TODO lo que ocurre estos días en Valencia comenzó porque la clase política negó la calefacción al instituto Luis Vives en plena ola de frío alegando falta de fondos. El resto ya lo han visto por televisión: unos poderosos "enemigos" cargados de razón y "armados" con libretas, bolígrafos y libros salieron a la calle cansados de que quienes ocasionan el problema les niegue también la solución. Las cargas policiales perpetradas en Valencia por agentes con su número de placa tapado exhibiendo violencia gratuita contra los adolescentes -como ya ocurriera el pasado verano con la Jornada Mundial de la Juventud sin provocar dimisiones- desacreditan a todo un cuerpo que tiene su razón de ser en proteger al ciudadano, no en reprimirlo. Y, mientras eso sucedía, un político cualquiera viendo por televisión los porrazos se estremeció. Por un momento sintió frío pero rápidamente encontró la solución: ordenó subir un par de grados la calefacción de su despacho.