El lenguaje de los abanicos: todos los gestos que debes conocer para poder comunicarte
Una guía local sevillana explica las diferentes maneras que hay de comunicarse con el abanico
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El abanico es uno de los complementos de la antigüedad que se mantiene hasta la actualidad. De procedencia oriental, ha mentido la misma función que desde que se inventó, intentar mantener fresco a la personas que lo utiliza. Al contrario de lo que se piensa, el abanico en épocas pasadas no fue solo un complemento exclusivamente de mujeres, los hombres utilizaban este artilugio pero con un tamaño menor.
El origen de este complemento tal y como se conoce hoy en día, abanico plegable, proviene de del siglo X en Corea. Más tarde la dinastía Ming los introdujo en China y fue en el periodo Tokugawa cuando tocaron tierra en Japón. Finalmente, llegarían a Europa en el siglo XVI de manos de los portugueses.
En un principio estos abanicos eran utilizados como elementos de distinción y lujo, era otra manera de poner una barrera entre las distintas clases sociales. En esta primera etapa en Occidente se usaban plumas, telas o pieles perfumadas por las que se pagaban enormes sumas de dinero.
Con el tiempo el abanico también empezó a ser parte de la comunicación no verbal de las mujeres a partir del siglo XIX y XX. El ingenio ganó a la censura de que las mujeres pudiera expresarse libremente y crearon a partir de gestos con el abanico, un lenguaje que se mantiene hasta ahora.
En este vídeo de Instagram se puede ver cómo una guía local de Sevilla explica los diferentes usos del abanico y dependiendo del movimiento que ejecuta significa una cosa o la contraria.
El primer movimiento que relata es la diferencia que hay entre abanicarse cuando se es más joven y conforme la mujer es más anciana. Cuanto más despegado está el brazo del cuerpo, más ejercicio se hace, en cambio cuando se usa solo para abanicarse una persona y se lo pega al pecho, solo trabaja la muñeca y supone menos esfuerzo.
Si el abanico se muestra de frente significa 'sí' y se muestra la trasera es que 'no'. Pegarse el abanico a los labios y extenderlo después significa 'mandar un beso'. Son muchos los mensajes que se encierran dentro de este pequeño complemento que ha quedado como seña de identidad española.
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