Algeciras revive su domingo especial

Feria 2014

La Feria Real reúne a miles de personas en su jornada más esperada y en un año en el que se recuerda a Paco de Lucía Un centenar de caballistas engalanan la calle Volantes

Algeciras revive su domingo especial
Algeciras revive su domingo especial
María E. Selva Algeciras

23 de junio 2014 - 01:00

Y que nunca vuelvan a separarles, como un matrimonio que se entiende, se cuida y hasta se perdona. El Domingo por Sevillanas o Especial -como cada cual quiera llamarlo- es la esencia de la Feria Real de Algeciras, día que año tras año se ha ido consolidando y ayer los algecireños volvieron a sentir el flechazo de su ambiente hasta prendarse de nuevo y quedar enamorados. Ya no había que echar la vista atrás, a ese último domingo especial de 2012 tras el lapsus de la última edición. Miles de personas, miles, invadieron una a una las casetas y las calles del Real en una jornada prácticamente perfecta, no sólo para Algeciras sino también para los campogibraltareños que este día se unen a la fiesta grande de la localidad.

Y eso que la mañana arrancó chistosa y un suave manto de lluvia bañó las expectativas de más de un grupo de amigos. Pero quedó en un susto final porque el cielo nublado se convirtió en aliado provisional para sofocar las altas temperaturas que marcan el Domingo por Sevillanas. Al filo de las tres de la tarde el sol empezó a plantarle cara al día y se adueñó del cielo emborregado para que la jornada festiva calentara, más si cabe, el ambiente.

Como marca la tradición todo (o casi todo) estaba en su sitio, como los bancos de las impolutas escalinatas de la plaza de toros, que siempre están ocupados; o los vendedores de almendras saladas que asaltan a los feriantes entre sorbos de rebujito. Faltaban, eso sí, el reguero de grupos de amigos y familias que cada año al mediodía colman de simpatía, comida casera y rasgueos de guitarra entre vasitos de rebujito la calle Volantes. En su lugar eran las plazoletas de vecinos y los bares con sus terrazas a rebosar los que se llevaron el gato al agua.

A pocos metros estaba el Paseo de Caballos, que se mantuvo abierto desde la una a las siete de la tarde. Por ser una jornada de especial tránsito estaba limitado el paseo por la zona intermedia -calle Farolillos-. El concejal de Seguridad Ciudadana, Jacinto Muñoz, explicó ayer a este diario al respecto que había un gran despliegue para la jornada, alrededor de 120 policías municipales para atender la ciudad, con especial atención a las horas de tarde y estando la mayoría localizados en el propio recinto ferial y alrededores. Además de la participación del Cuerpo Nacional, sumados a éstos, seis agentes a caballo para controlar las incidencias de la calle Volantes.

Conforme fueron pasando las horas el ambiente se iba caldeando y la felicidad entre copas demás se hacía notar, algunos empezaban a mostrar su efusivo entusiasmo y ese Bailando de Enrique Iglesias no dejaba de sonar, como un eco interminable entre las casetas más juveniles, mientras otras, reservando la pureza, apostaron por música en directo, con una simple guitarra y una caja flamenca para entonar ese mítico "quién te va a querer así, como yo, ¿quién te va a querer?".

Los farolillos azules y amarillos adoranaban las calles, que fueron convirtiéndose en hileras imposibles casi de transitar. Con la noche empezaban a llegar más familias con niños pequeños y los jóvenes avivaban más su entusiasta felicidad.

En el llano dentro del recinto ferial junto a la calle Encajes se instalaron la mayoría de los puestos ambulantes, que han desahogado bastante este año las calles Fray Bartolomé y Ramón Puyol. Esta gran exposición de bolsos y bisutería provocaba alguna que otra frase curiosa como la de un hombre a su pareja que le decía "el sábado son las tiendas, pero no hoy, que es la Feria".

Las horas caían y cuánta más gente se agolpaba menos cobertura tenían los móviles, una de las consecuencias habituales que tiene la fiesta algecireña. Muchos miraban sus móviles ansiosos, pero nada, entrar en el recinto era olvidarse del móvil.

Paso a paso además este primer y único domingo servía para ver de día por primera vez la Feria Real en todo su esplendor, para esquivar a los repartidores de abanicos y descubrir la belleza de las fachadas, como las que muestran el salón de plenos, la réplica de la iglesia de la Palma o los constantes guiños en múltiples casetas, fuera o dentro, al gran Paco de Lucía.

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