La Virgen del Carmen y los toros de cuerda
Muchos historiadores apuntan que las sueltas de Grazalema fueron uno de los primeros festejos taurinos en nuestro país
Todo está listo. La localidad gaditana de Grazalema recibe este fin de semana uno de los momentos más esperados del año por sus vecinos, las Fiestas del Carmen, un acontecimiento único, con siglos de historia a sus espaldas. Antecedidos por las Noches Flamencas, que ya pudieron disfrutarse durante el jueves y el viernes, esta noche los fuegos artificiales darán comienzo oficial a estas fiestas, que se celebran cada año en honor a la Virgen del Carmen. Cuando el resplandor de los cohetes ilumine la serranía gaditana, la fiesta y la diversión inundarán las calles del municipio. Luego vendrá la devoción, la adoración a la Virgen, que procesiona por Grazalema el domingo por la tarde y al alba, el toro de cuerda correrá por las calles .
Pero estas fiestas, lejos de ser únicamente mezcla de diversión, devoción y valentía, van más allá, ya que supone una de las tradiciones más antiguas de España. De hecho, son muchos los historiadores que apuntan que la fiesta grazalemeña fue uno de los primeros festejos de carácter taurino que se celebraron en nuestro país. Desde tiempos de la reconquista aparecen datos de esta fiesta en la localidad, aunque hay quien afirma que historiadores romanos ya aludían a un toro enamorado que con fines rituales se paseaba por el pueblo.
Si viajamos hasta principios del siglo XVIII, donde ya existen datos fehacientes y concretos de acontecimientos que se desarrollaban en la villa con ganaderos y reses bravas, encontramos un pueblo coronado por el barrio del Convento de las Carmelitas y la Iglesia de San José, casi despoblado, rodeado de chozas, corrales, toriles y huertos. En ese lugar nace el toro de cuerda de Grazalema. Cuando el calor empezaba a apretar en la serranía gaditana, a finales de mayo, los ganaderos se marchaban a otras zonas de la provincia para aprovechar los pastos. A mediados de julio, coincidiendo con las Fiestas de la Virgen del Carmen, considerada protectora de Grazalema, los ganaderos volvían con sus reses para descansar, disfrutar de las fiestas y herrar a los animales. Mientras, los jóvenes, encantados con el momento, se dedicaban a observar cómo los ganaderos preparaban a los toros, así como a protagonizar juegos con ellos. Esto dio lugar a que, en estas fechas, se desarrollaran festividades taurinas con reses atadas con una cuerda por las calles.
Es así que, a partir del siglo XVIII, los monjes carmelitas de Grazalema convierten la fiesta en el toro de la Virgen del Carmen. Los toros comienzan a correr los lunes después del 16 de julio, día del Carmen. El toro entraba en el pueblo acompañado de cabestros, se enlazaba con una cuerda larga y se arrastraba a tirones hasta el atrio de la iglesia, para que venerara a la Virgen. Toda una tradición que ha sobrevivido hasta hoy.
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