La Bajadilla, un barrio de otra realidad
Los vecinos muestran su pesar ante una barriada de más de 60 años que no recibe ayudas para mejorar Critican el estado del asfalto, acerado, husillos atascados y falta de señales
Santa María Micaela, Oviedo, Santander, Obispo Tomás Gutiérrez, Burgos, Pontevedra y así se podría continuar hasta enumerar a muchas más. Son nombres de calles situadas en la Bajadilla, la mayoría asentadas en la zona del Cerro, poco transitado por los ciudadanos de Algeciras pero popularmente conocido, e incluso objeto de interés para la grabación de superproducciones de cine como El Niño de Daniel Monzón.
Es la triste realidad de una zona de Algeciras que queda bien en la gran pantalla como reflejo de pobreza, inmigración y marginación. Un rincón deprimido en el que los adolescentes campan por la calle a sus anchas en horario escolar y las personas mayores caminan con suma lentitud para no tropezar con un asfalto agrietado, mientras en algunos callejones se divisan vertederos incontrolados de basura o los bajantes de las casas tienen salida directa a la vía pública.
La zona del Cerro de la Bajadilla vive una realidad paralela en Algeciras. Bajo el pesimismo de que la situación es la que es, pero con la continua sensación de que algo de dinero podrían arrojar. El vecino Juan Suárez es uno de los máximos luchadores porque la barriada mejore.
En un recorrido por las calles de la Bajadilla raro es que los vecinos, al ver la libreta en mano, no aprovechen la ocasión para a pedir alguna mejora. "Llevan 40 años sin hacer nada", reclama un vecino de la calle San Luis. Son alrededor de 25.000 los habitantes de la Bajadilla, con más de 60 años de historia.
En la calle Oviedo los contenedores acumulan basura de supermercados que provocan situaciones de gran pestilencia, además de la estrechez para ser calles de doble sentido; igual pasa en Obispo Tomás Gutiérrez donde apenas puede circular un coche ante los aparcamientos pese a que ningún disco prohiba el doble paso; en Santander hay un desnivel muy inseguro entre la calzada y la acera sin que pongan un vallado por seguridad y el acerado del otro margen es intransitable.
Por otro lado, al final de la calle Burgos hay un vertedero con enseres por el que los vecinos ni pasan por el temor a la presencia de okupas; en las calles Lérida y Pontevedra un gran número de desagües que dan a la vía pública, además de muestras visibles de excrementos en el firme; la calle San Luis se muestra parcheada por los propios vecinos, que aseguran que todos los que se ven los han arreglado ellos; y la calle Varo ni se visualiza, aunque existe, cubierta por vegetación y sin asfaltar si quiera; en Virgen de Fátima incluso faltan discos que prohiben circular hacia abajo y los vecinos, sabiéndolo aunque la señal no lo impida, esquivan el carril por precaución. "No nos atienden, vivimos como animales", señala Suárez, si bien no se trata de un problema de hace un año ni cuatro, se trata de décadas de abandono y miradas para otro lado, de partidas como el Plan E que no han dejado nada en la barriada, subrayan los vecinos.
Husillos atascados, falta de señales de tráfico, de pasos de cebra en mal estado o mal ubicados, aceras imposibles, aparcamientos que dificultan el tráfico, de calles sin circulación que podrían asfaltarse para mejorar las comunicaciones, o de la rotonda céntrica que siempre acumula coches aparcados y no permite el paso normal del tráfico o e l propio autobús.
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