La Virgen de La Palma vuelve del mar: fe, tradición y fiesta en El Rinconcillo
Más de 20.000 personas se reúnen cada 15 de agosto en Algeciras para recibir a la patrona, que emerge de las profundidades de la Bahía en una romería marítima única
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Algeciras vive cada 15 de agosto uno de sus días más esperados. Más de 20.000 personas, entre vecinos y visitantes, se congregan en la playa de El Rinconcillo para presenciar un momento cargado de devoción y tradición: la salida de la Virgen de La Palma desde las profundidades de la Bahía.
La romería marítima, organizada por la Sociedad Federada de Pesca Deportiva El Mero con la colaboración del Ayuntamiento, convierte el arco de la bahía en un escenario único, salpicado de decenas de embarcaciones que escoltan a la imagen en su trayecto. La Virgen permanece sumergida casi todo el año en una gruta rocosa de la zona de Getares, cuya ubicación exacta solo conocen unos pocos miembros de la sociedad organizadora, encargados de velar por su estado mediante inmersiones periódicas.
Se trata de una talla de piedra pequeña y humilde, con una palma sobre el pecho, símbolo de su identidad. Desde su santuario submarino, la Virgen es trasladada por mar hasta El Rinconcillo. Allí, sobre las 13:00, desembarca a la altura de la plaza Virgen del Carmen, junto al bar Antonio, donde queda expuesta al culto hasta la celebración de la misa, prevista para las 19:00.
Petardos, música y un ambiente festivo acompañan a este día señalado, en el que miles de personas convierten la playa en punto de encuentro familiar y de amigos. Entre castillos de arena, neveras repletas y baños en el mar, todos se agrupan en la orilla para recibir a la Virgen, vitoreándola mientras cruza las aguas.
La leyenda de la Virgen que decidió quedarse
La tradición se nutre también de una leyenda que remonta sus orígenes al siglo XVII. Según el relato popular, un buque genovés procedente de Italia buscó refugio en el puerto de Algeciras durante un fuerte temporal. Cada intento de zarpar rumbo a Cádiz era frustrado por la tormenta, hasta que los marineros comenzaron a aligerar la carga. Al descargar un viejo cajón de madera, las aguas se calmaron de inmediato y el viento amainó, permitiendo la partida. En su interior había una Virgen de mármol de Carrara, que sostenía una palma en la mano. Los algecireños no tardaron en interpretar el prodigio: aquella imagen no quería seguir su camino, sino quedarse para siempre en la ciudad.
Hoy, más de tres siglos después, Algeciras sigue rindiendo honores a la Virgen de La Palma, patrona de la ciudad, en una cita que combina fe, mar y celebración popular.
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