David Galván se estrella en Madrid con una mansada

El diestro afincado en el Campo de Gibraltar cierra sus dos faenas con silencio y los toros son despedidos con pitos

Cartagena, Escribano y Galván, cartel de la corrida del 25 aniversario de la plaza de toros La Montera de Los Barrios

David Galván, en su faena al segundo de su lote.
David Galván, en su faena al segundo de su lote. / Borja Sánchez-Trillo /EFE

Ficha del festejo

Seis toros de José Enrique Fraile de Valdefresno, de mucho volumen en general (con una media de 612 kilos en la báscula), y de muy dispares hechuras, con algunos ejemplares excesivamente bastos. Salvo el segundo, el de más fino trapío y que tuvo una sobrada nobleza, el resto manseó acusadamente, rajados casi desde su salida y con una marcada querencia a la huida y al refugio de las tablas.

Paco Ureña, de carmesí y oro: golletazo (ovación tras leve petición de oreja y aviso); dos pinchazos y estocada baja (silencio).

David Galván, azul añil y oro: pinchazo y descabello (silencio); pinchazo y estocada delantera (silencio).

Alejandro Chicharro, de champán y oro, que confirmaba la alternativa: pinchazo hondo y media estocada tendida (silencio tras aviso); estocada desprendida perpendicular (silencio). Chicharro confirmó con el toro Pandereto, nº 29, cinqueño, negro bragado, meano y axiblanco, de 616 kilos.

Entre las cuadrillas, destacó especialmente la eficaz brega con el primero de Iván García, que luego saludó con Fernando Sánchez tras banderillear al sexto.

Sexto festejo de abono de la Feria de San Isidro, con lleno en los tendidos (21.864 espectadores, según la empresa), en tarde de clima agradable, aunque con viento y lluvia en el último toro.

El juego acusadamente manso de los toros de José Enrique Fraile de Valdefresno deslució la tarde del diestro afincado en el Campo de Gibraltar David Galván en la sexta corrida de abono de la Feria de San Isidro de Madrid, en la que cerró con silencio sus dos toros, que además fueron despedidos con pitos en el arrastre.

Galván, que este sábado hará el paseíllo en la Feria de Los Barrios, no pudo repetir la actuación de hace solo cinco días con dos vueltas al ruedo con petición de oreja para una de sus faenas, aunque le faltó un punto mayor de intensidad y concreción para que las pañoladas hubieran sido indiscutibles, teniendo en cuenta el material que tuvo delante.

Con una acusada querencia a tablas, rajándose o rehuyendo la pelea más o menos claramente desde su salida, los toros charros apenas dieron opciones ni a Galván ni al confirmante Alejandro Chicharro, aunque Paco Ureña sí que tuvo, y muchas, con el segundo, precisamente el de más finas hechuras, que fue el único del sexteto que embistió con entrega y, aunque algo apagada, con una permanente nobleza.

Descolgado su largo cuello ya en banderillas, el de Fraile comenzó a repetir enseguida a la muleta del torero de Lorca, que le ligó de partida tras tandas de derechazos llevándole muy apretado y tapado en el engaño, pero sin ayudarle a fluir las arrancadas tanto como parecía pedir el animal.

Aun así, la vibración del momento, y los guiños de Ureña al tendido mantuvieron el interés de este, hasta que el trasteo comenzó a decaer en la segunda parte, con cierta ligereza de vuelos por parte del lorquino, por mucho que el toro siguió manteniendo su claridad y su recorrido hasta la hora de la estocada, que no fue sino un feo golletazo que demeritó la generosa petición de oreja posterior.

La tarde se abrió con un toro que ya marcó el guion del resto de la corrida, pues para el primer turno, Alejandro Chicharro o su gente pudieron elegir, como es uso en estos casos, el toro destinado a la ceremonia de su confirmación de alternativa, que, asombrosa e incomprensiblemente, fue el más basto y feo de todo el encierro y que se comportó como tal desde que salió barbeando las tablas.

El nuevo matador madrileño hizo con él un esfuerzo, aguantando las bruscas protestas de un manso dolido al esfuerzo que le planteaba el engaño hasta acabar refugiándose en las tablas, donde Chicharro, como luego haría también con el rajado sexto, estuvo más machacón y voluntarioso que lucido.

El resto de la tarde tuvo aún menos historia, pues Ureña se alargó de más con un torancón negado a la pelea desde que se encontró con el caballo de picar, mientras que David Galván, casi siempre más pendiente de la estética que de estructurar la lidia, no encontró recursos para sujetar un mínimo a los dos "prófugos" de su lote.

Fue así como la ovación más grande de la tarde se la acabó llevando la banda de música cuando, a la muerte del tercero, interpretó el chotis Madrid, de Agustín Lara, que fue lo más alegre que se vivió, con mucha chulapa en el tendido, en esta deslucida tarde de San Isidro en la plaza de Las Ventas.

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