EL Llano Amarillo de Algeciras se parece cada vez más a un campamento con la profusión de coches-apartamento ocupados por indigentes. No son pocos los pobres que duermen cada noche en cajeros automáticos buscando guarecerse del frío mientras que otras muchas personas en situación de exclusión social acuden a buscar comida entre la basura del mercado Ingeniero Torroja. La imagen, triste donde las haya, se produce en una ciudad cuya clase política parece vivir en Saturno o miran para otro lado cuando se les reclama limosna mientras tapean en las terrazas de la calle Convento. De lo contrario, ya se hubieran puesto manos a la obra. El problema, que pasa ya de ser coyuntural, tendría entre sus soluciones la construcción del albergue firmado en el pacto de Gobierno de PSOE e IU. Incumplirán su promesa, su pacto, y no se les caerá la cara de vergüenza ni remorderá la conciencia porque tampoco esperan el voto del indigente.