Golf l XXI Volvo Masters

Valderrama: adiós con el corazón

  • El campo sanroqueño se despide del torneo que ayudó a señalarle en el mapa tras un fructífero periodo en el que se ha transformado su entorno, el Circuito Europeo y la nómina de golfistas participantes

El agua, que con tanta generosidad se dejó sentir el viernes y el sábado, se quedó agarrada a las nubes para no enturbiar la última jornada de veintiún años de inolvidabe historia. De la historia misma del golf. Valderrama -que en este caso es lo mismo que decir San Roque y, por extensión, todo el Campo de Gibraltar- se despide para siempre del Volvo Masters, el torneo que ayudó a señalarle en el mapa, el que definió año tras año la Orden de Mérito.

A partir del próximo año Dubai toma el relevo en espera de que Jaime Ortiz-Patiño -o quizás será mejor decir su hijo Felipe- vuelva a hacer saltar la banca, que lo hará, y aparezca bien por este escenario bien por el que se va a construir a su vera, quién sabe si un torneo del circuito estadounidense o del tour americano senior allá por 2010… por poner un ejemplo.

Por mucho que Carlos Gardel defendiera que veinte años no es nada, este casi cuarto de siglo de golf ininterrumpido en el Augusta de Europa -por el que también pasaron durante ese periodo pruebas del Campeonato del Mundo y la exclusiva Ryder Cup- ha visto transformarse el propio campo, pero sobre todo su entorno.

Aquellas laderas inmaculadas de Sotogrande Alto que servían de acogedores aparcamientos a medios de comunicación, jugadores e invitados están ahora preñadas de construcciones paridas durante el boom inmobiliario y los vehículos se apiñan en la carretera de acceso, mientras los espectadores son desviados a otras zonas para ser acercados en autocares.

Los medios de la comarca, prácticamente ajenos a lo que sucedía en las dos-tres primeras ediciones, son ahora multitud en la sala de prensa, porque los vecinos de la zona acabaron por enterarse de la importancia de un acontecimiento que ha reunido en sus calles a más de cinco mil personas. Y que ha dado trabajo temporal, año tras año, a muchos guadiareños.

Con todo lo que seguramente más ha cambiado en este fructífero periodo es el propio Circuito europeo. Aquel proyecto, para muchos descabellado entonces, se puede afirmar que lo puso en marcha el empecinamiento de Seve Ballesteros. Son muchos quienes defienden incluso que el trofeo Harry Vardon, el que identificará al circuito desde el año próximo, debería llevar, en realidad, el nombre del de Pedreña. Eran los tiempos de Olazábal, Faldo, Langer, Rafferty… que no precisaban presentación.

Sólo uno de ellos ha permanecido ajeno al paso del tiempo: Colin Montgomerie. El único que jugó siempre. Y que a veces también dejaba la impronta de que ganaba siempre.

En contraste con aquellos años ochenta, los nombres de los participantes de estos últimos años son bastante menos conocidos para el gran público. Suerte que en esta comarca son muchos los aficionados con sobrado conocimiento de causa. Y esos han podido disfrutar de la presencia de uno de los suyos, Álvaro Quirós, que cuando el Masters llegó por primera vez robaba bolas en pantalón corto y ahora firma autógrafos. Cómo hemos cambiado.

No ha sufrido desgaste, tampoco, el eficiente servicio de prensa que encabezan María Acacia López Bachiller y Carmela Fernández Piera; ni la hospitalidad de la empresa patrocinadora; ni los precios asequibles, especialmente si se comparan con otros espectáculos deportivos que se celebran en la comarca.

Tampoco se alteró la maldición. El Volvo Masters se marcha sin que ningún español haya podido convertirse en su monarca. Hay cosas que no deben cambiar. Y otras que nunca deben irse. Pero se van. Para siempre.

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