HISTORIA DE ALGECIRAS

José Rubio, practicante y periodista (II)

  • Algeciras realizó una velada artística en beneficio del joven estudiante

  • Al acto de desagravio por su censura y encarcelamiento acudieron numerosos compañeros periodistas

Calle Cristóbal Colón (Larga)

Calle Cristóbal Colón (Larga)

A modo de guía, y en relación al Real Decreto mencionado en el anterior capítulo, añadir que el Gobierno estableció un catálogo de temas sobre los que no se permitía noticia alguna, siendo estos: "Las instituciones, la disciplina militar, actos o acuerdos militares, acuerdos del Gobierno sobre asuntos militares, movimientos de tropas, movimientos de buques nacionales o extranjeros, exportaciones a países beligerantes, huelgas y cualquier tipo de manifiestos, nombramientos o resoluciones del Gobierno en asuntos militares, operaciones bélicas de los contendientes europeos, la actitud de España con relación a la guerra y la neutralidad y soberanos o jefes de Estados extranjeros sobre los que no se publicará ningún ataque".

Lejos de ser un hecho restrictivo más dentro del contexto revolucionario de su época, la detención de José Rubio bien se puede ubicar en el histórico y secular litigio -nunca mejor dicho-, entre los fueros civiles y militares enfrentados durante siglos en nuestro país. No en vano, en el siglo XVII, y más concretamente en 1636, Calderón de la Barca, envía a la imprenta su monumental obra teatral El Alcalde de Zalamea, recogiendo el siguiente diálogo entre el hermano ofendido y el canallesco capitán donde la libertad de expresión en poder de la ciudadanía se pone en tela de juicio.

¿Qué habíais de hacer?.

Perder la vida por la opinión.

¿Qué opinión tiene un villano?.

Aquella misma que vos,

que no hubiera un capitán sino hubiera un labrador.

De regreso al presente pasado de nuestro practicante-periodista; y mientras desde el Estado se impulsa la legal pero no justa censura, en nuestra ciudad, quedó más que demostrado el cariño especial que los algecireños profesaban a la persona del joven y polémico sanitario. Aquel afecto surgió cuando Rubio Cabezas, siendo de origen muy humilde realizó gran esfuerzo por estudiar, convirtiéndose en todo un ejemplo para la juventud local. En un momento dado, en el que la falta de recursos hizo peligrar la continuación de su académica formación, el pueblo de Algeciras reaccionó del modo siguiente:

"Muy en breve tendrá lugar en el Salón Imperial una grandiosa velada artística organizada por los señores José Buades y Manuel Trujillo, á beneficio del estudioso joven, hijo de esta localidad, don José Rubio Cabezas, con el objeto de obtener el título de practicante [...] del culto y caritativo pueblo de Algeciras esperamos la mayor concurrencia a tan humanitario acto, cooperando así á los fines benéficos á que está dedicado".

Y el pueblo de Algeciras respondió, como era habitual y de modo necesario y ejemplar para con uno de sus hijos. Y José, el estudioso joven practicante pudo finalizar su carrera y devolver a sus convecinos, con la puesta en práctica de su aprendida ciencia, el esfuerzo económico que sus futuros pacientes hicieron asistiendo a la velada que en su ayuda -y la de su familia- se celebró en tan céntrico establecimiento.

De vuelta a la triste situación legal del joven practicante y articulista local, tras su corto e injusto paso por la cárcel se celebró el juicio, finalizando la cita ante los tribunales con la absolución del supuesto delito. La citada sentencia generó la lógica alegría para muchos algecireños; y fue tal la condena popular que se emitió sobre la actitud de la autoridad que incluso se organizó un importante acto de desagravio: "Homenaje en honor del competente y celoso Practicante D. José Rubio, consistente en un vino de honor, con motivo de la absolución dictada por la Autoridad, homenaje que consideramos necesario para afianzar aún más la razón y rectitud que siempre predominan en tan ilustrado Practicante".

Y el acto de desagravio y homenaje se celebró teniendo como escenario el Restaurante Sánchez, sito en el número 18 de la calle Cristóbal Colón (Larga), según fue expresado: "Se trataba de obsequiar a un camarada querido, á don José Rubio, por la sentencia absolutoria que en el proceso que se le siguiera dictó la Audiencia Provincial".

Prosiguiendo el consultado texto: "Y allí fuimos en defensa y apoyo de su siempre buena fama, momentáneamente empañada por las rigurosidades ó deficiencias de las leyes". Vista la relación de asistentes, se deduce que el asunto fue más allá de los simples límites del término municipal algecireño: "Los reunidos fueron, además del agasajado, los siguientes: á su derecha á don Dionisio Laguía, redactor del Heraldo de Madrid, y a su izquierda á don Alejandro de Madariaga, director del periódico El Modelo, A uno y otro lado don Pedro Luz Marín, director del África Española; don José Gázquez, don Augusto Krats, don Bartolomé Barceló, don Agustín Carrión, redactor del Lábaro; don Agustín A. Perl, don Rafael Delgado, don Francisco Bocio, el redactor-jefe del Lábaro; don Francisco Serrano; don Carlos F. Newman, don Joaquín Díaz y don Aurelio Delgado, director del Lábaro".

El general apoyo a Rubio Cabezas, también se mostró por quienes no pudieron asistir: "Adheridos por carta los directores del Comercio, La Defensa y Duende. Don Manuel García Bazo (promotor de una pequeña revista de anuncios de la comarca), don José María Almela, director de La Voz del Pueblo, don Pedro Cerón (director de La Defensa), y don Fernando Cañete (propietario del Duende de la Comarca), respectivamente. Y los señores don Agustín Candel, don Alonso Benítez (padre e hijo), don Cristóbal Gamboa (librero), don Luis Gazquez (padre e hijo), don Juan y don Eduardo Mónaco, don Hilario Merlo y don Joaquín Jaén, secretario de redacción del Comercio".

Prosigue el texto consultado: "A la hora de los brindis, después de ofrecer el banquete el señor Madariaga, y con su característica elocuencia leyó el señor Laguía unas cuartillas producto de su claro ingenio que decían así":

"Camaradas; queridos compañeros en esa colectividad casi infantil llamados chicos de la prensa; á todos los que no perteneciendo a ese fantástico é irreal cuarto poder, simpatizar con este acto, mi saludo. Me presentará. Soy uno más que tiene la honra de estar entre vosotros. Uno que no supo sustraerse al placer de convivir unos instantes con vosotros, y que humildemente ocupó un sitio en este bello acto de desagravio y homenaje. Conozco al homenajeado, pues tuve el honor de ser a él presentado, pero aunque no fuera por esta feliz circunstancia, por tratarse de un compañero de un camarada que injustamente fue maltratado, molestado con cualquiera de las pestilentes drogas de los farmacéuticos de la Ley, aquí estaría, aunque hubiera preciso el mayor sacrificio. Soy un compañero, arribé a estas costas, náufrago en las costas marroquíes con mi pluma rota, hecha pedazos mi péñola (pluma estilográfica) de oro que no pudo resistir un cuerpo á cuerpo con el sable. Y aquí llegué y aquí he recibido atenciones sin cuento, y he vuelto de mi aplanamiento, y el espíritu vive en mí, gracias á que diéronme ánimos unos cuantos que aquí están presentes, y que pertenecen á la prensa, cuyos nombres no digo, por ofender su modestia, pero son nombres sacrosantos para mí, que guardaré para siempre en el altar de la gratitud. Soy pues uno como vosotros el último, el más humilde, que que parte el pan y la sal, y que siente con todos los mismos afanes y las mismas ansias. De todo corazón convivo vuestra protesta, me adhiero al desagravio, y en vez de aplaudir empleo la mano derecha de José Rubio, y la izquierda para sacudir la polilla que el papel sellado echó sobre la túnica de nuestro camarada".

Continúa la lectura: "Mi gratitud. Yo quisiera que a vosotros llegará en la fiel expresión de mi sentir, cuánto agradezco a Algeciras su belleza, el encanto de sus días de clima suave y templado, el maravilloso cielo, el paisaje tan variado, ilusión de pintores, fantasía de poetas, las atenciones personales de que soy objeto, vuestros cariñosos saludos desde las columnas de esas publicaciones que por su número y calidad, honran a un pueblo y dice mucho de su cultura. Este pueblo es un banderín de enganche, siempre abierto al forastero. ¿Qué de extraño que por gratitud a todos, trate de prolongar mi estancia aquí, acaso indefinidamente?...Mis propósitos".

Extracto crónica acto de desagravio de José Rubio. Extracto crónica acto de desagravio de José Rubio.

Extracto crónica acto de desagravio de José Rubio.

Prosigue en su intervención el redactor del madrileño Heraldo: "Acaso yo no lo sepa, pero si entendéis de las referencias que acabo de daros, no ha de extrañar que pida a vosotros una prolongación a esa gratísima hospitalidad. Estoy componiendo mi pluma y si acaso puedo salvarla, y algún día responde a mis ideas y obedece a los dictados de mi espíritu; tened por seguro que siempre, las primeras gotas de tintas serán para cantar las excelencias de este pueblo que tiene en su plaza principal un monumento dedicado a la sinceridad. Y nada más. No tengo aún confianza suficiente para colocaros un disco grande, y menos para amargaros una digestión que os deseo feliz y tranquila. Aceptado todos mi saludo cordialísimo, decid con vuestras letras de molde el encanto que siento por este pueblo, poned como dichos por mi todos los vivas que os plazca, desde el cándido viva la Virgen, al viva el sindicato libre, un abrazo para José Rubio, y a ver quién escribe más de prisa y quiere extender mi cédula de vecindad en Algeciras".

Tras la intervención del destacado miembro de la prensa madrileña, recoge la documentación estudiada:

"Los señores de Madariaga y Laguía fueron muy aplaudidos, así como los demás discursistas señores Bocio, Marín, Perl, los cuales con un diáfano y meritorio aforismo, realzaron la personalidad del señor Rubio, como fiel cumplidor de sus deberes, cuya personalidad no había sufrido nada moralmente con las actuaciones judiciales; pues la Audiencia había devuelto al señor Rubio íntegro (palabra del señor Marín)".

También habló el señor Delgado, en idéntico sentido. Por último -para finalizar-, el agasajado José Rubio, algo emocionado ante las demostraciones de afecto de los allí congregados, dio las gracias extendiéndose con palabras firmes y bien expresadas en consideraciones sobre: "La no asistencia al acto de los más obligados a ello, los cuales sin duda, ante la creencia de que se trataba de protestar contra alguien, cosa incierta, no tuvieron valor suficiente para presentarse. Hicieron bien; no precisaban allí quienes el miedo les tiene embargada constantemente su conciencia y su libre pensar", concluyó.

Y así, tras las duras consideraciones del homenajeado, finalizó aquel acto de pública repulsa general por parte del medio periodístico sobre la férrea aplicación de la censura por la Autoridad, que si bien estaba legitimada legalmente para hacerlo, no contemplaba la justicia y el derecho a la información que debía imperar en un Estado moderno del siglo XX. En definitiva, la no siempre coincidencia entre lo justo y lo legal. Que lejos estaba la quijotesca frase Nunca la lanza embotó la pluma, ni la pluma a la lanza.

Pasado el controvertido episodio, el practicante Rubio se siente cada vez más integrado a la grey periodística local sin faltar a sus obligaciones sanitarias; estrechando los lazos personales, cada vez más, con los profesionales de la información como lo demuestra la siguiente reseña: "Días pasados fue cristianada una preciosa niña en la Iglesia parroquial de la Palma, hija del redactor jefe del Lábaro Hispano, Francisco Serano Gayón, la cual recibió el nombre de Aurelia. Fue apadrinada por el director del citado periódico, por su tía Encarnación Serrano Gayón, testificando el acta de bautismo José Gazquez Morales y el practicante José Rubio Cabezas".

Cuando ya la mala experiencia para Rubio ante los tribunales había quedado atrás, y España se encontraba aún traumatizada por los acontecimientos ocurridos en Annual (1921), el mismo presidente de gobierno al ser preguntado por el 'desaparecido' Ministro de la Guerra, respondió: "Acompañado del Alto Comisario gira urgente visita al Protectorado, llegará hasta Algeciras e inmediatamente reanudará el viaje con dirección á esta Corte".

Efectivamente, según se recoge textualmente: "El ministro de la Cierva llegó hasta el puerto algecireño a bordo del Giralda, siendo cumplimentado por las autoridades civiles locales y por el comandante general del Campo [...] posteriormente salió para Madrid en un tren especial". La escueta y matizada nota publicada sobre tan importante visita, demuestra que el reseñado y más que censurable Real Decreto con su 'catálogo de temas intocables', estaba surtiendo su efecto persuasorio.

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