Historias de Algeciras

José Rubio, practicante y periodista (y III)

  • El practicante José Rubio vuelve a sorprender a sus convecinos, dando un gran paso hacia la modernidad convirtiéndose en uno de los primeros algecireños propietarios de un aparato radiofónico

Carta comercial Manuel Vias (1915).

Carta comercial Manuel Vias (1915).

Y así, coincidente con la corta presencia de un apesadumbrado ministro en nuestra ciudad y con la temerosa reacción de la prensa al dar la noticia, parece que queda atrás en la vida de este algecireño el tan lamentable episodio; mientras, el país seguirá 'gozando' de la tan necesaria libertad de prensa. Sobre este particular, uno de los galdosianos personajes de su novela El doctor Centeno (1883), opinó década atrás: No gozando el pueblo de libertad de prensa, se la tomaba para la difamación [...] cuando se le tapa el lenguaje impreso, se abre la tapa de las habladurías [...] no pudiéndose poner puertas al campo ni mordaza a la malicia humana [...] de fuertes y seculares imperios se cuentan, que han caído destrozados por los cuchicheos.

Y así mientras el país seguía políticamente, tres décadas más tarde de lo expresado sin avanzar, acontece en la vida del practicante algecireño un agradable hecho que marcará su personal futuro cuando en su nombre: "Ha sido pedida la mano de la señorita Anita Jimeno para el Practicante y colega de la prensa don José Rubio". La noticia demuestra que su paso por la prisión no había amilanado al joven sanitario, en tanto y cuanto continuó con el desarrollo de su normal vida y marcada afición por la práctica periodística. Para entonces el futuro marido de la señorita Jimeno, también prestaba sus servicios en la Cruz Roja y en la Beneficencia Municipal. En referencia a su trabajo sanitario, comentar el siguiente hecho que corrió como la pólvora por toda Algeciras, dada la popularidad de sus protagonistas:

"El vendedor de loterías Antonio Chacón Bernal, de 68 años de edad, que vive en Las Barcas, sufrió una congestión cerebral que le hizo caer al suelo en la calle General Castaños (antigua Carretas), esquina a la de Juan Morrison (Alta). Inmediatamente fue socorrido por el Guardia Municipal, Manuel Moreno Morón, y por el Carabinero Antonio Montero Diosdado, los cuales condujeron en coche al accidentado a la clínica de urgencias de la Cruz Roja, donde el Practicante de Guardia José Rubio, con una admirable competencia y dándose cuenta de la gravedad del caso, le practicó rápidamente una enérgica sangría que le hizo reaccionar á los pocos momentos salvándole la vida".

Al mismo tiempo que Rubio demostró su buen hacer profesional con el sexagenario y conocido lotero algecireño, quién por otro lado según el parte médico preceptivo, se recuperaba poco a poco en su domicilio, en nuestra ciudad, acontecen episodios tan cotidianos como el público ofrecimiento realizado por el respetado procurador local Manuel Alfaya, para que en su despacho sito en el número 10 de la Plaza de la Palma, se solicite: "Petición de referencias de maestra que se ofrece para dar lecciones á niños, niñas ó mujeres á domicilio a módicos precios".

El maestro Izquiano tenía su academia de piano en el núm. 36 de la calle Soria (Castelar). El maestro Izquiano tenía su academia de piano en el núm. 36 de la calle Soria (Castelar).

El maestro Izquiano tenía su academia de piano en el núm. 36 de la calle Soria (Castelar).

Manuel Alfaya Ramos era un prestigioso obrero del procedimiento judicial, que tenía entre sus clientes a la tan destacada sociedad denominada Hijos de Francisco Forgas; además de otras relevantes personalidades físicas y jurídicas de la Algeciras de aquel tiempo. Su domicilio particular se encontraba en el número 5 de la calle de Jerez. También por aquellos días de tan generosa acción de Alfaya Ramos, el también popular músico Aurelio Izquiano, abrió su academia para alumnos de piano en el número 36 de la calle Castelar. Izquiano, además de atender a sus exclusivos alumnos en su reseñada academia, sita en la antigua calle Soria, también mostraba periódicamente a los algecireños sus habilidades ante las teclas del instrumento de su especialidad en el Salón Imperial o Ideal Cinema. Aurelio Izquiano, junto a Pablo Gigliotto, quién tenía su domicilio en el número 7 de la Plaza Alta; Miguel Martín, avecindado en el número 8 de la calle Sevilla o Manuel Pastor, cuya residencia se encontraba en el barrio de San Isidro, entre otros, conformaban la pléyade musical algecireña por aquellos años.

Y como era obligado socialmente y tras la pedida de mano, respetando el prudencial tiempo, se produjo la boda entre José y Anita. Para el recién estrenado marido supuso una corta mudanza, pues sin abandonar la calle de toda su vida, tan solo hubo de trasladar sus bártulos de soltero desde el número 14 al 4 de la antigua calle Correo Viejo, comenzando con su distinguida esposa una nueva vida en común. Eran tiempos en los que nuestra ciudad, con su blancas casitas y su siempre admirado paisaje, sirvió de inspiración para que dos autores como Vilches e Infante compusieran -el primero la música y el segundo la letra- un pasodoble titulado Ciudad de Algeciras, que dedicaron al Alcalde Joaquín Bianchi Santacana. La partitura sería estrenada por la banda de música del Regimiento Extremadura 15, con motivo de los festejos en honor de la Virgen de la Palma, en el verano de 1924.

Y fue precisamente en esta época de pasodobles y dictaduras, cuando el practicante José Rubio vuelve a sorprender a sus convecinos, dando un gran paso hacia la modernidad convirtiéndose en uno de los primeros algecireños propietarios de un aparato radiofónico. Tan llamativo fue el hecho que dio lugar a la siguiente crónica:

Don José Rubio Cabezas es un radioescucha [...] que nos invita a una de esas audiciones de Radio Ibérica [...] Programa: a las 9 piano, la Corte del Faraón; programa de la Unión Patriótica (partido personalista y único, creado por Miguel Primo de Rivera). A las 10 más conciertos en Londres, Roma o Madrid. A las 11 conciertos y más discursos [...] Son las 9 y el Sr. Rubio nos introduce en un salón pequeñito y ordenado en cuyo centro se encuentra el aparato de radio. Fijamos nuestra atención. Una cajita receptora encima de una mesa; sobre ella cuatro lámparas, unos hilos, unas pilas, unos auriculares y nada más; hay algo más: un ruido sordo dividido en tonos de caña cascada ó de coro de abejorros [...] El Sr. Rubio, dice: Me he gastado 695 Ptas en este aparato, una más en poner una antena en el tejado, unos días en experimentarme, y ¡ya está!. Ni voy al café, ni voy al teatro, ni a casa de los amigos, todos vienen aquí a mi casa.

Si bien Rubio y su señora Anita fueron, tal vez, de los primeros vecinos de Algeciras en poseer un aparato de aquel nuevo invento, lo cierto es que hubo quién se les adelantó en subirse al carro de las nuevas tecnologías del nuevo siglo, pues años atrás y de modo muy ruidoso para sus convecinos, el Ayuntamiento algecireño recibió una curiosa queja fundamentada en el mal uso de un novedoso invento llamado Gramófono, expresando el consultado texto: "En la calle del General Castaños hay un señor que para lucir su gramófono tiene sin dormir ni descansar a sus mártires vecinos; y no hay quién se atreva a suplicarle compasión, pues el hombre además de lucir gramófono, dice que tiene mucho de lo que los demás hombres solo tenemos dos". Prosiguiendo la denuncia: "Otro vecino de la zona como es el popular Cojo Piné, ese simpático industrial que solo tiene dos de lo que presume de tener tantos su vecino, está intrigado por ver lo fenomenal del fenómeno". Finalizando: "Lo fenomenal sería que las autoridades y sus agentes cumplieran con sus deberes".

En aquella Algeciras de los felices años veinte, además de la incorporación de muchos algecireños con posibles a los citados nuevos inventos, acontecieron otros hechos rutinarios de cierta importancia para la economía local, como fue la visita comercial a los más importantes establecimientos del ramo en nuestra ciudad, del representante de las afamadas bodegas Valdepeñas, don Juan Vallecillo Rojas. El mercado algecireño se abría a tan prestigiosos y afamados caldos, señal de que existía un importante nicho de mercado para esta denominación de origen. Siendo uno de los más importantes agentes vinícolas de la zona Manuel Vías con despacho abierto en nuestra ciudad.

Extracto crónica del practicante Rubio como radioyente. Extracto crónica del practicante Rubio como radioyente.

Extracto crónica del practicante Rubio como radioyente.

El popular practicante y asiduo radioyente, dentro de su más que probada buena ciencia, tenía un profunda vinculación profesional con la Cruz Roja local; de la que era por otro lado presidente desde su implantación su admirado médico Morón, con quién tanto colaboraba. En aquella Casa de Socorro, habilitada en el antiguo edificio municipal del Pósito, que desde el anterior siglo daba nombre a uno de los cuatro distritos de la ciudad, José Rubio domiciliado en la misma calle del benéfico centro, bien podría considerar aquella modesta clínica como su segundo domicilio. Entre sus cuatro paredes el radioyente sanitario empleó sus vastos conocimientos y aprendió, en no pocas ocasiones, nuevas técnicas junto a otros populares compañeros de profesión:

"En la Casa de Socorro de la Cruz Roja, y por los practicantes señores Rubio y Pascual, han sido asistidos los individuos siguientes: Antonio Aguilar Peláez, transeúnte, 40 años, vacunado. Ramón Pozo Piñero de 40 años, con domicilio en calle Gloria 8, erosión leve en pómulo derecho. Alfonso de Sales García, de 4 años y habitante en calle de Jerez 8 de herida incisa de 2 centímetros en el párpado superior derecho. Manuel Caballero García, de 27 años, y con domicilio en calle Cruz Blanca 4, de mordedura en la pierna izquierda producida por un cerdo. Benito López de Castro de 4 años, con pequeña herida producida por mordedura de perro en pómulo izquierdo. Antonio Sánchez Tocino, de 11 años y habitante en calle Munición 4, de fractura completa de antebrazo izquierdo, en su parte superior".

De las actuaciones sanitarias expresadas en el anterior parte oficial se desprende que José Rubio y el resto de sanitarios que atendían al modesto dispensario de la calle Correo Viejo, habían de hacer frente, entre otras, a las consecuencias de la excesiva existencia de animales sueltos por las calles algecireñas como se ha podido observar. Aquella Algeciras de comienzo de los años veinte, sobresaltada por el Desastre de Annual, y la continua presencia de soldados enfermos o heridos en la zona de La Marina -y de lo cual profesionales sanitarios como Rubio, bien podían dar cuenta-, además de todos los problemas reseñados, se vivía una importante crisis económica resultante de la convulsa España del momento. Los algecireños habrían de hacer frente para poder subsistir con sus exiguos sueldos a la siguiente lista de precios en artículos de primera necesidad:

"Mercado Municipal de Abastos: Patatas viejas, 0’40 Cts. Kilo. Patatas nuevas 0’50 Cts. Kilo. Huevos pequeños 0’30 Cts. Uno. Huevos mayores 0’45 Cts. Uno. Aceite 2’80 Ptas. Litro. Carne de vaca sin hueso 6 Ptas. Kilo. Carne de vaca con hueso 4’40 Ptas. Kilo. Carne de cerdo 3’50 Ptas. Kilo. =Pescado= Salmonetes 3’50 Ptas. Kilo. Sardinas 1 Ptas. Kilo. Boquerones 0’90 Cts. Kilo. Bacalao 1’40 Ptas. Kilo. =Otros= Leche 1’40 Ptas Litro".

Prohibitivos precios para los modestos jornales que se pagaban en la época y que fueron los generadores de paros y huelgas por todo el país, como la pasada del 17 que originó una grave crisis gubernamental, provocando la salida de Eduardo Dato haciéndose cargo del Gobierno Manuel García Prieto.

Y así, mientras España intentaba salir de un callejón histórico sin salida, a la vez que Europa intentaba borrar de su memoria los horrores de la última Gran Guerra, para satisfacción de nuestro radiofónico practicante, en la capital del reino nacía Radio Madrid (aunque la primera licencia la obtuviera Radio Barcelona), se decía y se comentaba por aquel entonces que no fue el famoso Marconi el inventor de aquel aparato que hacía las delicias de José Rubio y su esposa Anita, sino que tal avance tecnológico se debió a la inteligencia 'no reconocida', de un ingeniero militar español nacido en Segorbe (Valencia) y llamado Julio Cervera Baviera, estrecho colaborador del popular italiano.

La primera retransmisión a nivel nacional que bien pudiera haber oído Rubio, fue el sorteo de Navidad de 1923, retransmitido por la Sociedad Radio Ibérica. Años después, José y Anita verían nacer muy cerca de su domicilio, concretamente en la calle Larga, esquina Carretas a la emisora local EAJ 55. José Rubio con ayuda de aquella antena que le había costado instalar 1 peseta, seguiría a través de su aparato radiofónico el devenir de aquella España que le tocó vivir. Entre sutura y sutura, comentaría con sus pacientes la llegada de la dictadura de la mano de quién fuera convecino nuestro Miguel Primo de Rivera. Con privilegiada información podría comentar las últimas informaciones sobre el posible desembarco en Alhucemas de una gran fuerza militar hispano-francesa, entre otras muchas vertiginosas novedades. Y todo ello sin dejar de asistir a sus convecinos, los que hicieron posible que finalizara su carrera, y a los que siempre demostró a través de su buen hacer estar agradecido.

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