16ª de abono de la Real Maestranza de Sevilla

El Melli ganó a los puntos pero el toreo lo hizo Martínez

El Melli agradece su trofeo al tendido.

El Melli agradece su trofeo al tendido. / Juan Carlos Muñoz

Después de la tempestad viene la calma… Con las novilladas de abono se recupera ese público de cabales que sucede al pagano de los farolillos en estos domingos que permiten hacer una radiografía más o menos fiel del estado de forma y fondo de los aspirantes que deben ser los matadores del futuro. Mientas tanto, los comentarios de los aficionados siguen dando capas de barniz al gran suceso de la Feria, de muchas ferias…

Pero el toreo tiene otros estratos, otros escalafones… Este domingo se lidiaba la primera de las seis novilladas programadas por la empresa Pagés en dos domingos de mayo y cuatro jueves de junio que nos llevaran de la mano a la promoción del mes de julio. Quince novilleros –más los que se anuncien en la final del Circuito de Novilladas de Andalucía del próximo domingo- se juegan dar un verdadero impulso a su carrera. De ellos depende…

Pero el estreno de este ciclo de festejos menores quedó condicionado por la mansedumbre global de una novillada de los dos hierros de Rocío de la Cámara que lastró parte de los esfuerzos de una terna dispar en un festejo en el que argumento y resultado no coinciden del todo. El Melli se llevó la única oreja, sí, pero el mejor toreo, la faena más compacta, la labor más redonda y de mayor enjundia la hizo el almeriense Jorge Martínez que ya tiene alternativa anunciada en el ruedo de su tierra.

Jorge Martínez ante uno de sus novillos. Jorge Martínez ante uno de sus novillos.

Jorge Martínez ante uno de sus novillos. / Juan Carlos Muñoz

Ese trasteo lo firmó con el segundo ejemplar de la tarde, un bonito salinero que apenas cumplió en los primeros tercios. Martínez lo brindó al cielo, seguramente a la memoria de uno de sus primeros protectores, el aficionado almeriense Emiliano Machín, recientemente fallecido. La verdad es que el chaval contaba con los mejores avales y venía precedido del eco de sus actuaciones anteriores en esta misma plaza.

La faena comenzó con ayudados por alto, firme la planta, antes de echarse la muleta a la mano izquierda para empezar a torear con buen trazo, ahormando unos viajes un punto incompletos. La siguiente serie fue aún más honda, más reunida, con los muletazos dibujados muy hacia dentro. Cruzado y comprometido, se echó la muleta a la mano derecha, volando siempre por encima del animal, al que le costaba un poquito ir. Un airoso molinete marcó el último tramo de su labor: metido dentro del toro, volviendo a trazar naturales hondos y redondos. La oreja estaba en la mano, con ese placet silencioso de los profesionales y los buenos aficionados. Pero la espada rebotó una y otra vez antes de agarrar un espadazo bajo que enfrió cualquier entusiasmo. El trofeo, de auténtico peso específico, había volado…

Víctor Hernández durante su faena. Víctor Hernández durante su faena.

Víctor Hernández durante su faena. / Juan Carlos Muñoz

La suerte, definitivamente, le iba a dar la espalda con el segundo de su lote, un quinto aparejado y rabicano que brindó a su madre. El animal tenía buena condición pero se lastimó una mano a las primeras de cambio haciendo infructuosos los esfuerzos del novillero de Almería que, pese a todo, volvió a dejar buenas sensaciones que deben transformarse en triunfos más rotundos.

Y una oreja, sí, cortó El Melli, novillero sanluqueño que camina de la mano de Carmelo García, que se estrenó con un auténtico marmolillo –el que hacía tercero- al que le costaba un mundo seguir la muleta. Soso, sin fuerza, con una embestida cansina y declinante, acabó aplomado por completo. El Melli, eso sí, lo mató por arriba y con contundencia. Inasequible al desaliento, el chaval iba a sortear un sexto –un espectacular ensabanado que recordaba las reatas más nobles de la sangre Osborne- que brindó una embestida algo brutilla que le sirvió para escenificar una faena animosa y efectista, en la que abusó de torear detrás de la mata aunque alivió al público después de casi tres horas de interminable festejo. La espada volvió a funcionar y el personal, que no está para rigores, pidió y obtuvo el trofeo cuando las mulillas estaban a punto de arrastrar al bicho. El chaval, por cierto, repetirá el próximo domingo en la Maestranza dentro del cartel de la final del Circuito de Novilladas de Andalucía con un envío de Villamarta.

Dejamos para el final al primer espada del cartel. Era un madrileño, Víctor Hernández, que no iba a poder estoquear ninguno de los novillos que había sorteado por la mañana. Para él fueron los dos sobreros, que no se escaparon del aire manso de casi todo en encierro. El primero, rajado, acabó desplazándose por el pitón derecho pero Hernández, demasiado agarrotado, lo toreó con una fría corrección en una faena declinante que fue a menos. Su buen corte se pudo contemplar con mejor nitidez con el cuarto, un novillo manso de solemnidad que entre huída y huída le permitió esbozar algún muletazo en medio de demasiadas discontinuidades. El bicho escapaba hasta de de su sombra y estaba loco por quitarse de en medio.

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