El incendio de Tarifa saca a la luz una joya del arte rupestre en una cueva oculta de la prehistoria
En el techo del abrigo, que estaba en un lugar inaccesible hasta el fuego, aparecen dos ciervas acompañadas de un cervato, las primeras descubiertas en esta zona
"Nos recuerda que nuestro patrimonio es frágil y que solo con implicación social y administrativa podremos garantizar que estas huellas del pasado lleguen a las generaciones futuras”, afirma el investigador Simón Blanco
Arte Sureño: un tesoro de la prehistoria sin nada que celebrar
En las escarpadas estribaciones meridionales de la sierra de Fates, en Tarifa, un hallazgo arqueológico ha sorprendido a los investigadores del llamado Arte Sureño: el descubrimiento de los abrigos rupestres del Duque, un conjunto prehistórico hasta ahora desconocido que se suma al rico patrimonio histórico de la costa tarifeña. La noticia se produjo el pasado 29 de septiembre, cuando el investigador Simón Blanco localizó las primeras pinturas en este entorno privilegiado que domina visualmente desde la ensenada de Valdevaqueros hasta la costa africana.
Hasta el incendio de agosto de 2025 que se inició en el camping Torre la Peña, la zona donde se ha descubierto el conjunto del Duque, nombrado así por ser el refugio habitual de un búho real, era inaccesible ya que, al tratarse de una zona sin uso forestal, el desarrollo del sotobosque y de pies de alcornoques impedía el acceso al lugar. Este potencial regenerador de estos árboles también puede verse en otro incendio ocurrido en agosto en el otro extremo de este circo montañoso, el entorno del cabo de Plata, donde el fuego ha desvelado dos nuevos yacimientos rupestres, el Estrecho III y el abrigo de la Cabreriza, yacimientos que ponen de relieve el gran valor patrimonial y la necesidad de llevar actuaciones y medidas compensatorias que minimicen la distorsión del paisaje y los daños provocados por los incendios, que no solo eliminan la pantalla forestal que es fundamental para prevenir la abrasión eólica, sino que las altas temperaturas alcanzadas craquean las areniscas y hacen saltar los soportes.
Un hallazgo en un entorno privilegiado
El conjunto del Duque se sitúa en un punto culminante de la arista que separa la margen izquierda del arroyo de las Piñas de la ladera que desciende hacia la Torre de la Peña. Este “mirador prehistórico” permite controlar visualmente el circo serrano, la ensenada de Valdevaqueros, la costa africana e incluso los movimientos de aves y cetáceos. La roca que alberga las pinturas pertenece a un flysch muy disgregado, con una escama de arenisca que contiene los abrigos del Duque I y II.
El Duque I, el principal de los abrigos, consta de dos salas esféricas superpuestas. La sala inferior, de mayor tamaño, podría albergar hasta tres personas, mientras que la superior apenas permite el acceso de una. El Duque II, en cambio, consiste en una estrecha diaclasa donde apenas caben una o dos personas, pero contiene una representación humana masculina en muy mal estado.
Pinturas que hablan del pasado
La sala inferior del Duque I alberga un hallazgo excepcional: en el techo se distribuyen tres figuras zoomorfas, un grupo de dos ciervas acompañadas de un cervato. Dibujadas con trazos simples pero realistas, estas figuras destacan por la atención al detalle en morro, cola y orejas, así como por la representación del movimiento y la alerta de los animales, que parecen listos para huir. Esta es la primera vez que se documenta la presencia de cervidos en la sierra de Fates, y su iconografía permite vincular el conjunto con el Neolítico y con el Arte Sureño, un corpus prehistórico característico de la región del sur de Andalucía.
La representación de los ciervos no es solo artística: refleja la estrecha relación entre las sociedades prehistóricas y la fauna que habitaba el territorio, y ofrece pistas sobre su cosmovisión y organización social.
Patrimonio en riesgo y necesidad de protección
El conjunto rupestre del Duque ha sido notificado a las autoridades competentes, pero su conservación requiere medidas urgentes. La erosión causada por el viento, la abrasión de la arenisca y los incendios recurrentes ponen en riesgo este patrimonio único. Los expertos subrayan la necesidad de programas de protección física que permitan un disfrute sostenible del yacimiento, así como la recuperación del paisaje natural como garantía de conservación a largo plazo.
“Este hallazgo nos muestra que aún hay mucho por descubrir en la sierra de Fates”, asegura Simón Blanco. “Pero también nos recuerda que nuestro patrimonio es frágil y que solo con implicación social y administrativa podremos garantizar que estas huellas del pasado lleguen a las generaciones futuras”.
Un paisaje único, amenazado y fragmentado
La sierra de Fates forma, junto con la sierra de la Plata, un circo montañoso que va desde la Torre de la Peña hasta el cabo de Plata, atravesando un litoral de singular belleza que incluye las ensenadas de Valdevaqueros y Bolonia. Sin embargo, a pesar de su valor paisajístico y ecológico, esta región se encuentra fragmentada entre los parques naturales del Estrecho y de los Alcornocales, una gestión desigual que ha dificultado su protección integral, según explica Simón Blanco: "La zona ha sufrido los efectos de urbanismo irregular, incendios forestales recurrentes, sustitución de alcornocales por pinares y la proliferación de parques eólicos, todo lo cual pone en riesgo tanto su biodiversidad como su patrimonio arqueológico".
Historia de la investigación rupestre en Tarifa
La sierra de Fates no es ajena a la arqueología. Desde 1929, el investigador Henry Breuil y su equipo documentaron ocho yacimientos rupestres en la región, distribuidos entre San Bartolomé, la sierra de la Plata y la propia Fates. Entre estos últimos se encontraban los abrigos de Desollacabras, de Enmedio y el desaparecido Peñón de la Torre. En décadas recientes, se sumaron los abrigos del Peregrino (2014) y los Cardos (2015), caracterizados por su iconografía antropomorfa y signos simples.
Ahora, con el descubrimiento del Duque I y II, la sierra de Fates consolida un núcleo rupestre más diverso, que combina tanto la herencia de investigaciones históricas como nuevas perspectivas sobre la vida prehistórica en esta región estratégica entre la costa y la antigua laguna de la Janda.
Un futuro para el Duque
El descubrimiento del Duque representa un aporte crucial para comprender la vida prehistórica en el estrecho de Gibraltar. La combinación de ubicación estratégica, iconografía inédita y estado de conservación excepcional convierte a este yacimiento en un referente del Arte Sureño. Su estudio, preservación y puesta en valor podrían no solo ampliar el conocimiento científico, sino también fomentar el turismo cultural sostenible y la educación patrimonial en la región.
Mientras tanto, las ciervas del Duque continúan “vivas” en las paredes de la sierra de Fates, testigos silenciosas de una historia que se remonta a miles de años y que, gracias a este hallazgo, vuelve a resonar entre el viento y las olas de Tarifa.
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