Feria Real de Algeciras 2019

Superdomingo de Feria

  • El recinto ferial se ambienta tras la goleada en el Nuevo Mirador, anticipo de una jornada memorable

  • Bailes, brindis y encuentros jalonan el día grande de las fiestas en la ciudad

Ambiente en una de las casetas de la Feria de Algeciras.

Ambiente en una de las casetas de la Feria de Algeciras. / Erasmo Fenoy

Qué equivocados estaban los que decían que el 26 de mayo iba a ser el superdomingo del año si había multiplicación de urnas. Qué atrevida es la ignorancia. No sabían que la fecha correcta iba a ser el 23 de junio, primer domingo de la Feria Real de Algeciras. Pero ahora ya sí. Sin duda, la ciudad recordará este Domingo por Sevillanas mientras tenga uso de razón.

Un domingo de Feria para enmarcar que comenzó a unos pocos kilómetros, en La Menacha. El Nuevo Mirador se convirtió desde primera hora en una gran caseta a cielo abierto donde la marea albirroja tenía ganas de ver triunfar a su equipo y luego poder celebrarlo en el Real. Y vaya si lo hicieron. El 4-0 del partido de ida ante el Socuéllamos sólo podía suponer el inicio de un día memorable.

Sobre las dos de la tarde, a la sombra de la portada, muchas conversaciones por Whatsapp giraban en torno a lo mismo: lugar y hora para el encuentro. Algún que otro selfie durante la espera y un sol aplacado por las ráfagas de viento mientras sonaba Cántame de María del Monte desde la cercana caseta de la peña El Pito fue la liturgia que recibió a los primerizos en pisar un Real que aún se avituallaba para satisfacer la sed y el hambre de los enferiados tras la madrugada del sábado. La noche del alumbrado había sido larga, con buen ambiente hasta las cinco de la madrugada y una iluminación que tornaba blanquecino el cielo en el entorno del parque feria.

Ya en las casetas, la actividad se convirtió en frenética en ambos lados de la barra. En la zona de mesas, besos, abrazos y achuchones entre quienes se encontraban para almorzar y ponerse al día. Algunos se ven a diario, como los compañeros de trabajo, y otros tenían en este día la oportunidad de compartir unas horas distendidas tras haber conseguido cuadrar las agendas. Que no siempre es fácil.

Y tras las barras, un continuo abrir y cerrar de neveras, fogones a toda máquina y cuchillos de jamón que acariciaban el manjar con maestría para servir una de las viandas imprescindibles de la feria junto con las gambas y el vino fino. De nada faltaba.

En la zona habilitada para el botellón, la escalinata junto al colegio Los Alcornocales y los juzgados, la chavalería comenzó la tarde a su ritmo, con copas baratas en vasos de plástico. Para ellos se han instalado dos hileras de aseos químicos, algo que agradecen los vecinos, aunque siguen en pie las voces que plantean la búsqueda de otro espacio alternativo.

En uno y otro enclave, que avanzada la tarde se fusionaron a los pies de la monumental de Las Palomas, la tarde marchó entre bailes, brindis y más encuentros aderezados por la cantinela machacona de los vendedores de flores a un euro mientras que alguno aún lucía la camiseta del Algeciras CF, algo más sudada que a primera hora, tras venirse arriba y enganchar fútbol y feria.

Algo que, dicho sea de paso, supone una combinación perfecta para un domingo que forma parte de la historia local. No como para formar parte de tratados dignos de ser archivados en una biblioteca con columnas de mármol, pero sí en un rinconcito de corazones albirrojos que latían ayer acelerados pero felices. De eso se trataba.

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