Getares se viste de blanco ceniza
Una larga noche, tras el susto, da paso al dulce despertar tras una lluvia divina
Las calles parecían desiertas ayer en la urbanización de La Aldea acompañando a los primeros rayos de sol. Eran muchos los vecinos que hicieron caso a las indicaciones de la Policía Local y evacuaron sus viviendas, más por precaución ante la gran humareda que por el peligro real. Así, había zonas en las que parecía que no había ni un alma.
La lluvia que bañó de madrugada el intenso fuego cayó como "agua de mayo" para los vecinos, después del sofocante calor del verano y del fuerte viento, que apenas dio tregua a los efectivos del Infoca para extinguir las llamas, parecía que había un aliado divino que quería, de forma excepcional, ayudar a los vecinos.
Los coches amanecieron envueltos en cenizas, así como la arena de la playa Getares, las calles, los patios de las casas, no sólo de la zona residencial sino también de las barriadas de Getares y San García. Parecía que todos los vecinos se habían puesto de acuerdo para lavar su vehículo, muy temprano se afanaban los afectados en quitar cualquier recuerdo que pudiera evocarles al incendio. El olor a matorral quemado envolvía la zona sur de la ciudad, el fuego ya parecía debilitarse.
Un nuevo día había llegado, el tránsito continuo de viandantes por la carretera era notable, ya que el acceso con vehículos estuvo prohibido durante la mañana por seguridad. Allí, cada vecino tenía una historia, algunos por precaución se fueron a casa de familiares y otros porque se les había exigido, la cuestión es que el miércoles nadie pudo dormir con tranquilidad.
Manuela Ramos, estando en su casa, se enteró por su marido a través de una llamada de teléfono, al asomarse por la ventana descubrió el incendio. "Parecía que estaba nevando por las cenizas, decidí irme porque el humo era insoportable".
De otra forma vivió los hechos María Ángeles Domínguez. Esta mujer, que regenta un bar en la urbanización, sufrió en persona toda la incertidumbre de los vecinos, aunque sin registrar ningún problema. "Nos fuimos a las tres de la madrugada, fue un caos y hoy he tenido que entrar andando", señalaba a este diario.
Leticia Ribero explicó que la gente empezó a salir con paquetes y bolsas ante el temor del fuego, "nos temiamos que nos pidieran desalojar la casa, pero al final no fue así, nos dijeron que si en una hora el fuego remitía nos iríamos y el aire cambió". El problema de la zona fue el humo, "no era el fuego, la casa estaba cerrada y olía a humo".
"Sabíamos que las viviendas que estaban en el centro estaban bien", destacó Santiago Benítez. Aunque su vivienda se encontraba cerca de las zonas afectadas, decidió permanecer en su casa porque no había mucho peligro. "Ha sido una catástrofe enorme", lamentó el vecino, acostumbrado a pasear por los alrededores.
Otra afectada, que venía ayer de viaje, decidió irse a casa de familiares por prevención después de conocer los hechos.
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