Conchita reúne a 1.500 personas bajo la luna llena en la playa de La Concha

Melancolía con un trasfondo positivo y dudas cargadas de certidumbre. Elementos contrapuestos a los que la artista y compositora Conchita sabe sacar jugo y así lo demostró en la algecireña playa de La Concha.

A Conchita nunca se le dio bien poner las cartas sobre la mesa, pero anoche escondía un as en la manga que puso con energía sobre el tapete que formaba la arena de La Concha.

La artista madrileña, pero nacida en Finlandia, desplegó su enigmático halo con Puede ser, el primero de los temas en sonar en la playa algecireña y que fue bien recibido por el público. Un aforo de 1.500 personas recibió a la artista cuando las once en punto de la noche llegaban al reloj. Luminoso arranque y fuerza para despertar al público tras la casi obligada espera de cualquier concierto.

Cómo te digo eso fue el segundo de los temas elegidos por Conchita para conectar con el público, lo que hizo de inmediato ayudada por un buen sonido y la agradable temperatura.

A veces ingenua, otras dolida y decepcionada, las letras de Conchita y su primer disco, Nada más (editado por EMI en 2007) hablan de amores pasados y de tiempos que fueron mejores, pero con la esperanza de llenar pronto el vacío del espíritu.

De ingenuidad estuvo cargado el arranque de Un, dos, tres, que el público coreo a petición de la artista y cuyo estribillo puramente pop resulta muy fácil seguir. "Ahora que ya hemos entrado en calor, os voy a pedir que cantéis conmigo", sugirió. El público, agolpado frente al escenario -demasiado alto para las primeras filas- hizo caso y agarraba sus manos para seguir el ritmo.

Instantes después -las letras de Conchita son cortas pero cargadas de mensaje- No salgas corriendo, donde amor y sexualidad se dan la mano pidiendo que no marche nunca.

El primero de los grandes éxitos que han encumbrado a Conchita, Nada que perder, sonó en quinto lugar sin dejar de lado otros temas como Tres segundos.

Con un registro sonoro particular, Conchita juega con una voz a veces susurrante y otras, cargadas de ímpetu para revelarse contra lo que no le gusta. Letras, en suma, compuestas por la propia artista y que, como cualquier cosa hecha por uno mismo, cargadas de la impronta personal de todo artista que ha logrado mantenerse fiel a sus principios por encima del poder de las discográficas.