Ante el Festival 2020

¿Y si nos marchamos del Festival de Eurovisión?

  • En los últimos 10 años España ha quedado en 7 ocasiones por debajo del 20º puesto. Pero no valen victimismos

En los últimos diez años, desde el extraño e injusto penúltimo puesto de Soraya Arnelas en La noches  es para mí en 2009, las representaciones españolas cuentan por sonados fracasos sus apariciones. Con Daniel Diges en 2010 se alcanzó el 15º, y con las grandes Pastora Soler (2012) y Ruth Lorenzo (2014), se alcanzó el 10º, entrar en el ansiado Top Ten. Cuadno se han hecho realmente bien las cosas el público continental ha recompensado (sin estridencias ni cariños, eso sí) el esfuerzo.

Las otras siete participaciones españolas en el último decenio han estado incluso por debajo del 20º, en la cola. Con un sonoro último puesto en 2017 con Manel Navarro y un penúltimo de El sueño de Morfeo en 2013. El 22º  de Miki Núñez, aunque sepa a poco, es el mismo puesto que Barei en 2016 y estuvo mejor que Lucía Pérez, 2011, (23º) y el anterior  de Alfred y Amaia  (23º), como el mencionado 24º de Soraya. Edurne, una gran decepción, fue 21º  en 2015. Una debacle musical sin precedentes e impensable en otras décadas (recordemos el mosque nacional que supuso el 7º puesto de Rosa López en 2002)

Nuria Fergó y su respuesta a Rosa López

 

Pero no, no podemos tener aquella actitud juvenil de Nuria Fergó. No vale el victimismo continental sobre los reiterados fracasos de TVE en estos años porque realmente la calidad musical no ha prevalecido en un lustro negro.

¿Qué podemos hacer?

Es difícil alcanzar un puesto de distinción pero desde España se echan en falta actuaciones sobresalientes como la de Pastora Soler, que recibió un décimo puesto digno aunque por muy debajo de sus méritos. La venda ya era una canción del montón cuando fue elegida por los seguidores de OT y al menos   la puesta en escena y la voluntad encomiable de su intérprete, Miki Núñez, han permitido mejorar en la recta final.

Pero La venda no tenía gancho y TVE aún tiene que afinar mucho para dar con la tecla para sorprender y gustar al público heterogéneo de Europa. No hay recetas maestras ni fórmulas matemáticas.

Se impone de nuevo una selección interna entre profesionales de primera línea.

O una gala de preselección tan potente que ponga el foco en lo mejor de la música comercial en español (intérpretes españoles y de otros países, como pudo ser en su momento la chipriota Eleni Foureira). Es difícil (bueno, es imposible) ganar Eurovisión. Pero para TVE es un deber hacer un buen papel.

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