CULTURA

Uno de los mejores museos de pintura de la provincia está en La Línea

"Lluvia a Marrakech" de Cruz Herrera

"Lluvia a Marrakech" de Cruz Herrera

Es uno de los grandes tesoros culturales de La Línea de la Concepción y de toda la comarca. Aunque desconocido por muchos, el Museo Cruz Herrera bien podría competir con otros de fama, como la Casa Sorolla en Madrid.

Y es que el linense José Cruz Herrera poco o nada tenía que envidiarle a sus coetáneos, como el citado Joaquín Sorolla, José López Mezquita, Cecilio Pla o Antonio Muñoz Degrain. Hasta qué punto sería bueno que Cruz Herrera es de los escasos artistas que ganó dinero con la pintura y pudo vivir holgadamente gracias a ella. Sin embargo, si en la Línea uno pregunta dónde está su Museo prácticamente nadie sabe responder. Y es bien sencillo: hay que llegar hasta el actual Ayuntamiento y caminar unos pocos pasos, hasta la Villa San José.

Una vista del zoco por Cruz Herrera Una vista del zoco por Cruz Herrera

Una vista del zoco por Cruz Herrera

El Día Internacional de los Museos, que se celebra esta semana, podría servir de excusa para que todo campogibraltareño que no haya visitado la casa de Cruz Herrera lo haga ahora. La entrada, por cierto, es gratuita. Su obra se encuentra en la primera planta dividida en varias salas temáticas: bocetos, retratos, trabajos religiosos, costumbristas, desnudos y, quizá, la joya de la corona, la Sala Árabe.

El autodidacta Cruz Herrera  pasó gran parte de su vida en Marruecos, un país que dejó una honda huella en su producción artística y le permitió desarrollar su gusto por el orientalismo, acercándolo a otros maestros de la pintura del siglo XIX, como Mariano Fortuny, Josep Tapiró, Antonio Fabrés o Francisco Lameyer.

Mujeres dando de comer a las gallinas, por Cruz Herrera Mujeres dando de comer a las gallinas, por Cruz Herrera

Mujeres dando de comer a las gallinas, por Cruz Herrera

Lluvia en Marrakech de Cruz Herrera es una obra mayor dentro de la temática orientalista, un prodigio impresionista donde el cielo plomizo se rasga al contraluz de la tormenta. El contraste de los trazos verticales de la lluvia con los horizontales de los charcos que se forman en las aceras estructura el cuadro. La pincelada temperamental, los blancos puros y los brochazos cálidos atrapan la vista, principalmente una pequeña puerta abierta por donde se vislumbra la lumbre de un hogar. La luz, casi irreal, que envuelve el minarete de la Kutubía y los transeúntes refugiándose bajo los toldos del zoco hecho a base de manchas sólo están al alcance de genios de la pintura. 

No es la única obra sobresaliente en esta parte del Museo. También la del mercado con su laberinto de tenderetes bajo la sombra o la de un grupo de mujeres que da de comer a unas gallinas. Cruz Herrera logra que el espectador "viaje a Oriente", pero en esta ocasión sin salir de La Línea de la Concepción. Una fortuna tan cercana, tan al alcance de la mano que, a veces, no le damos el valor que merece. 

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