
Envía tus convocatorias a viviraqui@europasur.com
No hay comentarios