Tarifa

De Tarifa a Nueva York en busca de la familia de una víctima del C47

  • Hace 77 Catalina Gil halló una pulsera entre los restos del avión accidentado de la USAAF 

  • Su nieto busca a los descendientes del propietario: Anthony V. Wagner

La pulsera de Anthony V Wagner.

La pulsera de Anthony V Wagner. / E.S.

Catalina Gil tenía 13 años aquel día que le pareció que habían llovido maletas del cielo. Andaba jugando por el monte con otros niños cuando las vio esparcidas por el suelo “cargadas con relojes, anillos y otros objetos”. Los pequeños no tardaron en comprobar que, junto a ellas, descansaban en la hierba restos humanos. En el campo, la pequeña vio una pulsera y la recogió. Durante toda su vida la guardó. Entonces no sabía que había pertenecido a una de las víctimas mortales de la tragedia del C47 de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Estados Unidos (USAAF) estrellado al poco de salir de Gibraltar. Ahora, 77 años después, un nieto de Catalina busca a los descendientes del soldado fallecido para devolvérsela. Para homenajear con un gesto a unos jóvenes que perdieron la vida aquel día de perros en un paraje de Tarifa, a 6.000 kilómetros del hogar. 

El 22 de febrero de 1944, un avión norteamericano de la USAAF despegaba de Gibraltar a las 23:00 con destino Inglaterra. El Douglas C47 se estrelló contra un peñasco al poco de despegar a la altura de la Sierra de Fates, en Puerto Llano (entre Tarifa y Facinas) en medio de una noche con mucha lluvia y mala meteorología. Murieron todos sus ocupantes. 

La tripulación estaba formada por el piloto y capitán Giles G Casey, Bentley N. Schoenfeld, Anthony V. Wagner, Nelson E. Wilson, Robert N. Stronge, Wesley T. Wells y Stanley F. Kondrat. Todos pertenecían al 313 TC del ala 52 de la USAAF.

Militares del regimiento Álava 22 fueron los que custodiaron los restos de los tripulantes estadounidenses fallecidos y escoltaron a la ambulancia de Sanidad Militar, que vino de Sevilla con dirección a Algeciras para su traslado a Gibraltar y de allí a repatriarlos a Francia y luego a Estados Unidos.

El 15 de agosto de este año, el historiador Daniel Díaz publicó en Europa Sur un artículo en el que narraba detalles de aquella tragedia. Fue tras leer ese reportaje cuando recibió una llamada. Era Juan Antonio N. L., que le comunicó que su abuela, Catalina Gil Núñez, que en 1944 tenía 13 años, recogió un objeto de uno de los tripulantes una pulsera personalizada.

"Catalina Gil y un grupo de ocho niños acompañados de una joven de 20 años subían y bajaban por el campo como cualquier niño de su edad, ella menciona que vio un montón de maletas cargadas con relojes, anillos y otros objetos. También vieron brazos de los cuerpos, ya que aún los encargados no habían recogido nada. En el campo vio una pulsera y la recogió", relata Díaz.

La pulsera tiene dos caras y no forma parte del uniforme oficial. En el anverso aparece el nombre Anthony V Wagner y el número ID 3222 1720 y en el reverso el logo de las alas de tripulante del US Army.

La tumba del soldado fallecido. La tumba del soldado fallecido.

La tumba del soldado fallecido. / E.S.

Anthony V Wagner era uno de los hijos de Luis Vaclaveck y María Sedlak, casados el 25 de noviembre de 1906 en Manhattan, New York. Nació el 11 de enero de 1911 y murió aquel triste 22 de febrero de 1944. Residió en el barrio de Queens y sirvió como sargento en el 29th del 313th grupo de transporte del US Army Air Force durante la Segunda Guerra Mundial. Primero fue enterrado en Francia, pero el 13 de julio de 1949 su cuerpo  fue repatriado y está enterrado en el cementerio nacional de Long Island en la parcela J15617. Anthony se había alistado en el ejército sin descendencia, pero tenía una hermana que sí la tuvo.

No se sabe si los herederos de la hermana de Anthony o algún familiar recuerdan que falleció en un accidente de aviación en Tarifa en 1944. "La idea es devolver esta pulsera a sus herederos. Si algún vecino de Puerto Llano o de New York dispone de algún objeto del accidente, mostrarlo también para que podamos seguir con la búsqueda y que la muerte de estos jóvenes no caiga en el olvido", explica Daniel Díaz, dispuesto a no cesar en su búsqueda. "Queremos poner rostro humano a esta tragedia olvidada", sentencia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios