La Necrópolis de final de la edad del bronce en la Sierra de la Plata, Tarifa
Observatorio de La Trocha | Nuestro arte prehistórico
Su periodo de ocupación está fijado entre los siglos X o IX a.C. y finales de la época republicana romana
Las construcciones sufrieron perturbaciones y movimientos, posiblemente debido a eventos sísmicos
Asentamientos que perduraron en el tiempo: la iglesia visigoda de Tarifa en la Sierra de la Plata
Este trabajo resume las campañas de excavación realizadas en la necrópolis noroeste de la Sierra de la Plata en las fechas de mayo de 2014 y mayo de 2016, y el trabajo publicado La Silla del Papa: hábitat y necrópolis. Campañas 2014-2016, publicado en 2017 por Pierre Moret, Fernando Prados Martínez, Jean-Marc Fabre, Elena Fernández Rodríguez, Francisco José García Fernández, Florián González, Helena Jiménez Vialás.
Aunque este trabajo centra su atención en la necrópolis noroeste, debemos empezar hablando de cómo nace esta zona funeraria, y en este caso nos referimos primero al oppidum de Bailo, ocupando un lugar elevado de la Sierra de la Plata en pleno corazón del Parque Natural del Estrecho y aproximadamente a una altura sobre el nivel de mar de 457 metros. Separado de la costa alrededor de cuatro kilómetros. Siendo excavado desde 2007. Fijando su periodo de ocupación entre los siglos X o IX a.C. y finales de la época republicana romana, siendo abandonado el enclave durante este último periodo, emplazándose en la costa en lo que conocemos hoy en día como la ciudad de Baelo Claudia.
Estos trabajos realizados en diferentes campañas determinaron la importancia que tiene toda esta zona de la Silla del Papa en la Sierra de la Plata, por ser un centro protourbano y urbano en la fase prerromana y romano-republicana de la historia del Estrecho de Gibraltar. Tras los diversos trabajos de prospección, salieron a la luz dos zonas funerarias o necrópolis, una de ella objeto de este trabajo la situada al noroeste y otra de menos envergadura situada al suroeste del núcleo urbano (oppidum de Bailo). Confirmándose la importancia del asentamiento de Bailo, que llego a tener varias necrópolis funerarias, principalmente para mandatarios del enclave en varios siglos.
Empezamos la descripción de la necrópolis noroeste, ubicada en una de las crestas situadas al noroeste del oppidum de Bailo, aproximadamente a unos 170 metros de la parte más septentrional del enclave. La zona que se eligió para situar la necrópolis es de topografía muy agreste, alternando con grandes rocas calizas abruptas y zona de terreno casi formando llanuras estrechas horizontales o moderadamente inclinado, donde encontramos zonas escalonadas entre la cresta y la mitad de la ladera oriental. Desde la necrópolis se domina una de las vías de acceso al oppidum, la que sube desde la llanura que alberga el río Almodóvar.
Durante las campañas de excavación de 2014, 2015 y mayo 2016, tras realizar un desbroce general en toda la zona, se decidió elegir cuatro áreas de actuación: la primera en una terraza que se forma en la ladera oriental, con una orientación NE desde el área del enclave principal en el oppidum, donde después de la limpieza y desbroce de la zona aparecieron tres monumentos circulares, visibles a simple vista en la superficie (monumentos funerarios marcados en el plano de la necrópolis con las siglas J19, J20 y J 21).
Muy próxima a esta primera zona funeraria se localizan tres monumentos funerarios en la parte más alta del área denominada “J”, el primero formado por un túmulo con forma circular marcado como “J10, además de dos monumentos de arquitectura funeraria mucho mas compleja marcados como “J1 y J2”. Todos estos trabajos de limpieza y excavación realizados en las primeras dos campañas, ya marcaron la importancia de la necrópolis noroeste.
En la campaña realizada en 2016, la revisión de un muro que marcaba una linde en la zona norte de la terraza donde se sitúa la necrópolis, permitió recuperar más de trescientos sillares o fragmentos de sillares que procedían de varios monumentos, que tras su destrucción se reutilizaron en la confección de ese muro de época moderna. Todos los sillares y fragmentos recuperados formaron parte inicialmente de los monumentos funerarios marcados como “J1, J2 y J3”, (Lámina 2).
Los monumentos del tipo tumular
Entre las principales características de este tipo de construcciones circulares en la necrópolis noroeste, es que cuentan con un diámetro medio que va entre los 1,57 y 3,79 metros y están formados por piedras areniscas talladas, con su cara exterior lisa y curva. La altura media es de alrededor de un metro, y se forma en su base con dos hiladas de sillares en su perímetro. Podemos diferenciar dos tipos diferentes de estos túmulos funerarios. Uno de los tipos se sitúa en la terraza nordeste, y los del otro tipo esta ubicados en la parte más alta de toda la necrópolis. El primer subtipo situado en la terraza nordeste, encontramos monumentos de diferentes tamaños, y conformados principalmente por muros formados por dos hiladas de sillares.
Dos de estos monumentos funerarios los marcados como “J20 y J21”, tienen un tamaño de 3,2 y 2,1 metros de diámetro respectivamente y fueron excavados. Las dos estructuras estaban derruidas, aunque se cree que eran estructuras huecas, la cara interna del sillar de arenisca no está trabajada. En la estructura “J20”, algunos sillares han caído al interior y están cubiertos por depósitos de tierra arrastrados por el viento y la lluvia. En “J21”, se encontró un paquete compacto de piedras y barro, posiblemente una reparación para prevenir el colapso.
No se encontraron evidencias de estructuras internas en “J20” ni “J21”. Los entierros se realizaban fuera de los monumentos, en urnas cinerarias situadas en pequeñas fosas. Las urnas y materiales hallados datan en su mayoría de la época republicana. También se encontraron materiales cerámicos y estelas funerarias cerca de “J21”.
Las construcciones sufrieron perturbaciones y movimientos, posiblemente debido a eventos sísmicos. Las mediciones de los sillares revelan discrepancias, sugiriendo que las últimas personas que habitaron el área podrían haber reconstruido monumentos funerarios utilizando sillares de estructuras anteriores. Un monumento diferente marcado como “J10”, con 3 metros de diámetro, tenía sillares más pequeños y un relleno compacto de tierra y piedras. Se encontró una caja funeraria fragmentada cerca de “J10”, con restos de cremación y una fíbula que indica una posible fecha posterior. La procedencia de la caja sugiere vínculos entre la necrópolis y una ciudad cercana.
Conjuntos monumentales en la zona alta
Este grupo de monumentos funerarios son los situados en la zona de mayor elevación en un área diferenciada en el total de la terraza donde se sitúa la necrópolis. En esta zona se localizan tres monumentos (J1, J2 y J3) que destacan por su altura y decoración arquitectónica. Estos monumentos estaban situados junto a un muro de piedra de época moderna, que fue construido con los elementos destruidos de los monumentos antiguos.
Destaca de estas estructuras la marcada como “J2”, por estar excavada en su totalidad, estando las dos restantes “J1 y J3”, aun en sus etapas iniciales de excavación. El monumento “J2” tiene un basamento cuadrangular adaptado a una superficie o plataforma rocosa, sugiriendo una superestructura circular rematada por una cornisa de estilo egipcio y de poca altura. Los enterramientos se concentran principalmente en el lado oriental del monumento, destacar que estaban orientados hacia la salida del sol. Se observa una disposición en semicírculos concéntricos alrededor del basamento, utilizando la superficie rocosa natural. La zona próxima fue reutilizada en el tiempo, observándose mínimo tres etapas diferentes a lo largo del tiempo en los enterramientos.
La primera fase muestra enterramientos de urnas con cremaciones dentro de cistas en las áreas más cercanas a la estructura principal. La densidad de enterramientos refleja la importancia del espacio, utilizado durante al menos dos siglos. No se observan o son escasos los rituales post deposicionales en esta fase. La segunda fase continúa con enterramientos que se apoyan en las cistas anteriores, con calzos de piedra para preservar las tumbas más antiguas.
La tercera fase de enterramientos se encuentra más alejada de la estructura principal, sobre los niveles de circulación que cubren las fases anteriores. En la misma zona se localiza un túmulo, “J27” aún no excavado, junto a una estructura circular. Esta fase presenta una ofrenda junto a la deposición funeraria, lo cual es único en la necrópolis de la Silla del Papa. Las dataciones obtenidas arrojaron una fecha aproximada que sitúa el túmulo “J2” hacia finales del III siglo a. C.
Los estudios realizados en los monumentos funerarios “J1, J2 y J3” son incipientes. Se propone que “J1 y J3” tenían una planta cuadrada con decoraciones arquitectónicas distintas, mientras que “J2” tiene una morfología singular con un basamento cuadrado y un cuerpo cilíndrico rematado por una cornisa egipcia. Se sugiere que la necrópolis suroeste, debajo de los niveles altomedievales, tiene monumentos similares en la terraza del Área D. La iglesia visigoda construida en esa zona utiliza bloques de los monumentos funerarios existentes en la necrópolis noroeste, indicando que esos monumentos estaban en ruina cuando se construyó la iglesia.
En la reutilización de los materiales que conformaban las estructuras de la necrópolis, se han localizado en esta zona de la iglesia visigoda, una estela betiliforme (piedra sagrada), reutilizada en un muro de época moderna, un sillar de pequeño tamaño con moldura convexa simple en el muro norte del ábside, y tres grandes bloques de cornisa de toro y bisel, dos completos en los muros este y sur del ábside y uno fragmentario en el muro sur de la nave. Uno de estos bloques, el mejor conservado, forma parte del paramento interno del muro este del ábside y tiene dimensiones idénticas a los monumentos “J1 y J3” en la necrópolis noroeste.
En la necrópolis noroeste de la Silla del Papa, destaca la agrupación de enterramientos simples alrededor de estructuras con apariencia de túmulos o turriformes (con forma de torre), que funcionaban como hitos memoriales en lugar de tumbas individuales. Este enfoque de monumentalización se orienta hacia grupos familiares o linajes en lugar de individuos. El ritual funerario es simple, con escasas ofrendas post deposicionales y ajuares limitados, generalmente compuestos por uno o dos elementos en las urnas.
Aunque en un caso una estela betiliforme cubría una urna, la señalización de los enterramientos se realizaba mediante lajas de piedra. La cremación es el método predominante, y los restos orgánicos son seleccionados antes de ser colocados en las urnas. Aunque los lugares de cremación (ustrina) no se han localizado aún. Se observa una jerarquización de los enterramientos en la necrópolis, tanto en la disposición de los monumentos en terrazas descendentes como en la asociación de monumentos de distintos tamaños y diámetros en grupos de tres o cuatro. Esta disposición puede estar influenciada por asociaciones familiares o roles sociales. Los monumentos mejor desarrollados están ubicados cerca de otros con mayor arquitectura, lo que podría reflejar unidades gentilicias, familiares o incluso étnico-identitarias en el contexto del oppidum de la Silla del Papa.
Este descubrimiento plantea interrogantes sobre las tradiciones funerarias y su evolución en el Círculo del Estrecho y la Bética, desde la Edad del Hierro tardía hasta la época romana temprana. Aunque no se profundiza en esta discusión en este texto, se ofrece información preliminar para alimentar futuros debates en la comunidad científica. En resumen, la arquitectura funeraria de la Silla del Papa encuentra similitudes con contextos funerarios en el norte de África, específicamente en las áreas mauritanas, númidas y púnicas, en contraste con la Península Ibérica.
Hugo Alberto Mira Perales es especialista en arte prehistórico de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la 2ª sección (Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura) en el Instituto de Estudios Campogibraltareños, editor de la revista 1902 COMMITTEE, Miembro del Proyecto First Art.
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