Cádiz no sabe portugués pero sí sabe sentir lo que siente el fado

La primera vez que España (y Europa) escucharon la voz de Dulce Pontes fue cuando en el Festival de Eurovisión de 1991 Portugal se hizo con el octavo lugar gracias a ella. Pero algunos de los 4.000 gaditanos que acudían al castillo de San Sebastián eran la primera vez que oían a Pontes.

Dulce se quedó por primera vez sola en el escenario todavía vestida de blanco, y sólo cantó una canción, para dar tiempo a Morentes a ataviarse con su falda de volantes. Esa primera canción desconcertó un tanto al público. Su primera canción no fue un fado clásico, sino uno muy a la manera de Pontes, con percusiones africanas y contorsiones en el baile. Pero nadie dudó lo que el preludio del concierto ya había dejado ver, que la voz de la portuguesa es un prodigio.

Volvió Dulce, esta vez vestida de negro, para interpretar los mejores fados tradicionales de su repertorio. Sólo tres músicos con ella, guitarra española, guitarra portuguesa y contrabajo. Ante un auditorio que no la conocía, Dulce cantó virada para sus músicos, pero regalando al público los desgarros de su voz y el público caía rendido ante ella. Ojos cerrados y puños cerrados, Dulce transmite con fuerza todo los sentimientos que el fado encierra. Cádiz no sabe portugués, pero sabe mucho de sentir lo que siente el fado. En 'Maldiçao' a Pontes le duelen los brazos de abrazarnos y los labios de besarnos, y la urgencia de vivir a la que canta también la sufren los de este lado del Tajo.

Dulce sabe que Estrella es todo raza, pero ella es todo espontaneidad y se mete en el bolsillo a los gaditanos cuando organiza una conga para salir del escenario, o cuando en portuñol nos cuenta que ese tema de Morentes le encanta.

El día 1 de Diciembre es fiesta nacional en el vecino país luso; celebran la independencia de Portugal con España. Pero en Dulce Estrella la Baixa lisboeta estaba en La Caleta; y Andalucía fue Portugal y Lisboa fue Cádiz.