La arquitectura de Tarifa (I)
El castillo de Guzmán el Bueno, testimonio de su importancia medieval, es uno de los más antiguos de España
La fortaleza tiene su origen en la etapa califal de la dominación árabe, en el año 960 del calendario cristiano
La arquitectura de San Roque (I)
Tarifa/Tarifa hunde sus raíces en la Edad antigua, la antigua Mellaria, y después renace en época medieval con la conquista de la España visigoda por parte de las tropas musulmanas, árabes y moras o bereberes. El caudillo musulmán Tarif será el que le dé su nuevo nombre. Como testimonio de su importancia medieval permanecen su castillo, llamado de Guzmán el Bueno, sus murallas y la iglesia de San Mateo, de estilo gótico tardío. En su urbanismo intramuros delata su pasado árabe, con un dédalo de calles estrechas y pequeñas plazas.
Grosso modo podríamos afirmar que sus edificios burgueses de la arquitectura ecléctica de finales del siglo XIX y principios del XX reciben gran influencia de la arquitectura gaditana, en la que priman los miradores de madera y vidrios o de hierro fundido; no obstante, también podemos encontrar varios edificios de estilo tardo barroco, con frontispicios y cierros enrejados. Estos, por norma general, se encuentran en las plantas altas y son pocos los edificios que los tienen en su planta baja. En los vanos se alteran tanto los dinteles como los arcos de tipo escarzano. Son varias las casas cuyas portadas lucen gruesas pilastras de ladrillo o de piedra, con cornisas en su parte superior, y cierros enrejados, que manifiestan su procedencia dieciochesca. La mayoría de las viviendas tarifeñas cuentan con dos o tres plantas. Igualmente, son notables los patios con arcos de medio punto sobre columnas de tipo toscano.
Para realizar la descripción y comentario de la arquitectura tarifeña es preciso comenzar por el castillo de Guzmán el Bueno, uno de los más antiguos de España. Esta fortaleza tiene su origen en la etapa califal de la dominación árabe, en el mes de safar del año 349 de la hégira, que corresponde al mes de abril de 960 del calendario cristiano. Aunque el núcleo más antiguo sea del siglo X, a lo largo de los siglos se fue modificando y ampliando en diferentes fases y etapas: Almorávide, del siglo XII; almohade, del siglo XIII; cristiano medieval, de los siglos XIV al XVI; moderno, de los siglos XVII y XVIII, y contemporáneo, siglo XX.
La arquitectura califal hispanoárabe está basada en la bizantina, heredera, a su vez, de la romana. Tiene planta trapezoidal de cuatro lados y todo el recinto está defendido por varias torres totalmente macizas de estructura prismática y de base cuadrada, algunas de la cuales están almenadas, con sus merlones acabados en pequeñas pirámides. Las de las esquinas tienen forma poligonal y todo el recinto está rodeado y protegido por una muralla exterior o falsabraga, de origen almorávide.
También cuenta con un adarve alrededor de sus murallas. Podemos observar cómo algunas de sus torres tienen reforzada su base por medio de unos contrafuertes con forma prismática y troncopiramidal, construidos en la edad moderna para asegurar su estabilidad. El edificio primitivo califal está construido con sillares a soga y tizón; es decir, a lo largo y a lo ancho. Las modificaciones y ampliaciones llevadas a cabo por los almohades; en cambio, son de tapial.
Tras la conquista cristiana se construyó la llamada torre del Homenaje o de la Veleta, que originariamente contaba con mayor altura, es casi rectangular. La parte baja, que es la que se conserva es maciza; pero la superior, desaparecida, era habitable. A partir del siglo XVI, al convertirse en residencia palaciega, se van abriendo ventanas en sus paramentos y en el siglo XVII, el lado sur de la fortaleza pierde sus merlones y almenas.
Hay que destacar la puerta principal de acceso al castillo, entre dos torres de flanqueo, llamada Puerta de la Inscripción Fundacional, ya que sobre al arco se encuentra la lápida que hace referencia a la fecha de su construcción. El arco de esta puerta está formado por dovelas y es de medio punto, lo que da a entender que ha sufrido reformas, puesto que el original podría haber sido apuntado o de herradura.
Cuando los almohades invaden Al Ándalus, llevan a cabo varias obras en el castillo de Guzmán el Bueno: la puerta en recodo, la coracha y la magnífica torre albarrana o de Guzmán el Bueno. La puerta en recodo se encuentra en el frente Oeste y atraviesa la falsabraga; su arco de apuntado aunque rebajado, construido con sillarejos. Esta puerta tiene acceso directo, pero luego hay que girar a la izquierda y después a la derecha.
En cuanto a la coracha, está construida en mampostería y sobre ella discurre un adarve o camino de ronda. Su misión era proteger mejor el acceso a la fortaleza y llega hasta la torre Albarrana, que es de planta octogonal; en su base aún se pueden apreciar restos del sillarejo que cubrían el tapial original. Toda la torre se ha enlucido en tiempo reciente. Presumiblemente, en su estado primitivo alcanzaba mucha mayor altura y estaría almenada. Otra hipótesis sugiere que esta torre albarrana pudiera ser de procedencia cristiana, del siglo XIV. Próxima a ella, en el lado izquierdo se abre en la coracha una puerta con sillares y con arco de medio punto con dovelas, de construcción moderna, la cual permite actualmente el acceso al recinto fortificado.
A finales del pasado siglo, en 1990, debido a un corrimiento en el talud donde se asienta la cara de la fortaleza que mira hacia el mar, parte de la muralla exterior o barbacana se desploma, de tal manera que se tuvo que construir un contrafuerte de hormigón para estabilizar la vieja fortaleza.
En su interior se hallan dos patios, a los que se accede por unas pequeñas puertas, una de estas puertas, muestra un arco de medio punto algo peraltado, fabricado con una serie de ladrillos en sardinel o de canto; otra, muy curiosa, tiene un arco de herradura, con el mismo tipo de fábrica que el anterior, y una tercera puerta, muestra un arco escarzano, también de ladrillos, y unas jambas fabricadas con sillares de piedra.
En uno de sus patios interior podemos observar en uno de sus lados cuatro arcadas, de las cuales solo una está abierta, estando cegadas las otras. Por esta arcada abierta se accede al centro de interpretación de la frontera castellano-nazarí. En el piso superior se encuentran tres pares de ventanas geminadas y otra aislada, con arcos de medio punto. En el otro patio, en uno de sus lados también se encuentra un soportal con cuatro arcos de medio punto, resaltados con molduras lisas, sobre pilastras prismáticas, y en la parte superior una galería con cuatro ventanales adintelados, los cuales actualmente están acristalados; pero que antes de la reforma de 2008 se encontraban tapiadas y en donde se abrían sendas ventanas. Estas construcciones pertenecen a los añadidos más modernos de la fortaleza.
Dentro del recinto histórico de la fortaleza o alcazaba, cerca de su flanco Este, se halla la iglesia de Santa María, actualmente desacralizada y que ha sido objeto de una intensa labor de restauración en la última década del siglo XX. Parece ser que en el lugar en que hoy se levanta la iglesia se encontraba una mezquita. Este templo data del siglo XIV y es de estilo gótico-mudéjar. Su planta es rectangular y consta de tres naves. En la nave principal se levantan seis pilares de ladrillo visto que sustentan los respectivos arcos apuntados. Otro arco apuntado, que se apoya en cuatro columnas romanas o visigodas de mármol reutilizadas, da paso a la capilla mayor. Se cubre con bóveda de cañón en la nave central y semibóvedas en las laterales.
La puerta original que daba acceso a la nave central se cegó y actualmente se accede al interior por una puerta lateral que se abre en la nave del evangelio. Esta puerta se enmarca en una especie de panel pétreo, provisto en su parte superior de un friso con finas baquetillas; la puerta, con arco de medio punto con dovelas, se halla flaqueado por dos estrechas pilastras, todo el conjunto construido en piedra ostionera. Sobre el friso superior se abre una pequeña ventana abocinada con arco de medio punto. Otras dos ventanas del mismo tipo se encuentran a los lados. La cubierta a dos aguas es de reciente construcción, tras la restauración llevada a cabo en el edificio.
Afortunadamente, Tarifa conserva la mayoría de su recinto amurallado medieval. Podemos observar torreones y murallas en la Alameda, la calle Amador de los Ríos, la avenida de Andalucía, la calzadilla de Téllez o la avenida y plaza Miramar. Las fortificaciones se componen de tres recintos amurallados: La muralla de la Almedina, de la que pervive una puerta monumental que conecta con la alcazaba; la muralla de la Aljaranda, que conserva las torres de los Maderos y de Jesús, y la muralla del Arrabal, la más extensa, donde se encuentra la famosa puerta de Jerez, del siglo XIII.
Aunque gran parte de este recinto amurallado ha sido restaurado en época reciente, son bastantes las torres que aún se conservan; estas son prismáticas y de base rectangular, construidas con sillares y sillarejos. Son muy significativas las de la calzadilla de Téllez, restauradas a comienzos del presente siglo, alguna de ellas mantiene parte de los esgrafiados que las decoraban. Alguna de la avenida de Andalucía sobresale de entre las casas adosadas a la muralla, como la torre de San Sebastián.
Es preciso citar la Torre del Mirador, en el recinto de la Aljaranda, situada en la calle Amargura, cuya parte posterior mira hacia el mar y se observa, en sus 20 metros de altura, desde la plaza Miramar, destacando de entre la muralla que se extiende desde la confluencia con la calle María de Molina, en cuya esquina se eleva otro robusto torreón, conocida como torre de los Maderos, cuya base se presenta ataludada, hasta el castillo de Guzmán el Bueno paralela a la plaza Miramar. Es de forma prismática y cuenta con unas escaleras que permiten el acceso a su parte media alta. Fue construida por los almorávides; no obstante, se reformó en los años 1441 y 1611, y se la reforzó con sillares. En el año 2011 se restauró. También es digna de mención la torre de Corchuelo, en la calle Amador de los Ríos, cerca de la calle Cilla, en cuya entrada aún se mantiene un arco medieval de la muralla.
La puerta de Jerez presumiblemente fue construida por los benimerines o meriníes en el siglo XIII. Se encuentra entre dos torres almenadas prismáticas de base rectangular. Sobre el arco ojival, de época cristiana, destaca una gran placa con la leyenda: "Muy noble, muy leal y heroica ciudad de Tarifa ganada a los moros reinando Sancho IV El Bravo, el 21 de septiembre de 1292".
Tiene acceso recto al interior de la población y está construida en sillares y sillarejos. Está constituida por tres arcos consecutivos. El primero es de tipo ojival, formado por dovelas de piedra arenisca, tras este se encuentra una bóveda de cañón que está separada de la puerta por una posible acanaladura de un rastrillo. A continuación se abre el primer arco de herradura ojival que antecede a una bóveda esquifada de planta rectangular; seguidamente se abre la tercera puerta también con arco de herradura ojival, que da paso al interior de la población, a las calles Silos, Nuestra Señora de la Luz, Pesos y Jerez.
Juan Carlos Martín Matilla es Licenciado en Filología, vocal de Patrimonio de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la Sección 2ª Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura del Instituto de Estudios Campogibraltareños.
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